“La energía no es zafable”
Ferragut centra su análisis en el uso energético. “Prefiero hacer foco en la energía. Eso no es zafable. Cualquier computadora prendida requiere energía para funcionar, desde los chips hasta el sistema de enfriamiento, ya sea por agua o por aire”.
La comparación que propone para dimensionar el impacto es directa:
“Generar una imagen con IA puede consumir medio kilowatt hora. Es más o menos lo mismo que calentar un termo de agua para el mate”.
Agrega que si se crean mil imágenes, “es como calentar mil termos”. Aunque el proceso sea gratuito para el usuario, el consumo existe y ocurre “en alguna parte del mundo”.
Según Ferragut, el proceso implica dos momentos: el entrenamiento del modelo y la generación de contenido.
“El entrenamiento es intensivo en energía. Hay que analizar millones de imágenes y ajustar millones de parámetros. Después, cuando el modelo ya entrenado responde, cada pedido genera una imagen nueva, y eso también consume energía”.
Cómo funciona el sistema de enfriamiento
Aunque muchas discusiones públicas apuntan al uso de agua, Ferragut aclara que eso depende del tipo de infraestructura. “Algunos data centers grandes usan refrigeración líquida, otros aire. Pero el consumo de energía es común a todos”.
A nivel técnico, el sistema no funciona como un aire acondicionado doméstico. En los centros de datos, se utilizan grandes máquinas que combinan ventilación y refrigeración. En muchos casos, usan agua fría que circula por caños para enfriar el aire, o incluso enfrían directamente partes del hardware.
Cuando se usa agua, esta puede evaporarse, necesitar reposición constante y, en algunos sistemas, representar volúmenes significativos de consumo diario.
Datos y evidencias: desde EE.UU. hasta Uruguay
Una investigación conjunta de The Washington Post y la Universidad de California en Riverside reveló que generar un correo electrónico simple de 100 palabras con GPT-4 ya tiene un impacto ambiental. Aunque cuantificar el consumo exacto es complejo, el estudio confirma que el uso de IA, incluso en tareas básicas, consume energía y agua.
En Virginia del Norte, la región con más data centers del mundo, grupos ciudadanos protestan por su proliferación. Alegan que son ruidosos, consumen recursos sin generar suficientes empleos y afectan el entorno urbano y el valor de las propiedades.
En Iowa, registros oficiales mostraron que data centers de Microsoft llegaron a usar hasta el 6% del agua del distrito. En Oregón, Google reveló que su instalación en The Dalles consumía cerca de una cuarta parte del agua disponible del pueblo.
El caso uruguayo: Google y la disputa por el agua
En Uruguay, el debate tomó forma concreta con el proyecto de Google para instalar un centro de datos en el Parque de las Ciencias (Canelones). Inicialmente, la propuesta incluía un sistema de enfriamiento con hasta 7,6 millones de litros de agua potable por día, lo que generó fuertes cuestionamientos, especialmente en el contexto de la sequía de 2023.
La falta de acceso a la información impulsó una demanda judicial. El investigador Daniel Pena y la abogada Carolina Neme reclamaron que el Ministerio de Ambiente había declarado “secreto industrial” el volumen de agua a utilizar, vulnerando el derecho al acceso a información ambiental.
“La protección del medio ambiente es un derecho humano. No brindar la información solicitada violenta el derecho a la información, pero también la forma democrática republicana de gobierno”, señala Neme.
El juez Alejandro Martínez de las Heras falló a favor de la demanda en febrero de 2024. Obligó al ministerio a divulgar los datos, señalando que el agua potable es un bien jurídico público y de interés general.
Tras la sentencia, Google presentó una modificación del proyecto. Reemplazó el sistema de enfriamiento por agua con uno enfriado por aire, que utiliza 32 chillers con un circuito cerrado para recircular el agua, reduciendo drásticamente el impacto hídrico.
"Hay que encausar esto antes de que escale más"
Para Ferragut, este tipo de transformaciones deben ser parte de una discusión más amplia.
“Esto se volvió una industria nueva, que empieza a tener efectos cuando escala. Esos efectos tenemos que poder moderarlos, como hacemos con otras industrias”.
Hoy, los data centers ya emiten más gases de efecto invernadero que la industria de la aviación, señala. Y si esa industria está regulada, se pregunta, ¿por qué no esta?
“Si no hay regulación global, se va a dar lo que yo llamo paraísos de data centers, lugares donde haya energía barata y pocas exigencias. Y eso no es sostenible”, advierte.
Hacia una IA más eficiente
Aunque reconoce el potencial positivo de estas herramientas, Ferragut insiste en la necesidad de moderación y eficiencia.
“Esto va a seguir pasando. No hay que apagar todo, pero hay que encausarlo. Hacerlo sostenible”.
Una vía posible es la eficiencia computacional. Destaca el ejemplo del modelo Mistral, que logró resultados similares a los grandes modelos con menos recursos.
“Con más pienso, se puede hacer lo mismo con menos. Hoy hay mucha fuerza bruta. Se suman parámetros, se consume más. Pero eso no siempre es necesario”.
También propone integrar este tema en la educación.
“Así como les enseñamos a los gurises que no hay que dejar la canilla abierta, hay que explicar que generar una imagen también tiene impacto. Puede ser chico, pero multiplicado por millones, se empieza a sentir”.