Chango Spasiuk regresa a Montevideo con un show de música y lecturas que nació en el Solís: "Necesitamos volver a sentarnos uno frente al otro y a compartir algo de belleza"
El músico argentino vuelve a Montevideo pero esta vez lo hace para presentar Enramada, un show en el que entrelaza música con poesía, literatura y arte para construir un “cobijo” en tiempos de “tanta violencia”
13 de noviembre 2025 - 8:24hs
Chango Spasiuk vuelve a Montevideo con un show en la Sala Zitarrosa
Es un día de lluvia y Horacio “Chango” Spasiuk está a punto de salir para la escuela. Lleva en una bolsita un trapo húmedo para limpiarse la tierra colorada de los zapatos y el guardapolvo antes de entrar al salón de clase. Las máquinas de la carpintería de su padre ya están prendidas. Arriba de la heladera, desde una pequeña radio, suena un chamamé.
La radio, en la infancia del músico y compositor argentino, estaba prendida desde la primera hora de la mañana hasta que caía el sol: música, voces, cuentos, relatos y de nuevo, más música. Y en Apóstoles, Misiones, en esa porción del territorio argentino donde confluye la influencia de las fronteras el dial de la radio era un puente entre culturas, acentos y géneros musicales. Desde el canto del purahéi jahe'o, la polca, la guarania, el arpa, el acordeón y la voz en guaraní desde una emisora de Paraguay hasta la música gaucha, el vanerão o el xote de la frontera con el sur de Brasil.
O la voces de los radioteatros que alimentaban las leyendas del Pombero, del Yaciyateré o del Lobizón cuando emprendía excursiones a los terrenos baldíos enfrente de su casa para treparse a un árbol de mandarinas.
Esa radio fue la que moldeó de alguna manera a un músico que nació en la tradición litoraleña y logró profundizar en la música folclórica, regional, universal, popular y académica, sin que ninguna anule a la otra. Spasiuk –músico, compositor y divulgador– tiene 14 álbumes solistas a su nombre, ocho premios Gardel a la música argentina y una nominación al Grammy Latino.
En 2021 comenzó Enramada, un programa en Radio Nacional Argentina en el que volcaba un entramado de sonidos, lecturas y experiencias que han moldeado su carrera artística, como una extensión de su curiosidad. Un programa de radio que se transformó en podcast y luego en una propuesta escénica, con la que regresa este jueves a Montevideo para hacer un show en la Sala Zitarrosa, acompañado por Matías Martino en el piano y con la cantante catamarqueña Nadia Larcher como invitada. Un proyecto, de que de alguna forma, también nació en Uruguay.
Sobre Enramada, la necesidad de compartir la belleza, su último show en el Teatro Solís y la juventud en la música folklórica habló con El Observador antes de su show en Montevideo.
20251113 Chango Spasiuk
Chango Spasiuk presenta Enramada en Montevideo
YONATHAN ADAMCHUK
Lo primero que llama la atención es el nombre: Enramada. Es esta idea de interconexión pero también de lugar de descanso, de protección, de cobijo. ¿Esa es la esencia de esta propuesta?
Usted lo dijo mejor que yo. Es un poco eso, porque a veces lo asociamos con la sombra de los árboles pero si hay una enramada de poetas, de escritores y de compositores, de alguna manera también es un cobijo, es un alimento y es una protección en este momento de tanta estupidez, de tanta fragmentación y de tanta violencia. De alguna manera es una herramienta que va en esa dirección. O que por lo menos intenta y anhela ir en esa dirección.
Uno de los primeros episodios de Enramada tiene que ver con la radio de tu infancia, una radio que se movía entre Argentina, Paraguay y Brasil. ¿Qué sentís que aprendiste de esa radio en tu conformación como artista?
No hay con qué darle con la infancia. Pienses lo que pienses, vaya en la dirección que vayas, siempre termina uno en la infancia. Y en el patio de la casa de tus padres. Hay una configuración del mundo emocional de uno, de la esencia, que queda muy marcado en la infancia. Estaba haciendo un programa de radio y digo: ¿en cuánto cambió y en cuánto no cambió? ¿Qué podría plantear que le dé algo a la gente como me lo dio a mí en su momento? La música que escuché, las impresiones que tuve. La radio de mi infancia no era una radio en la cual alguien se sentara a leer a Juan Gelman, a Cortázar o a Borges, pero de golpe aparecían interpretaciones de radioteatros de diferentes autores. Había muchas cosas que recibías y no solamente la música, pero en especial la música que después se volvió mi tradición y el sonido que expreso a través de mi acordeón.
Justamente, ¿qué hay de aquella radio que se mantuvo cuando asumiste el desafío de programar Enramada en Radio Nacional?
La mayoría de la gente pensaba que si yo iba a hacer un programa de radio iba a terminar haciendo un programa hablando sobre la música litoraleña, sobre el chamamé. Y yo redoblé la apuesta. Yo no quiero hacer un programa hablando de la música que toco o de mi tradición, lo que quiero hacer es un programa en el que pueda compartir con la gente lo que he encontrado en el camino y lo que a mí me ha pulido como persona, como artista, como individuo, como ciudadano. Son las cosas que me han interpelado, que me han alimentado, que me han nutrido. Lo que voy a hacer es compartir esos espacios, esos compositores y esos intérpretes que escuché, esos libros que leí u otros que fui encontrando a medida que íbamos haciendo el programa de radio. No es que solamente yo proponía hacer un programa sobre lo espiritual en el arte de Wassily Kandinsky, sobre Cartas a un joven poeta de Rilke o sobre El libro de los abrazos de Galeano. Rita Medina, que era la productora del programa, traía un libro y decía "mirá, este libro está hermoso y te elegí diez cuentos". Leila Guerriero, Mary Oliver, o Clarice Lispector. De golpe me sentaba a leer un montón de literatura que nunca había leído y lo que pasaba era que antes de que termine el cuento ya me estaba imaginando qué música podía sonar. Ha sido un ejercicio muy bello. Ahora hemos curado una parte de todos esos textos y lo hacemos en vivo y en directo.
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¿Cómo se transforma esa propuesta radial en un espectáculo?
En el fondo es leerle a la gente la que te gusta leerles y de golpe encontrás Rayuela de Cortázar o a Daniel Barenboim, el músico pianista argentino, director de la Filarmónica de Berlín, que habla sobre la diferencia entre oír y escuchar, y de golpe encontrás un texto de Borges sobre la tristeza y alguien que habla sobre la zamba o la chacarera o el chamamé. Y vas encontrando los espacios en los cuales también tocar tu música. No es que solamente vamos a tocar mis composiciones o mi música del litoral, sino que junto al pianista Matías Martino se abre un poco el juego y podemos tocar Schumann, Bach, Piazzolla, podemos tocar Spinetta. Y nuestra artista invitada, que es Nadia Larcher, que lee a la par mía, también puede cantar a Charly García o diferentes tipos de autores con canciones que de alguna manera están conectadas con ese texto que compartimos con la gente. Nos gusta mucho hacerlo y a la gente a donde lo llevamos, también se sintió muy feliz de recibir eso, entonces tratamos de encontrar los espacios en los cuales ir y compartir esta enramada en estos escenarios.
Y hacía un tiempo que no iba a Montevideo. De hecho en el último concierto que hice en Montevideo, en el Teatro Solís, hubo un disparador de lo que iba a ser esta Enramada porque Inés Estévez, la actriz, estaba haciendo una obra de teatro en la sala de abajo y como yo sabía que ella estaba, le digo “tenés que venir a cantar”. Pero ella me dice: “Bueno, no estoy muy bien de la voz cómo para cantar del todo”. Entonces me acuerdo que elegimos un texto que ella leyó, entonces encontramos una lectura reflexiva sobre algo que estaba pasando y de paso cantó una canción. Bueno, un poco eso es la Enramada que estamos haciendo ahora.
En el contexto de la búsqueda del mainstream, de tanta globalización y tantos artistas queriendo explotar hacia afuera, es una invitación a ir hacia adentro. Al encuentro con lo más primario: esta cuestión de juntarnos y que me cuentes algo que me haga mover la cabeza...
Para mí la palabra es algo necesario. Hay que volver a esas cosas simples y contundentes. De alguna manera es volver a la verdad. Necesitamos volver a las ruecas, necesitamos volver a sentarnos uno frente al otro y a compartir algo de belleza que nos atraviesa y que tenemos en común. No es que la gente lo necesite, yo lo necesito. Por eso yo lo hago. Lo que doy al mundo me lo estoy dando a mí. Es muy necesario eso en estos tiempos que no toca ver lo que vemos, vivir lo que vivimos y tratar de comprender lo que nos está rodeando.
Después de más de 30 años de carrera por todos esos caminos, ¿qué es lo que te interesa contar con tu música y con lo que haces?
Otra vez volvemos a la infancia. Es como cuando sos niño y tocás el acordeón, no estás pensando en que querés contar algo, tocás y sentís que hay una plenitud y hay un todo. Hay un todo que escapa a cualquier explicación con un lenguaje conceptual. Hay un todo y uno quiere volver un poco a ese estado. Uno se plantea desafíos estéticos y uno va como finando tu intelecto y la agudeza de tu mirada de las cosas y te planteas desafíos, pero en el fondo de todo la única verdad es cuando te sentás y desapareces en el sonido o desapareces en eso que estás compartiendo con la gente. Después son un montón de proyectos diferentes y uno se mueve en una dirección o se mueve en otra, pero el resultado que está buscando es ese regalo de esa experiencia o de ese saboreo, que es mucho más que recreación. Es algo más.
Me interesa conversar sobre la juventud. A ti te invitaron al Festival Nacional de Doma y Folklore de Jesús María, después te invitaron al Cosquín y ahí Juan Carlos Arabia te presentó a modo de bendición. ¿Cómo ves el panorama actual de la juventud en la música y a quién a quién presentarías en el escenario del Cosquín si te tocara?
Todo el tiempo estoy rodeado de gente joven que toca el acordeón y cada vez que puedo me relaciono con esos jóvenes. Hay un proyecto que tengo que se llama Taco y Suela, en el que me encuentro con acordeonistas. Cuando yo tenía 10 años aprendí a tocar el acordeón con un repertorio de compositores tradicionales del chamamé, y de golpe me encuentro con acordeonistas de promedio de 20 años, a los cuales les llevo más de 30 años de diferencia, y me doy cuenta de que ellos, cuando eran niños, aprendieron a tocar el acordeón con el mismo repertorio que aprendí yo 30 o 40 años antes. Entonces, cuando me encuentro con estos jóvenes y me relaciono con ellos y les presto atención, en vez de decirles "aprendan a tocar mis canciones" les digo "juntémonos a tocar esto, con lo que aprendimos a tocar cuando éramos niños, y celebremos estos compositores que siguen estando vigentes y que siguen siendo como el alimento de una transmisión oral que nunca se interrumpió". Celebremos eso. Entonces, tengo un montón de jóvenes, en especial mujeres y varones que tocan el acordeón, que tocan la guitarra y que tratan de desarrollar un proyecto sobre la misma tradición en la cual yo hace más de 30 años lo estoy haciendo. Es una manera de darnos fuerza mutuamente, de compartir un poco de mi experiencia y de recibir algo del entusiasmo de esos jóvenes. Aunque yo todavía no me veo tan viejo, pero digamos que soy demasiado joven para ser de los viejos y soy demasiado viejo para ser de los jóvenes. Todo el tiempo estoy conectando y mirando lo que hay alrededor mío e intercambiando ideas con los músicos más jóvenes.
Embed - Chango Spasiuk Trio / Taco y Suela Tradicion - Al tigre de los arenales
Este jueves vas a estar junto a Matías Martino y a Nadia Larcher en la Sala Zitarrosa. Mi pregunta es, ¿bajo qué tipo de enramada nos vamos a poder resguardar?
Mucho de mi música tocada con acordeón y piano y otros compositores, algunos que están relacionados con diferentes tradiciones folklóricas argentinas y también diferentes compositores que están relacionados con la música popular. Después, una lectura muy amplia. Uno quisiera leerlos a todos, pero bueno, la enramada en el teatro no puede durar tres o cuatro horas.
Me acuerdo que en las primeras enramadas unas señoras muy fans de mi música no habían leído la gacetilla de qué iba el proyecto y cuando salieron dijeron "se la pasaron leyendo, yo estaba esperando que toquen". Leemos y tocamos. Nadia es una artista muy muy interesante es de Andalgalá, Catamarca, y es una mujer que es muy potente no solamente leyendo sino muy potente cantando. Es una artista muy poderosa y a mí me gusta hacer la Enramada con ella, no es la primera vez que lo hacemos y es muy bello. Así que la enramada con la cual se van a encontrar es esa. Siempre muy contento de visitar una ciudad tan cercana. Yo no soy de Buenos Aires, vivo en Buenos Aires, pero estoy acá y respiro muy cerca de todo el Río de la Plata y la cultura rioplatense. Así que me da mucha alegría poder visitar a la gente de Montevideo.