Niña Lobo y su disco Montevideo despierta: las canciones que nacieron después de un "momento de crisis", el paso a la adultez y la música como fuente de esperanza
La banda Niña Lobo publicó su segundo disco, Montevideo Despierta, y tres de sus integrantes conversaron con El Observador sobre su proceso de creación
14 de noviembre 2025 - 5:00hs
Camila Bustillo, Andrea Pérez y Camila Rodríguez de Niña Lobo
Tres integrantes de Niña Lobo entran a un bar. El bar es terreno conocido: fue allí donde grabaron un videoclip. El videoclip en cuestión es el de una canción importante para la banda: es la que da nombre y concepto a su segundo disco. El disco se llama Montevideo Despierta.
Ponerle el nombre de la ciudad al título es todo un compromiso. Sonoro, simbólico, espiritual. Y la banda estaba dispuesta a asumirlo, por el vínculo que tienen con Montevideo. Para hacerse cargo de la decisión, además, las cinco integrantes del grupo se pusieron en la tapa del disco, algo que hasta ahora no habían hecho en sus trabajos anteriores (el disco Lo que duró la vida de alguien y una serie de EPs y sencillos).
Hacerse cargo fue también algo natural para un disco que habla, entre uno de sus temas centrales, de madurar, hacerse adulto (algo que en esta época pasa más bien cuando uno cruza la frontera de los 25 años), aprender a aceptar que a veces las cosas en la vida duelen y no están bien, pero a pesar de eso hay lugares donde refugiarse y seguir.
De eso hablaron con El Observador las tres integrantes que entran al bar: la guitarrista y cantante Camila Rodríguez, la tecladista Andrea “Chane” Pérez, y la guitarrista Camila Bustillo. A continuación, un resumen de la charla:
¿Cómo es la relación de Niña Lobo con Montevideo?
Andrea Pérez: Nos encanta Montevideo porque nos contiene en todas sus formas. Siento que por más que vivas en Montevideo, o te hayas criado acá, siempre la descubrís de alguna manera, o tenés que reencontrarte con ella. No creo que ninguna de nosotras haya estado nunca muy peleada con Montevideo.
Camila Bustillo: ¿Vos no sentís a veces una relación de amor/odio con Montevideo?
AP: Nunca sentí mucho odio. Siempre fue más amor. Pero igual siento que entre más crecés, más la entendés y más la amás.
CB: Yo viví gran parte de mi vida en el exterior, a los 15 volví a Montevideo y al principio no la entendía. ¿Qué le ve la gente a esta ciudad? No hay nada para hacer. Es todo lo mismo. Y después lo entendí y me enamoré mucho de Montevideo. Nivel: nunca me iría a vivir a otro lado. Pero a veces es una relación amor/odio.
Camila Rodríguez: Para mí Montevideo es la mejor ciudad del mundo. Entiendo que estoy muy condicionada porque vivo en esta ciudad y porque es donde nací, pero siento que las veces que he visitado otros lugares del mundo siempre vuelvo con la sensación de que elegiría Montevideo siempre.
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¿Es una ciudad que inspira para hacer música?
CR: Absolutamente. Es re musical. Hay dos cosas de Montevideo. Por un lado, es una ciudad donde el pasado está muy presente, siempre estamos mirando mucho para atrás y reflexionando sobre el pasado; esa melancolía montevideana y la nostalgia son muy inspiradoras. Y por otro lado está el ritmo de la ciudad, ese ritmo lento y ese horizonte mirando al mar, que puedas sentarte a tomar un mate en soledad y tener tiempo para pensarte, para ver el entorno. En ciudades más grande y con otro ritmo me abrumo, y quiero escapar de mí, o hago simbiosis con el entorno o me da una ansiedad tremenda, y Montevideo te da tiempo y espacio para pensarte.
A diferencia de lo que habían hecho hasta ahora, en este disco están las cinco en la tapa. ¿Por qué?
CR: Había que dar la cara. Era el momento de hacerse cargo. Ponerle Montevideo despierta es un poco pretencioso, entonces voy a dar la cara. Creo que inconscientemente la decisión fue esa, ponernos en la imagen más montevideana, en la pizzería más pizzería, y si le voy a poner ese título, voy a dar la cara.
Es un disco que tiene mucho de Montevideo, pero que grabaron en buena medida fuera de la ciudad. ¿Cómo fueron esas experiencias?
AP: Fuimos al Cerro del Burro a grabar. Antes componiendo fuimos a Florida, a San José. Si bien el disco se llama Montevideo despierta, ahora vemos que hay algo muy uruguayo también, que nos emociona mucho.
CB: Como artista uruguaya siento que es un lujo poder tomarte 10 días para irte a grabar un disco, dejando otros compromisos de trabajo, familia, etcétera. No somos una banda que funcione mucho en el sentido de, ah, vamos una vez a la sala de ensayo y en dos horas sacamos un tema de cero. Tratamos de ver la forma en la que más funcionamos y en la que tenemos más creatividad y aplicarla a la hora de hacer el disco. Estuvo bueno porque hubo cosas en las que no nos habíamos concentrado tanto antes, que ahora le pudimos dar mucho más pienso. Sobre todo porque las canciones llegaron bastante armadas al estudio en cuanto a la estructura y los arreglos, entonces pudimos tomarnos horas para elegir los sonidos más adecuados. Cada tema está muy pensado. Y también eso fue parte de que pudimos tomarnos el tiempo de ir y pensar.
¿Qué tanto pesa el desafío del segundo disco? Porque en el primero uno dice “dale, vamos a grabar un disco”, y el segundo es algo más pensado, o incluso puede estar la necesidad de superar de alguna forma al primero.
CR: Sí. Al principio fue como, “uf, ¿y ahora de qué mierda van a hablar las canciones? Ya hablé de esto, ya hablé de esto”. Cuando empecé a escribir estaba en una cosa como “nunca más hago una canción de amor, porque siempre me salen de desamor”, y hubo un momento de crisis para mí. Hacía unas canciones que eran unas cosas ahí. Una por ejemplo era de cuando Uruguay se quedó afuera del Mundial 2022, otra de que tuve un mal viaje, porque no fumo porro, y un día se me ocurrió hacerlo y fue horrible. Nadie se murió por fumar un porro viejo, se llamaba. Pero se fue depurando, y al final el disco es lo que es, pero me siento re feliz de que pude hacer una canción totalmente positiva, es la primera canción feliz de mi vida, que es Flores celestes. Y siento que para eso tuvo que haber un momento de crisis, de decir “¿y ahora de qué se habla?”
Pensando en las letras, es como un coming of age, porque hay canciones que refieren a tener 30 años, a ser un adulto, canciones que ya no dicen “todo está mal y no quiero saber más nada” sino “todo está mal, pero tengo que seguir porque soy un adulto responsable”.
CR: El factor común que de este disco es que se reconoce que en la vida a veces todo está mal, y a diferencia de otras letras, que capaz que tiene que ver más con la adultez, es lo de esto me duele, pero hoy tengo la posibilidad de elegir cómo lo miro. U hoy tengo la posibilidad de elegir refugiarme en mis amistades. Tengo la posibilidad de poner luz en que hoy pasa esto, pero que sé que mañana van a venir cosas que me hagan sanar.
CB: Que la vida es un todo. Es un caleidoscopio, con muchos colores, humores, formas y todo convive. Los días tristes, los días felices, los momentos tristes, los momentos dulces. El disco anterior era muy oscuro, y ahora es está todo mal y todo está bien.
Es un disco optimista, me parece.
CR: Lo intentamos. La voz que habla en este disco para mí es como que empieza en el disco anterior, empieza en ese lugar, pero se va transformando, intentamos eso, que acepte el dolor y sigue, y se ríe también. Hay momentos en la vida que son absurdos, que mirás para atrás y decís, “no puedo creer”. Relativicemos.
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¿Piensan en cómo los otros reciben las canciones?
CR: Me pasó con este disco, porque fue la primera vez que me sentí muy vulnerable con las letras. El disco anterior era más triste, y no tengo problema con eso. Pero hacer una canción como Llorando en el baño, o una de amor como Flores celestes, es un cagazo absoluto, me siento muy vulnerable mostrando esas emociones. Entonces lo tenía presente, aunque tratando de no condicionar lo que estábamos haciendo.
Generaba incertidumbre.
CR: Miedo, más que nada.
AP: Del reflejo que te puede traer. La mayoría de la gente siempre nos transmite cosas buenas, pero no saber quién va a escuchar, qué van a pensar, y que sea como una botella en el mar, una cosa que no te conocen y no saben, genera una ansiedad, que es parte del oficio también.
CB: Es algo que se vive mejor entre todas, son esos momentos donde agradezco no ser solista.
Me imagino que el momento más intenso es el día antes a la salida del disco, esa noche previa y la sensación de “es el momento de la verdad”, ¿no?
AP: Total. Sí, ansiedad, nervios, cansancio, pasas por todo. Porque también estás haciendo algo que para vos es todo. En todos los aspectos. Emocional, económico, logístico.
CB: Mental.
AP: Estás dando todo. Y al momento de soltarlo estás tipo “no, pará, pará”.
CB: Y ahí empieza a sonar la canción de Titanic, y largás el disco como Rose el collar al final.
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Volviendo a lo que hablábamos de la maduración, y sacando la cuestión obvia del paso del tiempo, hay una cuestión de crecer juntas como grupo, con todo lo que le ha pasado a Niña Lobo. ¿Cómo ha sido el proceso de maduración interno de la banda?
AP: Creo que lo estamos descubriendo todavía, estamos siempre en construcción. Estamos en una edad en la que las cosas siempre cambian. Yo lo hablo pila con mi padre, que me dice siempre “esto no siempre es así”, y yo siempre me pregunto “¿y cuándo viene el momento en el que deja de pasar?”. Es como que te acostumbrás a algo, y cambia. Estás todo el tiempo adaptándote. Y eso lo descubrimos juntas también. Porque no solo nuestras vidas personales cambian, sino que la banda todo el tiempo crece con nosotras, va modificándose y nos vamos adaptando a nuevas maneras de hacer las cosas. Y lo que está bueno, o al menos lo que más me llena, es el hecho de estar eligiéndolo juntas. Eso me parece una locura.
CB: La clave es esa, crecimos juntas. Aprendimos a entendernos, a ver como es cada una, sobre todo a la hora de un conflicto. En una época capaz que chocábamos más. Aunque siempre fuimos una banda que habla los problemas, capaz antes no los hablábamos de la mejor manera. Entre eso, entender al otro, entenderte a vos, aprender a relativizar y cuáles son las cosas que importan, creo que eso nos hizo mucho bien, y es en eso donde más valoro que crecimos.
¿Aprendieron a apreciar las cosas buenas, el poder decir “pa, mirá el gol que metimos”?
AP: Sí. En un momento, cuando el disco estaba terminado, e incluso una vez que salió, que fue cuando más me di cuenta, es que el disco habla mucho de la amistad, de la comunidad, de la esperanza que nos da la música. Que al final, más allá de todo lo que pase en la vida de cada una y del grupo, está este disco. Que una vez que está en el mundo se interpreta lo que sea, pero para nosotras este disco tiene que ver con reconocer lo que verdaderamente importa: que estamos eligiendo hacer música juntas, y el resultado de esa decisión es esto. Y todo lo otro es un agregado.
CR: No es que llegamos a esta conclusión con el disco, porque incluso en el proceso de hacerlo hubo momentos en los que tuvimos que parar, dar dos pasos para atrás, porque estamos discutiendo este arreglo, pero vamos a pasarla bien. En un momento a Cami le dije “es una canción”. Estamos haciendo canciones. Es que en un momento te involucrás tanto y te exigís tanto sin darte cuenta, que te olvidás que lo que estás haciendo es eligiendo hacer una canción con tus amigas. Porque se te olvida. Entonces fue algo a lo que llegamos a los golpazos.
CB: Nuestra mánager siempre nos dice “disfrutalo, estás acá para disfrutar”. Y yo me puedo quejar de algo que tengo que organizar o lo que sea, pero me copa cuando las cosas salen, puedo decir “soy buena en esto”. Lo disfruto también. Si no, no lo haría. En este país, esta labor la hacés porque te gusta, porque si querés hacer plata, andate a trabajar en un banco.