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28 de septiembre 2024 - 5:00hs

El hospital de la ciudad de Tacuarembó dejó de lado el silencio cuando se escucharon los primeros llantos de un bebé. Su mamá, Iris, al darse cuenta de que era 19 de junio, le puso Artigas como segundo nombre. Años después, Nelson Olveira terminaría haciendo historia en el fútbol uruguayo con Peñarol ganando el segundo quinquenio del club.

Al poco tiempo se fue a vivir con sus padres a Pueblo Centenario, en Durazno, del otro lado del puente que divide los dos departamentos y a la ciudad de Paso de los Toros.

“Fui a la escuela en Pueblo Centenario y al crecer, empecé a ir a la UTU en Paso de los Toros. Tenía a Fabián (O’Neill) como compañero, aunque era un año mayor que yo”, recuerda Olveira a Referí.

En esa escuela había jugado al fútbol y por eso, lo vieron y lo fueron a buscar del club Libertad de baby, a los 12 años. Se enfrentaba siempre con O’Neill, quien jugaba para Defensor.

Nelson es uno de los más chicos de los nueve hermanos que componen la familia.

La vida en el campo para aquel niño no era solo ir a la escuela. “Con 10 años, yo ya laburaba. Daba vuelta la tierra, hacía changas. Lo hacía porque me gustaba”, dice.

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Nelson Olveira hoy en sus pagos se sigue prendiendo en los picados de fútbol

Nelson Olveira hoy en sus pagos se sigue prendiendo en los picados de fútbol

Y vuelve a hablar de Fabián O’Neill: “Pasamos una infancia buenísima. En los recreos de la UTU jugábamos al fútbol. Nos encontrábamos en el centro de Paso de los Toros. La abuela era el amor de su vida. Un día jugamos una final y le dije que le iba a pegar una patada. Él pensaba que no le iba a pegar, pero sí le pegué y se puso a llorar”. Y añade: “Todas las mañanas pasaba por la sede de Defensor en Paso de los Toros, y veía que él le pegaba a la pelota contra la pared con la zurda y la derecha”.

En sus pagos, el fútbol uruguayo llegaba solo por radio. Si bien era hincha de Peñarol, no tenía ídolos seguramente por la falta de alcance con las figuras aurinegras.

“Miraba mucho fútbol italiano por televisión. Me gustaba mucho. Había un zaguero brasileño, Aldair, quien jugaba en Roma que era uno de mis ídolos, y me encantaba Franco Baresi de Milan. Me levantaba a ver a Ruben Sosa todos los domingos porque la rompía en Inter. Un día se lo dije en una comida”, recuerda.

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Nelson Olveira con Alianza Lima de Perú, con el que también fue campeón

Nelson Olveira con Alianza Lima de Perú, con el que también fue campeón

Wilson Peralta, un amigo, fue quien le dio la chance de probarse en Fénix con solo 15 años. El club estaba en la ex Divisional C y lo dirigía Francisco “Quico” Salomón. Este vio su potencial, pidió que lo contrataran, y se quedó a vivir en la casa de su amigo en La Teja. Tiempo después, el club le dio un apartamento detrás de la sede.

Pero además, vivió un tiempo en el Parque Viera. ¿Cómo se dio esto? Así lo cuenta: “Tenía como compañeros en Fénix al Topo Fernando Gallardo –quien venía de Nacional–, y al Turco Apud. El Topo vivía en el Viera y ahí pasaba más tiempo. Conocí a decenas de jugadores de Wanderers, entre ellos el Flaco Ravera, Pichirica Vázquez, el lateral izquierdo Luis Romero después que se fue de Peñarol. Me quedaba a dormir y a comer ahí durante un buen tiempo con Gloria, quien se encargaba de absolutamente todo”.

De la Divisional C directo a la selección de Uruguay

Dice que su propósito “era quedarme en Montevideo y lo logré. Tenía a Marcelo Paredes en Fénix que era hijo de Américo Paredes, quien había jugado en Cosmos con Pelé. Yo no sabía y creo que fue Nelson Cedeira quien me lo comentó. Desde allí, siempre hablaba con él, porque quería saber y aprender”.

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Nelson Olveira en Fénix en 1989: arriba, Nelson Olveira, Nelson Cedeira, Alejandro Apud, Nelson Acosta, Gabriel Candia y Juan Acosta, abajo, Winston Lagos, Álvaro Pereira, Juan Quefán, Fernando Borges y Marcelo Paredes

Nelson Olveira en Fénix en 1989: arriba, Nelson Olveira, Nelson Cedeira, Alejandro Apud, Nelson Acosta, Gabriel Candia y Juan Acosta, abajo, Winston Lagos, Álvaro Pereira, Juan Quefán, Fernando Borges y Marcelo Paredes

Algo similar de escuchar a personajes del fútbol le sucedió cuando jugó en Alianza Lima de Perú, con el que también fue campeón. “Hice lo mismo en Alianza Lima con César Cueto. Todos los días, luego de la práctica, había un señor sentado y yo lo saludaba, pero no sabía quién era. Cuando me dijeron que era César Cueto, fui y le pedí disculpas. Con el tiempo, me invitó a una cena homenaje y estaban Bochini, Chumpitaz, Valderrama, Franco Navarro, y varios más. Esas cosas uno se las gana con el respeto a los demás”.

“Tuve la suerte de tener a Quico Salomón de técnico y a Gabriel Cabrera como preparador físico. Estábamos en la C. ¡Eso era fútbol! Me hizo debutar con 15 años contra La Luz. Fénix fue el que me abrió las puertas para mostrarme. En 1992, ¿quién te iba a citar de la C a la selección uruguaya sub 20? El Bebe Castelnoble me vio jugar. Le saqué la ficha porque un amigo me dijo que el técnico siempre iba a ver a Fénix, entonces me preparé y a los 15 días me citaron. Salimos segundos en el Sudamericano de Colombia, en un plantel que estaban (Alejandro) Traversa, Diego López, (Marcos) Madurga, Sergio Martínez el arquero, Petete Correa, Gabriel Álvez y Alejandro Márquez, entre otros”.

Olveira, pese a que venía de la C, fue uno de los cinco jugadores que disputaron los seis partidos.

Clasificaron al Mundial de Australia de 1993 pero, tras clasificar primeros en su grupo, cayeron ante el anfitrión en la siguiente fase, en el primer encuentro que fue definido por el recientemente instaurado entonces “gol de oro”.

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De espaldas, Nelson Olveira celebra un gol de la selección de Uruguay junto a su amigo, Fabián O'Neill

De espaldas, Nelson Olveira celebra un gol de la selección de Uruguay junto a su amigo, Fabián O'Neill

“Fue feo quedar afuera de esa manera. Recuerdo que Luis Cubilla fue como invitado y hablaba mucho con él porque iba a vernos entrenar al Charrúa. Imaginate lo que era para mí. Pasé de vivir en el medio del campo a llegar a un lugar que siempre quise: primero, el fútbol de Montevideo, y luego, en muy poco tiempo, la selección uruguaya”, comenta.

Para el Canario, como todos lo conocen, “o te quedás o te volvés para el interior cuando empezás algo así. Mucha gente se volvió. Después, tuve la suerte de haber estado en la selección mayor con el Pichón Núñez y jugar partidos por las Eliminatorias para el Mundial de Francia 98. Me siento agradecido a él porque me llevó a la selección. Previamente, yo había jugado también con otra selección uruguaya el Preolímpico de Tandil para ir a Atlanta 96”.

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Nelson Olveira en la cena de homenaje junto a César Cueto, Teófilo Cubillas, Mauricio Serna, Ricardo Bochini y Carlos Caszely, entre varios

Nelson Olveira en la cena de homenaje junto a César Cueto, Teófilo Cubillas, Mauricio Serna, Ricardo Bochini y Carlos Caszely, entre varios

Como chiquilín del interior que llegó a Montevideo a los 15 años, nunca había ido a ver un partido al Estadio Centenario. Olveira recuerda la primera vez: “La primera vez que fui al Centenario, fui a ver un clásico. Estaba concentrado en CAFO con la selección sub 20 con Sergio Sena y el Chiqui Rodríguez, los dos de Nacional, y fuimos a la Olímpica. Jugaba en Fénix y vi el primer clásico”.

Sin embargo, no fue la primera vez que fue a ver fútbol en la capital. “El primer equipo que fui a ver fue a Cerro al Tróccoli. Me llevó Gabriel Candia, porque los dos jugábamos en Fénix”.

Cuando jugaba en Fénix, también alternaba el tiempo libre trabajando. Repartía galletitas por toda la Avenida 8 de Octubre. “Dejaba los pedidos en la cantina de la sede de Nacional y siempre me encontraba con Fabián O’Neill, porque vivía ahí y hablábamos mucho. Empezaba a trabajar a la hora 7 hasta las 14 y la práctica en el Capurro era 15.30. El finado Nelson Acosta, –quien además de jugar en los albivioletas, con el tiempo fue utilero del club–me consiguió el laburo y los dos íbamos juntos”.

El pase a Peñarol que le cambió la vida

Seguía siendo un botija, pero su rendimiento llamaba la atención de todos. Entonces, cuando Gregorio Pérez se hizo cargo de Peñarol en 1993, habló con el Cr. José Pedro Damiani, quien había sido electo en enero de ese año como presidente, y lo contrataron.

Entonces fue por primera vez a Los Aromos. “Me llevó Álvaro Chijane desde Fénix. Llegué a las 10 de la mañana del 18 de marzo de 1993, sin nada, no llevé nada. Sabía a dónde iba porque vi los nombres que iban a ir. Dije: ‘Es esta o ninguna’. Ese año llegaron varios, entre ellos, Pablo Bengoechea, Marujo Otero y Darío Silva, más otra cantidad. De entrada, me encajaron un planchazo. Apareció Gregorio y me dijo: ‘Viva para Peñarol y no que Peñarol viva para usted’, y no me olvidé nunca más”, recuerda.

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Quinquenio de Peñarol: Nelson Olveira y Gregorio Pérez

Quinquenio de Peñarol: Nelson Olveira y Gregorio Pérez

Nelson dice que cuando se pasa a un club grande, “la responsabilidad es distinta, porque Peñarol te consume en el buen sentido. Ibas a ganar bien, la forma de alimentarte es diferente, de cuidarte, de vivir las 24 horas para el club. Cuando estás en un grande, tu figura ya no es la misma que cuando estás en un chico. La gente te reconoce por la calle. Los fines de semana, me iba a caminar a la feria o a pesar a Paso de los Toros”.

A uno de los que más recuerda es a Ladislao Mazurkiewicz, quien estaba en todo, más allá de que era ayudante de arqueros.

“Un monstruo, un fenómeno. Con todos los jugadores. Cuando llegué a Peñarol, había solo tres personas que tenían auto. Gregorio, el profe (Luis) Betolaza y uno más. Todos los jugadores íbamos hasta Los Aromos en el ómnibus amarillo que salía del Palacio. Con el paso del tiempo, cada uno después se compraba el auto o su casa y a fin de ese año, ya había más compañeros con su auto. Yo me compré la casa primero. Pero Mazurkiewicz, a los que se compraban antes el auto, le ponía un ladrillo arriba del techo. El mensaje era claro: primero comprar los ladrillos (la casa) y después el auto”.

Tenía todo pronto para jugar su primer clásico, pero se hizo un esguince de rodilla y no pudo estar. “En Nacional jugaba (Julio César) Dely Valdés. Si tenía dolor, no me gustaba infiltrarme, nunca lo hice”.

Nelson Olveira en su último pasaje por Peñarol
Nelson Olveira en su último pasaje por Peñarol
Nelson Olveira en su último pasaje por Peñarol

Nelson Olveira es testigo fiel del sacrificio que costó en Peñarol el hecho histórico de conseguir un segundo quinquenio y es uno de los cuatro que lo consiguió por haber sido campeón esos cinco años consecutivos, junto a Pablo Bengoechea, Robert Lima y José Enrique De los Santos.

En 1997, cuando los resultados no acompañaron y las cosas se complicaron, Gregorio Pérez juntó a todo el plantel para concentrar durante tres meses. Había que ganar los ocho partidos que quedaban y rezar para que se dieran algunos resultados en otros partidos.

“La palabra de Gregorio cuando llegué a Peñarol, la recordé en cada momento de esos tres meses que estuvimos concentrados, para ganar ocho partidos y después las semifinales y las finales. La realidad era que estábamos a dos partidos de quedar en la historia del club y del fútbol uruguayo o despedirnos. Desde 1995 para adelante no fue fácil para Peñarol. Parecía fácil de afuera. Entrábamos a Los Aromos a las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche”, explica.

En 1996, llegó Jorge Fossati en lugar de Gregorio Pérez, y Peñarol fue campeón igual. “Con Jorge el tema no cambió mucho, aunque tenía su sistema de línea de tres. Los conocimientos entre nosotros, los jugadores, eran los mismos y eso ayudó”.

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Nicolás Rotundo y Nelson Olveira celebrando uno de los cinco títulos del segundo quinquenio que ganó Peñarol

Nicolás Rotundo y Nelson Olveira celebrando uno de los cinco títulos del segundo quinquenio que ganó Peñarol

Aquel año vivió un episodio complicado, porque le fracturó con su brazo, el pómulo a Rafael Bianchi, de Rampla en pleno partido. Un año antes, lo había enfrentado en un clásico.

“Me dieron cinco fechas de suspensión porque le había fracturado el pómulo. Lo anticipé y abrí los brazos, pero le dieron mucho color en la prensa y me hicieron ir a declarar con los paquetes que había como dirigentes en la AUF. Y enfrente a la AUF había un video club y me llevaron ahí a ver los videos. ¿Qué seriedad podía tener eso? Le pedí disculpas, y años después fuimos compañeros en Huracán Buceo”, cuenta.

Olveira tiene muy claro cómo juega la parte mental para prepararse cuando llegan las críticas. “Tenés que estar preparado para las críticas. Preparado mentalmente para los momentos buenos y los malos. Nunca le di bola a las críticas, porque sabía cuando jugaba bien o mal. No hay en el fútbol jugar más o menos, jugás bien o jugás mal”.

El Canario compartía habitación en Los Aromos con el Pato Carlos Aguilera y el Caballo De los Santos. “El Pato se hacía el vivo y lo matábamos con el Caballo. Quería mandar en la habitación, pero mandábamos nosotros (se ríe)”.

Según admite, “tenés que estar preparado para la situación, para lo que viene, porque no sabés con lo que te vas a encontrar. Enfrentábamos a equipos muy fuertes: Liverpool, Defensor, Nacional, pero ganábamos no solo por lo futbolístico o físico, sino por la parte mental”.

El golpe anímico por la muerte de Fabián Perea y la comparación con Juan Izquierdo

En ese mismo 1997 en el que Peñarol logró el quinquenio, el plantel vivió otro hecho muy complicado que fue la muerte de Fabián Perea, quien había sido segundo en el Mundial sub 20 de Nigeria de ese año con Uruguay, y un accidente automovilístico terminó con su vida a los 19 años cuando había debutado en la Primera de aquel Peñarol.

Sin que surgiera la pregunta, el propio Nelson aborda el tema. “Lo que marcó, nos golpeó mucho, fue la muerte de Fabián Perea, un pibe joven, y eso, quieras o no, te desconcentra. Por eso tenías que estar preparado mentalmente. A veces te marca para bien y otras para mal. Lo más fácil es decir juegan mal, el técnico no sabe. ¿Y vos qué sabés cómo están los jugadores que no encuentran en el vestuario a una persona que estaba al lado suyo todos los días? En la situación mala, lamentablemente tenés que hacerte fuerte individualmente. Hay veces que lo lográs y otras que no, porque no todos los seres humanos somos iguales”.

Entonces lo compara con la situación que aún se vive en Nacional con la reciente muerte de Juan Izquierdo.

“Voy a hablar de atrevido para trazar una comparación. Ahora lo de Juancito Izquierdo pegó mucho y todos dicen que Nacional no juega bien. ¿Cómo saben cómo están los jugadores de Nacional? El capitán (Diego Polenta) está metiendo el pecho y lo está tratando de sacar. Yo miro y me doy cuenta lo difícil que es. El capitán les da y les da a sus compañeros para tratar de sacarlos adelante. Porque no todas las cabezas son iguales”, explica.

Peñarol consiguió dos hitos más en aquel 1997 que llevaron al corolario feliz para sus jugadores, cuerpo técnico, dirigentes e hinchas. Ganaron dos clásicos increíbles de atrás: 4-3 y 3-2.

Nacional había ganado el Apertura, Defensor Sporting el Clausura, y la Tabla Anual había quedado igualada entre los violetas y los aurinegros. Defensor ya estaba en la final del Uruguayo y se jugaba el clásico para ver quién sería su rival.

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Peñarol en pleno quinquenio: arriba, Claudio Flores, Ruben Pereira, Nelson Olveira, José Enrique De los Santos y Edgardo Adinolfi; abajo, Nicolás Rotundo, Luis Romero, Pablo Bengoechea, Serafín García, Carlos Aguilera y Antonio Pacheco

Peñarol en pleno quinquenio: arriba, Claudio Flores, Ruben Pereira, Nelson Olveira, José Enrique De los Santos y Edgardo Adinolfi; abajo, Nicolás Rotundo, Luis Romero, Pablo Bengoechea, Serafín García, Carlos Aguilera y Antonio Pacheco

“El primero no lo jugué. Los clásicos los vivía con intensidad. Jugué el del 3-2, que íbamos perdiendo 2-0 el inicio del segundo tiempo. Antes de jugar, vino Pablo (Bengoechea) y me dijo, ‘no vayas a hacer nada raro. Jugá tranquilo’, conociéndome, como para que no quedáramos con uno de menos. Para ese clásico, yo me había pelado la cabeza. Ni bien empezó y aún 0-0, me crucé con Ruben Sosa y le dije: ‘Ruben, ustedes hagan los goles antes, que después pasamos nosotros y les ganamos. Y él me contestó: ‘Callate, pelado’. Después nos hizo un golazo de tiro libre y (José Luis) Zalazar puso el segundo cuando empezaba el segundo tiempo. ¡Y lo dimos vuelta con goles de (Marcelo) Zalayeta, Luis Romero y Carlitos De Lima!”, recuerda.

Unos días antes de ese clásico, se había dado un partido muy recordado en el que Nacional le ganó 1-0 a Defensor Sporting con gol de Juan Ramón Carrasco. Si los tricolores perdían, complicaban a Peñarol, ya que el violeta iba a estar muy cerca del título.

Así lo vivió Olveira: “Lo vi por televisión. Si estoy en un cuadro grande quiero ganar siempre. No me pongas trabas en el camino que tenés que ir para atrás para que el tradicional rival no nos pueda pasar con el tiempo. Hoy lamentablemente, todavía lo siguen crucificando a (Juan Ramón) Carrasco. Siempre es bueno trabajar con la patente de los demás. Al tipo le gusta ganar y quiso ganar. Hablan siempre de Carrasco y no de los que no quisieron salir a jugar. Estaba convencido de que si jugaba Juan, iba a ganar Nacional. Pero muchos cuentan la historia como que por eso Peñarol fue campeón ese año, y no es así. Hubo varios partidos más que jugar antes de lograr el título”.

Aquí se puede ver aquel gol de Juan Ramón Carrasco, defendiendo a Nacional, ante Defensor Sporting:

Embed - Gol de Juan Ramón Carrasco - Nacional vs Defensor 1997 para Quinquenio de Peñarol

En 1998, Nacional contrató como técnico a Hugo De León para terminar con la hegemonía de Peñarol. Uno de los refuerzos fue el colombiano Jorge “Gallegol” Ramírez. El debut de ambos, fue con victoria de Peñarol 2-1 por Copa Libertadores en Maldonado.

Pero en la revancha en el Centenario, y a la goleada aurinegra por 4-1, se dio una jugada tremenda en la que Olveira sufrió la fractura de la tibia por un fortísimo encontronazo con Ramírez.

Aquí se puede ver el momento de la fractura:

La fractura de Nelson Olveira de Gallegol Ramírez en un Peñarol-Nacional

“Vino de 30 metros y me partió la pierna, se me tiró de atrás. En ese momento, no sentí nada y me paré para jugar y no pude. Ahí me di cuenta que estaba fracturado. Ni lloraba porque solo me ardía. Fue solo la tibia. Fue el 18 de marzo, se cumplían cinco años de mi llegada a Peñarol. En la camilla le pregunté a nuestro médico, Alfredo Rienzi, cuando íbamos por debajo de la Ámsterdam, si podía volver a jugar al fútbol: ‘Todavía no lo sé’, me contestó. Gracias a él y a una buena intervención, en seis meses me recuperé. (Antonio) Barquet fue quien me operó en el banco de prótesis”, recuerda.

Habla, obviamente, al Cr. José Pedro Damiani, uno de los padres del segundo quinquenio: “Siempre me ayudó. No te regalaba nada. Estoy muy agradecido a él. Lo único que me dijo cuando firmé fue: ‘Bienvenido a Peñarol’”.

Nelson volvió a ser campeón uruguayo con Peñarol en 1999 con Julio Ribas como técnico. Aunque tuvo algunos encontronazos con él.

“Con Julio tenía diferencias, pero no era que iba y me peleaba, porque nunca le falté el respeto a nadie. Hubo un tiempo que había cosas que no me gustaban y yo se las decía, como lo que pasó con el Gaby Cedrés, quien estuvo como seis meses sin jugar. Tuvo un entredicho con el Gaby. Yo también jugaba poco. Le decía que no me gustaba el ‘lleva y trae’, porque había gente que venía de abajo y hablaba mucho, y no le gustó. Después tomé la decisión de irme en 2000. Trabajaba los partidos como nunca. Igual quedamos con buena relación con el paso del tiempo”, aclara.

Ni bien se fue de Peñarol, le llegó una oferta para jugar en Nacional en aquel año 2000. Pero la rechazó.

“Me representaba Jorge Chijane y me dijo que me querían de Nacional. Era una falta de respeto que, por rabia, me fuera a jugar a Nacional. Yo tengo otra manera de pensar. Le dije que no y preferí jugar otra vez en Fénix”, dice.

A Nelson le pegó muy fuerte la repentina muerte de Robert Lima, compañero de todas las horas en Peñarol.

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Nelson Olveira y Robert Lima; ambos hicieron historia en Peñarol ganando el segundo quinquenio

Nelson Olveira y Robert Lima; ambos hicieron historia en Peñarol ganando el segundo quinquenio

“Mi amigo en Peñarol era el Bola Lima. Su muerte me pegó muy mal. Lo lloré un año. Tres días antes, había hablado con él. No podía creer su muerte. Yo estaba en Alianza Petrolera de ayudante técnico, y justo había hablado con él para llevarme a su hijo al club”, recuerda con dolor.

Y vuelve a hablar del club en el que vivió sus mejores tiempos futbolísticos. “A Peñarol le estoy totalmente agradecido porque me hizo conocer al mundo. El fútbol me dio todo. Hasta el día de hoy algunos hinchas me piden fotos”.

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Nelson Olveira en Gimnasia y Esgrima La Plata de Argentina en 2003-04 con Choy y Serafín García, los otros uruguayos: arriba, Esteban González, Nelson Olveira, Juan Carlos Olave, Luis Rueda, Andrés Yllana y Marcelo Goux; abajo, Gonzalo Choy, Gerardo Solana, Martín Pautasso, Germán Castillo y Serafín García

Nelson Olveira en Gimnasia y Esgrima La Plata de Argentina en 2003-04 con Choy y Serafín García, los otros uruguayos: arriba, Esteban González, Nelson Olveira, Juan Carlos Olave, Luis Rueda, Andrés Yllana y Marcelo Goux; abajo, Gonzalo Choy, Gerardo Solana, Martín Pautasso, Germán Castillo y Serafín García

En Argentina, jugó en Gimnasia y Esgrima La Plata y recuerda algunos duelos complicados: “Me fue muy bien. Tuve la posibilidad con el presidente Domínguez de haberme quedado tres o cuatro años más, pero no me quise quedar porque venían con retrasos en los sueldos. Lo que lo hace diferente al fútbol argentino es el entorno, el ambiente. Las canchas llenas todos los fines de semana. Yo iba a ver a la C, Sacachispas, Deportivo Italiano, aunque vos no lo creas”.

Dice que “en River jugaba Maxi López, en Boca, Carlos Tévez en un gran momento, en Estudiantes el Tecla Farías. Tévez fue el más difícil de marcar porque estaba en su esplendor. Un día lo iba a enfrentar y antes del partido, le dije al árbitro (Gabriel) Favale: ‘Mire que, si no lo agarro, le voy a pegar’. Y lo revolqué por todos lados. A Favale lo vi hace poco en Montevideo a Favale y se acordaba de aquella charla”.

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Nelson Olveira con sus amigos previo a un picado de fútbol en la actualidad

Nelson Olveira con sus amigos previo a un picado de fútbol en la actualidad

En su carrera de entrenador, dirigió a Boyacá Chicó de Colombia y tuvo como jugador a Misael Riascos, quien luego llegaría a Peñarol y sería muy criticado hasta adelantar la rescisión de su contrato.

Así lo explica: “Me fue bien. Cuando llegué, habían descendido y me tocó trabajar con cuatro jugadores mayores y muchos juveniles y así logramos ascender. Riascos fue el goleador del equipo, tenía 25 años, jugaba de ‘9’. Por su velocidad, lo usaba cuando enfrentaba a los equipos grandes, porque en Colombia te matan con los volantes por afuera. Nunca lo saqué del sector que más daño hacía que era de ‘9’. Cuando vino a Peñarol, no lo pusieron ahí, jugaba como punta por afuera. Así dijeron los que lo habían traído. Se ve que los árabes también se equivocaron porque pagaron US$ 1.500.000, por el nivel que mostró conmigo”.

Su nombre ha trascendido el fútbol y existe una banda de rock que se llama “La Nelson Olveira”. “No sé quiénes son (se ríe). Una amiga los llamó para ver si habían pedido prestado el nombre, porque a mí no me pidieron nada”.

Tiene dos hijas, María Noel y María Eugenia, y espera tener nietos. Nelson Olveira es una parte grande de Peñarol y disfruta de su familia mientras espera una oportunidad para dirigir en el fútbol uruguayo nuevamente.

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