La muerte de la actriz Diane Keaton a los 79 años removió los rincones de Hollywood. Este lunes, el director de cine Woody Allen publicó un texto de despedida a la actriz, que se convirtió en un que marcó tanto su vida personal como artística: "Jamás el planeta ha conocido ni es susceptible de conocer de nuevo un rostro y una sonrisa que iluminen así los espacios por los que ella pasaba".
En el texto, publicado en el sitio The Free Press, el director de cine contó cómo conoció a la joven rubia que audicionó para Play It Again, Sam (1972) y lo cautivó desde el primer momento. Sin embargo, Allen explicó que durante la primera semana de ensayo prácticamente no se dirigieron la palabra. "Ella era tímida, yo era tímido, y con dos personas tímidas las cosas pueden volverse bastante aburridas", reconoció.
Parece que todo cambió en una breve cena en un restaurante de la Octava Avenida de Nueva York. "Ella fue tan encantadora, tan bella, tan mágica, que yo ponía en duda mi salud mental. Me dije: ¿Podría estar enamorado así de rápido?".
"Veía el mundo a través de sus ojos", recuerda el realizador de 89 años, que asegura incluso que en adelante no tuvo en cuenta sino la opinión y el criterio artístico de Keaton. "Nunca leí una sola crítica de mi trabajo y sólo me importaba lo que Keaton tuviera que decir al respecto. Si a ella le gustaba, consideraba la película un éxito artístico", agregó.
"¿Por qué nos separamos? Solo Dios y Freud quizás podrían comprenderlo", escribió el cineasta y recordó que pasaron "años maravillosos juntos" antes de su separación en 1975.
Juntos formaron una dupla cinematográfica que dio como resultado películas como Annie Hall (1977), con la que recibieron –entre otros– los Premios Oscar a Mejor Actriz, Mejor Película y Mejor Guion Original, dejando un hito en el cine romántico con la construcción de personajes femeninos complejos, inteligentes y temperamentales. La siguieron filmes como Interiores (1978), Manhattan (1980), Días de radio (1987) o Un misterioso asesinato en Manhattan (1993).
Incluso en la década de 1990 y después de la relación del cineasta con Mia Farrow –cuando el cineasta enfrentó un proceso judicial por denuncias de abuso hacia su hija Dylan y se hizo público su romance con la hija adoptiva de Farrow, Soon-Yi Previn– Keton siguió trabajando con el cineasta y cuando la ola del #MeToo avanzó sobre Hollywood lo respaldó públicamente.
En el texto, Allen recordó una broma que solían tener entre ellos: “Acabaríamos como Norma Desmond y Erich von Stroheim: ella como la actriz y yo como su chofer, que antes era su director”, como un guiño a Sunset Boulevard.
“Hace unos días, el mundo era un lugar en el que estaba Diane Keaton. Ahora es un mundo en el que ya no está. Por lo tanto, es un mundo más triste. Aun así, quedan sus películas. Y su gran risa sigue resonando en mi cabeza”, concluyó Allen.