Las escuelas uruguayas —por su extensión en el territorio y por la cantidad de niños que abarcan— se han convertido desde hace décadas en una especie de primera red de protección. Pero el 12 de mayo de este año lectivo —cambio de gobierno mediante— el Ministerio de Salud Pública (MSP) comprobó que parte de esa red estaba agujereada: 111.506 alumnos tenían el carné de control pediátrico vencido o no se sabía siquiera si lo habían entregado alguna vez (un requisito que exige Primaria para la inscripción por ese rol protector de la escuela).
Los organismos se pusieron a trabajar en conjunto y salieron a la caza de los alumnos que cayeron en el agujero de esa red. Desde aquellos que en mayo tenían vencidos sus carné, lograron que un 60% los actualizara en menos de tres meses de gestión.
Dicho en números absolutos: la escuela pública y el MSP pudieron comprobar (tras la salida a la caza de muchos de ellos) que 67.390 escolares pasaron a tener los controles vigentes. Eso les permite hacer Educación Física, participar de campamentos, paseos y, sobre todo, que el Estado sepa en qué están los niños en edad escolar que, por recomendación y si no tienen patologías, deben hacerse al menos un control anual con su pediatra.
Los vencimientos de los carné no fueron todos juntos. Fueron un acumulado que se empezó a incrementar con más énfasis en la falta de presencialidad de la pandemia y tuvo un salto significativo en 2024.
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En el trabajo que hicieron conjunto el MSP y ANEP, notaron que parte de la falla no era la ausencia de controles, sino la burocracia y lo engorroso de la inscripción en el centro educativo (con un carné de aptitud física que, valga la redundancia, es una papel físico).
Por eso a partir del año que viene los datos de los controles se pasarán de manera digital. “Eso es un gran paso para la personas (porque) era una limitante para mucha gente el tener que ir con él carné en la mano”, explicó a El Observador la directora general de la Salud, Fernanda Nozar.
La sinergia que se concretó entre ANEP y MSP a partir de este agujero detectado, sirvió también para que las direcciones departamentales de salud trabajen con las escuelas, haya georreferenciación más clara y se proyectan trabajos conjuntos en temas como salud mental.
En entrevista con El Observador, la directora general de Primaria, Gabriela Salsamendi, había anticipado su preocupación: En 2.316 escuelas activas pasa de todo, todos los días. Desde que un niño se golpeó en un tobogán, se hizo un chichón y llaman a la emergencia, hasta un mareo. Pero lo que me ha impactado, tal vez porque también soy madre de adolescentes, son la cantidad significativa de niños que cuentan en la escuela que se quieren matar.
—La ideación suicida…
—Eso, como el intento suicida y otros casos de extrema gravedad, llevan a un protocolo que se activa al instante. No queda en un simple informe. Pero por más atención y mapa, hablamos de que esas ideas de querer matarse o que lo intentaron son niños de nueve, diez, once años. Y esos son los que nos enteramos, los que piden ayuda.