La Fiscalía tomó declaración al policía de Toledo que asesinó, el pasado 9 de agosto, a dos hinchas de Nacional. Los parciales tricolores, que en total eran seis, llegaron a una vivienda –en la calle Tomás Muñoz– con el objetivo de robar banderas de Peñarol que estaban colgadas sobre el frente de la casa.
El policía se encontraba allí para ver el partido clásico por la segunda fecha del Clausura. Además de él, estaba un grupo de amigos y un niño, hijo de uno de los presentes.
En determinado momento de la tarde del sábado, cuando ya había finalizado el encuentro entre Peñarol y Nacional en el Estadio Centenario, dos motos con tres personas en cada una llegaron a la vivienda.
De los vehículos se bajaron jóvenes encapuchados, que comenzaron a descolgar los “trapos” y en ese momento hicieron contacto visual con el efectivo, para luego hacer gestos de como si estuvieran armados.
El policía, de 24 años, ingresó a la casa para buscar el arma de reglamento y comenzó a disparar.
De acuerdo con lo que pudo establecer el fiscal Luis Álvez, los disparos del hombre “no intentaron ser mortíferos” porque no fueron en dirección de las cabezas de los hinchas tricolores sino que apuntaban al suelo.
Si bien para el Ministerio Público no está clara la cantidad de disparos, en la investigación policial se estima que fueron 15, aunque aún restan las pericias de balística para confirmar detalles.
De esos balazos, uno alcanzó a un joven que intentaba huir del lugar en una de las motos y otro proyectil terminó en el cuerpo de otro de los hinchas tricolores, quien intentó salir corriendo pero cayó unos metros más adelante ya sin vida.
Al comienzo, y según los videos publicados en redes sociales, el cargador del arma de reglamento del efectivo parecía tener una extensión –algo que no forma parte del armamento policial– sin embargo en la audiencia del martes se dejó claro que no fue así, y que la imagen lo que muestra es la vaina del arma.
Los abogados del efectivo de 24 años, Rodrigo Rey y Marcelo Frioni, argumentaron en la instancia judicial que su defendido actuó en legítima defensa. Citando el artículo 26 del Código Penal, que establece que uno de los requisitos para que se aplique la legislación es que exista una “necesidad racional del medio empleado” para repeler o impedir el daño, los abogados aseguraron que los hinchas de Nacional en todo momento hacían gestos de que iban a sacar armas.
Ante esto, según consignó el fiscal, el efectivo decidió sacar su arma de reglamento dado que entre los tricolores y los que estaban en la vivienda había quedado el niño que se encontraba en el patio delantero.
“Todos los disparos no fueron mortales. De hecho, pese a la cantidad de veces que tiró, solo dos dieron en las víctimas”, dijo Rey.
Por otro lado, el fiscal Álvez también recalcó que luego de que terminó la balacera, el efectivo fue hasta la escena “con el arma en su cintura y sin apuntar”. Para la Fiscalía quedó acreditado que, antes de llamar al 911, el autor de los disparos “descubrió el rostro de los muertos y les tomó el pulso para empezar a gritar: ‘llamen a la Policía’”.
La barra brava
El policía que mató a los dos hinchas no fue imputado, pero el fiscal lo mantiene en calidad de indagado y debe estar a disposición de la Justicia en caso de que así la investigación lo requiera.
En paralelo, en la audiencia se aclaró que la investigación continúa en el sentido de saber el trasfondo del intento de rapiña. La Fiscalía, junto a la Policía, investiga la participación de los delincuentes en la barra brava de Nacional. Precisamente, en la facción de Los Pibes del Skate, que integra La Banda del Parque.
Álvez insistió en que los seis delincuentes llegaron en una “actitud organizativa” a la vivienda de Toledo dado que habían planeado con antelación hurtar las banderas.
Conductas como estas se seguirán indagando, porque hace algunos meses los mismos involucrados en el hecho de Toledo participaron en amenazas de muerte a otros hinchas de Peñarol.
Los delincuentes “tenían información” acerca de a quién amenazaban. En la audiencia se dejó constancia de que los hinchas tricolores amedrentaron a personas conociendo “sus movimientos, por dónde vivían y sus lazos familiares”. Una actitud similar repitieron en Toledo, porque sabían de antemano que en esa casa había banderas de Peñarol.