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22 de julio 2024 - 13:07hs

La Ordenanza 14 de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) es el protocolo que rige sobre los colegios privados. Después de casi 30 años, la ANEP comenzó un proceso para actualizarla y abrió el debate. Fue en este marco que las instituciones católicas pidieron, entre otros, un cambio específico debido a la "inutilidad" de una tradición: que se le deje de pedir a los niños de escuela que prometan la bandera.

"Entendemos que la solicitud de promesa de la bandera es innecesaria dada su inutilidad para requerimientos posteriores", planteó la Asociación Uruguaya de Educación Católica (Audec).

Sin embargo, este planteo fue desestimado. Ni siquiera se debatió. La nueva ordenanza, aprobada por el Consejo Directivo Central (Codicen) el 10 de julio, establece en su artículo 24°:

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  • "La promesa de fidelidad a la Bandera Nacional será recibida por el Maestro Director de la institución habilitada de Educación Inicial y Primaria."
  • "El juramento de fidelidad a la Bandera Nacional será recibido por el Director de la institución habilitada de Educación Media y/o Técnico Profesional quien suscribirá los certificados correspondientes conforme la normativa vigente."

Aunque las autoridades educativas desestimaron el pedido, volvió a surgir una pregunta antigua: ¿tiene sentido hacer que niños prometan la bandera cuando probablemente no entiendan qué significa? ¿Y qué pasa con la jura de la bandera en primero de liceo? El debate se vuelve más interesante al tener en cuenta el origen de este requisito: una ley sobre servicio militar obligatorio en Uruguay durante la Segunda Guerra Mundial.

Empezar a discutir la promesa y la jura de la bandera

Selva Pérez Stábile fue inspectora técnica de Primaria –el cargo máximo en la carrera docente e independiente de las decisiones políticas– desde 2019 hasta 2023. En abril renunció como "gesto político". Quería promover cambios más profundos que los que se hicieron en la última reforma educativa.

Pérez suele criticar el "adultocentrismo" en la sociedad y en la educación. Esa es una de las perspectivas desde las que cuestiona si la promesa de la bandera, e incluso la jura, debe ser obligatoria. Otra perspectiva es la que la lleva a preguntarse cuál es el origen de esta tradición.

"Yo creo que es un tema que deberíamos empezar a discutirlo, despojándonos de los prejuicios y también de que políticamente quede bien o no", dice a El Observador.

En primer lugar, la "promesa de la bandera es un acto simbólico" que se hace en primero de escuela. Precede a la jura, un proceso que luego sí se pide para entrar a la universidad o para trabajar en la administración pública. La promesa en sí misma no tiene ninguna aplicación.

"Deberíamos preguntarnos para qué lo hacemos y qué implicancia tiene eso en las niñeces. Porque a lo mejor a los adultos nos parece un gesto hermoso, emotivo. Está estipulado que los niños tienen que desfilar por delante de la bandera, saludar la bandera. Hay una cantidad de gestos que se comprenden desde la adultez, pero no desde las niñeces", argumenta.

"A mí me parece que de por sí no se justifica, se justifica solamente en el entendido de que a los adultos nos cae bien, nos parece bien. Y tendríamos que preguntarnos por qué nos cae bien", dice Pérez.

Ella ha luchado también contra el régimen de elección de abanderados (como plantea en su libro ¿De quién es la escuela?. En su propuesta a la ANEP, por la Ordenanza 14, la Audec también pidió que se explicite que "cada institución tiene la potestad de tomar su propio criterio ante la selección de abanderados que no sea puramente académico". "Entendemos que se deben primar otros criterios, por ejemplo el competencial", añadió. La nueva redacción tampoco contempla este pedido.

En cualquier caso, para la exinspectora no se trata de discutir el símbolo patrio de la bandera, sino de problematizar sobre los rituales asociados a ella, "en los que involucramos a las niñeces y a las adolescencias".

"Se han instituido cuestiones, rituales, convenciones y las hacemos porque siempre se hizo así y no nos damos el permiso a pensar por qué se hace eso y de dónde viene", señala.

El origen de la jura: servicio militar obligatorio

En Cual retazo. Anacronismos de jurar la Bandera (2005), el historiador Leonardo Borges advierte el origen de la obligatoriedad de que toda la población jure la bandera. Es el legado de una ley que nunca se aplicó.

En julio de 1940, plena Segunda Guerra Mundial, se promulgó en Uruguay la ley de instrucción militar obligatoria.

Como señala Borges, esta ley "tiene tras ella una serie de reglamentaciones y decretos que la apoyan". Hubo un primer decreto, el 886, que reglamentó "todo lo concerniente a la Instrucción militar".

En 1943 lo siguió otro decreto, el 2316, "que vuelve a reglamentar, esta vez, solo lo concerniente a la Jura de fidelidad a la Bandera". "Este decreto homogeniza el juramento para todas las personas", dice el historiador en Cual retazo.

"(...) si bien las formalidades son las mismas y el espíritu también, en un principio solo juraban los militares (los civiles prometían)", explica el libro. El decreto de 1943 "hace que todos juren bajo la misma fórmula".

"Ya no una promesa, sino más bien un juramento. El 10 de junio de 1943, el decreto 2372 concerniente a la Jura de la Bandera, determina cómo deben actuar en circunstancias que se expresan, los directores y jefes de repartición. O sea que, como los directores también debían jurar, si no lo hubieran hecho. Del 14 de junio del mismo año, es el decreto que dispone cómo se tomará el juramento en el ministerio y sus dependencias, simplemente formalidades internas del ejecutivo", continúa Cual retazo. Otros decretos que lo siguieron van en este último sentido.

Hubo otros decretos, hasta 1965, pero de menor importancia: regulaciones, exhortaciones, etc.

Aunque la ley de servicio militar obligatorio nunca se aplicó en Uruguay, su mandato de que todas las personas juren la bandera sigue 80 años después.

"No sé si el Uruguay está preparado"

"Hay tantas preguntas que nos tendríamos que hacer", sostiene la exinspectora Selva Pérez.

"Yo me inclinaría por el hecho de decir: saquémosle el velo de el velo de lo instituido y empecemos a buscar lo instituyente en eso", señala.

"Yo instalaría en principio ese debate, pero no sé si el Uruguay está preparado para debatir. Lo que nos ha pasado eternamente en todos estos temas es que se partidiza, se le pone color al argumento en relación a los partidos políticos".

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