Los expertos ubican el comienzo de la llamada "epidemia del crack" en Estados Unidos a mediados de la década de 1980. No tuvo su epicentro en los barrios complicados de la costa Este –como el Bronx o Harlem- sino en Los Ángeles, particularmente entre la comunidad negra.
Una primera diferencia del arribo de la pasta base a Uruguay es el origen de la epidemia estadounidense: no tuvo que ver con la falta de sustancia sino con la abundancia. Los colombianos, gracias a los canales que le habilitaban los mexicanos (que luego se quedarían con todo el negocio) inundaron Estados Unidos del polvo blanco al punto que su precio tocó un piso. Era necesario apelar a otra droga para hacer dinero.
Otra diferencia: en Uruguay el Estado siempre la combatió, pero en Estados Unidos (EEUU), aunque cueste creerlo, la incentivó. En 1985, en secreto y al margen de la ley, la CIA, bajo el gobierno de Ronald Reagan, permitió a narcos centroamericanos llenar de crack las calles estadounidenses y utilizar ese dinero para enviar armas a la contra nicaragüense que combatía a los sandinistas. El film "Matar al mensajero" exhibe el caso y el triste papel que jugaron los grandes medios ante la revelación de la corrupción por parte de un pequeño diario. Luego de idas y vueltas, el Parlamento de EEUU confirmó la investigación que entonces publicó un pequeño diario local, el San José Mercury News.
Pero la epidemia que comenzó a mediados de los 80 se apagó como una vela a mediados de los 90.
Los expertos han ensayado todo tipo de teorías para explicar esto y en tanto no son concluyentes no vale la pena abundar en ellas salvo señalar que, a diferencia de Uruguay donde la pasta base sigue generando violencia entre narcos (el Ministerio del Interior informó que la mitad de los homicidios se da entre delincuentes y la mayoría vinculados al narcotráfico) en Estados unidos la territorialización del tráfico contribuyó a bajar los niveles de violencia: tú vendes allá, yo acá y evitamos problemas.
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