"El rock en Latinoamérica está quieto"

El nuevo tatuaje de José Palazzo está en su mano izquierda y se lo hizo su hijo. Son una serie de gotas de sangre. Se pone el índice sobre la cara, debajo del ojo, y dice que el tatuaje fue para hacer ese gesto, "como los mimos". Palazzo es músico, manager y productor musical. Este cordobés ha organizado shows de artistas como Bob Dylan, Guns n' Roses y Justin Bieber en Córdoba, Argentina, y es el padre del Cosquín Rock, el festival que desde hace 18 años se realiza en esa localidad de la provincia cordobesa, y que ahora se desarrolla en siete locaciones del continente.

Montevideo es la séptima, El 6 y 7 de octubre en Landia será el debut del Cosquín en Uruguay, un acontecimiento que además de shows musicales va a incluir espectáculos, actividades, un sector infantil y gastronomía. Es un mes antes del Montevideo Rock, un festival con el que no comparte artistas, pero esa coincidencia de fechas no amedrenta a su productor.

El Cosquín es una experiencia. En Argentina tiene una variable que es la peregrinación, porque es en el interior, pero a su vez en el interior de la provincia, no en Córdoba capital. Si vivís en Buenos Aires tenés que hacer 700 kilómetros. Si vivís en Córdoba 90, y según en qué capital vivas 400 o 500. En Argentina el Cosquín empieza cuando salís de tu casa. La celebración pagana que tiene como final el encuentro de gente, de Ushuaia a La Quiaca, con uruguayos, con peruanos, con chilenos que viajan y se juntan.

Cuando empezamos a sacarlo a Latinoamérica nos dijimos "¿Cómo vamos a hacer para poder experimentar esa sensación?". En México lo logramos porque es en Guadalajara, entonces va gente de Ciudad de México, de Chihuahua, de León. El desafío fue en otros países. Acá estamos contentos porque es en Landia, en Canelones, que por lo menos te implica tomar un colectivo. Pero hay departamentos desde donde van a venir bandas. Vamos a hacer un preCosquín en cada departamento, y de ahí van a surgir bandas que van a estar en el festival, entonces queremos que la gente viaje con ellos, que pase el día en la playa y a las dos de la tarde entren y se encuentren con dos escenarios, con stand-up, con duelos de rap, con comida, opciones para pasar un día distinto. Si bien va a ser más chiquito que el de Argentina, el espíritu está en eso. Hay que ser conscientes y lógicos de que es la primera edición En este caso vamos a traer artistas argentinos y de otros lugares para que compartan con los uruguayos. Pero siempre lo hacemos con recursos locales: nosotros invertimos dinero, pero lo transformamos en una industria local.

Las bandas uruguayas en Argentina son muy locales. De hecho La Vela acaba de grabar su nuevo disco en Córdoba y lo van a presentar allá, probablemente. Esa es la diferencia entre los dos públicos. El público argentino tomó como propias a las canciones de La Vela, de No Te Va Gustar o del Cuarteto. Y el uruguayo sigue considerando a la que viene como una banda argentina, aunque le guste mucho. Los Cosquines buscan integrar, que vos sepas que es una banda argentina, pero que te terminen gustando sus canciones. Y darle fuerza al rock local. Esto del preCosquín ayuda a sumar bandas que no son muy populares pero son uruguayas; le agrega consumo y ayuda a desarrollar una industria que creo que está mesetada. El rock en Latinoamérica está quieto. La música electrónica o el trap tienen más inquietudes.

Hay que generar un momento para acompañar a los nuevos talentos, o a los que ya son clásicos pero necesitan moverse. Al tener seis sedes, el festival puede ser una alternativa piola para eso.

Hace un año y medio empezaron a surgir nuevas bandas en Argentina con propuestas interesantes. El mató a un policía motorizado, Los Espíritus, Eruca Sativa, hay grupos de Mendoza muy interesantes como Usted Señálemelo y Perras on the beach; Barco, Indios, Banda de turistas. Argentina entró en una ebullición de nuevas tendencias, y eso en algún momento va a repercutir en Latinoamérica. Hoy salir por el continente es un trabajo antieconómico para las bandas. Antes los sellos tenían un presupuesto para llevarlos a hacer prensa por todo el continente, hoy es imposible. Las bandas tienen que autogestionarse y ahí está el signo de pregunta. Las redes sociales son tal vez la ayuda a eso, pero sin verlos en vivo no te hacés la idea completa. Nosotros queremos ayudar a eso. Ser la autopista para que las bandas toquen en Latinoamérica.

En mi playlist de Spotify para correr o para terapia está solo Led Zepellin, Black Sabbath, algo de blues y hard rock y queda ahí. Pero, para trabajar armo listas con lo que me sugiere la gente. Mi hija me ayudó muchísimo, llamo a gente para que me ayude en lo que no sé. No reniego de cederle parte de la curación del festival a gente que colabora conmigo. Tratamos de que la gente se vaya del Cosquín sabiendo que vio un resumen de lo más destacado del año pasado y una proyección de lo que viene.

A La Mona la veo lo más seguido que puedo. Es un fenómeno muy especial de Córdoba y muy local. Escucho de todo, pero eso no quiere decir que me guste todo. No podría estar más de 25 minutos en una fiesta de electrónica. Es un fenómeno que no cuestiono, pero no lo entiendo. Si querés dedicarte a trabajar en la música tenés que saber que el mismo esfuerzo que le ponés a un show de Bob Dylan, tu ídolo máximo, se lo tenés que poner a Ricardo Arjona o a Maluma, porque de eso se trata. Generar las herramientas para que la gente se entretenga. Somos como los ginecólogos, trabajamos donde otros se divierten.

En los primeros seis años del festival, todos los artistas querían cerrar. Todos querían ser las letras más grandes. Después el Cosquín pasó a ser más importante que las bandas, entonces aceptaban todo. Y ahora estamos en una etapa que nadie quiere cerrar. Entonces son meses de discusiones convenciendo a las bandas. La logística también genera sus bemoles, algún artista que llega tarde porque se le quedó la camioneta, o que tiene que viajar dos horas. Acá en Uruguay el dolor de cabezo vino porque bandas muy importantes ya tenían compromisos previos y fue un bajón anímico saber que no nos podían acompañar.

Charly eran úlceras particulares que llevaban a la taquicardia. Todos me decían 'para qué lo vas a traer si sabés que te hace esto'. Y yo tenía la esperanza de que no sucediera pero sucedía: llegaba tres horas tarde, o lo traíamos contramano en la autopista, o pedía cosas que no se podían cumplir y se enojaba, o tocaba cinco minutos. Hoy son anécdotas, en su momento las sufrí mucho.

Soy amigo de Charly, colaboro con él cuando lo necesita, pero él hace sus cosas por su cuenta. Me gusta más visitarlo que producirle un show. Su salud está mejorando mucho, y hay que cuidarlo, para que eventualmente vuelva a tocar, aunque sin pensar en giras o compromisos largos, porque no lo podría cumplir.

Programamos en base a las giras de los artistas que integran el festival. Esta vez, Ska-P viene acá y a Chile esa semana. Atamos los compromisos a esas giras. Nos adaptamos a lo que suceda, no hay más remedio.