Fútbol > ENTREVISTA A ANDRÉS SCOTTI

"Mis principios no los transo por nada"

El exjugador habló del respeto que genera la selección, que el Complejo Celeste es "un oasis en el desierto" y explicó las enseñanzas del Maestro
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25 de febrero de 2018 a las 05:00

¡Pah, qué pregunta! Estaría bueno que te definiera otro. Definirse uno es complicado. Me gustaría que me definan simple, intenso en la forma de vivir, intento disfrutar cada momento, a veces duermo muy poco, por eso mismo, por no perderme nada de tiempo, con el lema de disfrutemos el hoy porque mañana no sabemos qué va a pasar. Y así fue un poco lo que intenté durante mi carrera.

¿Cómo se define?

¿Cómo fue llegar con 15 años a Flores para jugar?

Iba y venía. Al principio iba a la casa de un amigo, después me empezó a ir mejor, me quedaba en el club y después me pagaban un hotel. Iba el fin de semana y en la selección de Flores me quedaba todo el verano. Estudiaba en Don Bosco, llegaba el viernes y me volvía el lunes en el ómnibus de las 3 o las 5 de la mañana. Llegaba derecho a estudiar sin dormir. Arranqué de delantero y terminé de lateral izquierdo.

¿Lo marcó esa etapa en Flores?

¡Sí! Me marcó a fuego. Fueron los cimientos de mi carrera. Aprendí de un amigo, Marcelo Lateulade, que me invitó a jugar allí y también de la Liga Universitaria en Nacional, un poco los parámetros del cuidado de entrenar como profesional. En la semana me entrenaba solo y vi que cuanto más lo hacía, tenía mejores resultados y reconocimiento y venían los premios que te pagaban un poco más. Y me gustaba devolverle a la gente que confiaba en llevarme con un buen rendimiento o preparación.

¿Cómo llegó a Central?

Por referencias después de haber sido campeón del Sur con la selección de Flores. La posibilidad de ser jugador de fútbol, se me pasó por la cabeza recién a los 17 años. Quería terminar mi carrera de artes gráficas en Don Bosco por si me rompía una pierna y me quedaba sin nada y lo hice. Llegué primero a Defensor, pero no me tuvieron en cuenta y me fui a Central. Me probaron y quedé.

Estaba Omar Borrás de técnico.

Sí, porque en realidad cuando llegué me probó Gualberto Díaz y quedé, pero lo cesaron enseguida y siguió Borras. Se puede decir que tuve dos técnicos de la selección y los dos mundialistas, si contamos al Maestro.

Su caso es raro porque no hizo juveniles.

Es raro. Diego (su hermano) tampoco, solo hizo un año de Cuarta y se metió en una sub 20. Pero hicimos mucho deporte. Mucho básquetbol, vóleibol, handball, fútbol, tenis, entonces, a nivel coordinativo lo que es alto y la parte motriz, se puede decir que tenías una ventaja y no tenías la agresividad de las pretemporadas que hacían los juveniles. Creo que por eso con Diego pudimos ser longevos y jugar hasta los 40 años ya que al cuerpo le dimos su desarrollo normal de hacer actividad deportiva saludable. La profesional no es saludable como la deportiva de club, porque te exige, te demanda jugar lesionado, con dolores, te lleva hasta el límite y reforzando la máquina mucho más allá. Siempre decimos que el deporte de alto rendimiento profesional, es insalubre. Te esguinzás y no le das un mes de recuperación natural que el organismo necesita. A los tres días estás jugando con un esguince. Al físico así, le das mucho palo.

¿Podías haber tenido futuro en otro deporte?

En básquetbol podría haber sido un base, pero no tenía altura. Cuando fui a Wanderers, me quisieron fichar Larrañaga y Domingo Savio. Pero no creo. No hubiera hecho la carrera que hice en fútbol. Sí podría haber competido y jugado años.

¿Quién lo llevó al golf?

Fue de grande, me llevó un amigo argentino que es cocinero. Cuando jugué en México, probé y no le pude ni pegar a la pelota. Un día fuimos a probar y me gustó y disfruto el deporte.

¿Le limpia la cabeza?

Te limpia. Pero también te lastima. Porque es muy desafiante. Debe ser de los deportes que te mantiene más humilde que cualquiera. Porque es frustrante todo el tiempo. Porque el día que creés que jugaste bien, al otro día, te arrastrás en la cancha. Creo que es el deporte más difícil del mundo. Porque jugás contra vos mismo que sos tu peor rival y no hay rival más jodido que uno mismo. El tenis es distinto, contra otro, le encontrás el punto débil y capaz que en un día malo, igual lo podés sacar. Pero en el golf, si estás cruzado, la pasás mal. Y es muy complejo.

¿Tiene algún referente mundial?

Tiger (Woods) fue el que movió todo a nivel mundial y televisivo. Hizo un marketing de un deporte que estaba "ahí" y lo llevó a otro nivel.

Cuando jugaba en Puebla de México, vino a Wanderers a ganar 10 veces menos. ¿Por qué?

Porque me desilusioné un poco del sistema. En México podés ser Messi, y no te contrata nadie, porque el sistema es tan corrupto, que es jodido. Eso me frustró. Vi que los empresarios manejaban todo el mercado, los propios empresarios daban las formaciones de los equipos. Renuncié y me vine.

¿Fue una cuestión de principios?

Sí, se podría decir de principios, de edad. Yo quería llevarme el mundo por delante, quería ganar y eso era más negocio que otra cosa. Hoy con los años lo veo un poco distinto. Hay que adaptarse a veces a algunas cosas, pero siempre cuidando mis principios. Esos no los transo por nada. Había perdido las ganas de jugar y entrenar. Pero llegué a Wanderers y estaba Daniel Carreño que siempre le agradezco de haberme devuelto la alegría de jugar a la pelota. Había un grupo divino. Daniel me hizo disfrutar lo simple: jugar a la pelota.

¿Qué sintió cuando llegó a Nacional del cual es hincha?

Fue muy especial. Mucha cosa emocional que te sacude de repasar toda una vida yendo a la Ámsterdam y el fanatismo. Es difícil de explicar en palabras. Siempre digo que hay cosas llevarlas a las palabras es complicado. Es como la selección. Hay tanta mezcla de orgullo, emoción, satisfacción, felicidad, no lo podría describir. Cuando empecé a jugar dije: "Ojalá pueda ser profesional", después "ojalá pueda llegar a los 30 en esto", después "ojalá pueda jugar en Nacional", "ojalá pueda jugar en Europa", "ojalá pueda jugar en la selección". Y cada cosa fue llegando y hoy decís "¡pah, pasó, qué lo parió!". Me emociona un poco. Cada cosa en su momento fue lo máximo. Cuando debuté en la Primera de Independiente de Flores con 15 años, para mí estaba jugando en el Camp Nou. Hoy repaso mi carrera y superó todas mis expectativas.

¿A veces la repasa?

No he visto ni un partido de un Mundial, no vi ni uno completo de la selección. Tengo recortes en cajas y algún día los veré. Mismo a nivel familiar, disfruto el momento y no estar pendiente de fotos. No tengo redes sociales, y veo que la gente que cuelga fotos y está más pendiente de eso que de disfrutar el momento. Eso va un poco con la forma de vivir. El celular lo uso para trabajar y trato de que mis hijos que son chicos no me vean en casa con el teléfono. Que exista la parte humana de charlar. Tampoco podés apartarlos de cómo marcha la sociedad. A veces nos pidieron juguetes electrónicos y les regalamos juguetes motrices. Les hicimos ver: "hoy estás en un desarrollo cognitivo y motriz que más adelante no lo vas a poder agarrar si no lo agarrás ahora". Entonces hay que discutir y hacerles entender. Y te dicen: "Pero papá, aquellos tienen y estos tienen". Y bueno, disfrutemos de lo que tenemos y no de lo que no tenemos.

Andrés Scotti
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No solo a nivel profesional, sino humano, me dejó muchísimo como experiencia de vida. Vivís cosas que a veces no valoramos de Uruguay: acá a tu hijo se lo lleva otro padre del colegio a dormir a su casa o a tomar la leche y después, otra familia te lo lleva al club. No existe más esa mancomunión de ayuda en ningún país del mundo. Eso solo se vive acá. Son cosas maravillosas que acá no valoramos. Había seguridad, más allá de la corrupción y la mafia, si no te metías, no pasaba nada. Yo los veía con un régimen como que estaban en guerra. Te controlaban cuando entrabas o salías del país como si fueras un delincuente o un espía.

Ahí en Rusia, ¿se puede decir que recibió la llamada más importante de su vida?

A nivel deportivo, sin dudas. Fue el llamado a la selección con 30 años.

¿Tenía ese capítulo cerrado?

No, porque en Chile en 1998 había sido el mejor volante del campeonato y haciendo goles. Justo Chile iba al Mundial y nosotros no. Casi que me querían para la selección chilena y en Uruguay ni me nombraban.

¿Piensa que pasaba algo por lo que no lo nombraban acá?

Y... bueno. Algo pasaba. Son cosas que se saben, que son vox populi, pero que no se pueden decir.

Fue el Dr. Pan quien lo llamó.

Sí, porque me conocía desde el club Malvín, la Liga Universitaria y Wanderers. Él siempre supo mi sueño de jugar en la selección. Entonces cuando el Maestro (Tabárez) lo incorporó al cuerpo técnico y le comentó la lista de los jugadores, él le pidió para darme la noticia. Me llamó a las 3 de la mañana. Sonó el teléfono y me dijo: "Te llamo por algo especial y te quería dar la noticia yo, pero no podés decir nada. Vas a estar en la selección". Ahí como que salió el sol. Estaba durmiendo y qué iba a seguir... Me hice el mate y para mí empezó el día. No dormí hasta el otro día. Me costó bastante.

¿En Argentinos Juniors fue que le dijo a Palito Pereira que lo veía para la selección?

Palito me decía que no lo llamaban. Y yo le dije: "Quedate tranquilo que llegás, es cuestión de tiempo". Estaba haciendo un año bárbaro. Mario (Rebollo) o alguien del cuerpo técnico me habían preguntado cómo era él. El negro tenía una actividad física importante y andaba muy bien.

Usted fue el jugador más veterano en la historia que vendió Argentinos Juniors.

Sí. El presidente me decía que no me quería vender. Me quedaban seis meses más de contrato y tenía 34 años. Habíamos tenido a los mellizos, mi señora estaba embarazada y había un tema complicado de delincuencia en Argentina. Habíamos visto encañonar a una persona en la autopista, un día antes le habían pegado el tiro al Negro (Fernando) Cáceres, mi señora había salido al banco y a una mujer la habían asaltado. Aquella entró en pánico y dije: "Vámonos", por un tema de calidad de vida que siempre fue la prioridad: priorizar la familia.

Hablando de la familia, usted vivió dos episodios complicados con el tema salud, uno con su señora y otro con su hija Juliana. ¿Cree en Dios?

(Se emociona hasta las lágrimas). (Pausa). Sí, tengo fe. Soy siempre optimista por naturaleza. Ese tema de Juliana siempre me emociona.

¿Cómo fue vestir la celeste por primera vez?

¡Pah! Emocionante. Siempre digo desde los primeros a los últimos himnos, se me caían las lágrimas. Siempre lo tapaba con la transpiración. Cuando debuté ante Irlanda del Norte en Estados Unidos en 2006 en una cancha de sintético, estaba lloviendo y se me caían las lágrimas. Me daba vuelta por eso del hombre que tenemos que no querés que se note. Lo fui controlando con el tiempo un poquito. Estaba bueno emocionarse. A mí me encanta eso.

¿Y el himno es tan importante?

Es algo simbólico que te hace aterrizar y ponerte en contexto. A mí me gustaba llegar al vestuario, mirar el escudo y valorar y me decía: "Estuve jugando en la Liga Universitaria, en Flores, mirá dónde estoy jugando ahora. ¡En la selección de mi país! Parece mentira". Ahí valoraba las corridas en soledad por Avenida Italia cuando entrenaba. Todo eso tiene su premio.

¿Cómo fue la anécdota con el médico de Argentinos Juniors?

Estaba en Argentina y como nunca me importó mirar un sorteo del Mundial con quién nos tocaba jugar, ni lo miré. Al otro día llegué a entrenar y el Dr. Artese me dijo: "Andresito, qué lindo. Vas a Sudáfrica un par de semanitas y te volvés. Por lo menos, conocés Sudáfrica" (se ríe). Me acuerdo que le aposté a un muchacho que se encargaba de todo el equipamiento de golf en Buenos Aires, que si Uruguay llegaba más lejos que Argentina en el Mundial, él me daba todo gratis, y si era al revés, yo le daba todo mi equipo. Despúes le mandé un mail: andá preparándome todo. Y me equipó.

¿Cómo define al Complejo Celeste?

Un oasis en el desierto en Uruguay. Parece que estás en otro país. En todo. En cómo te reciben, cómo se respira, cómo se habla, cómo se comporta la gente. Hay otra atmósfera descontaminada en relación a lo que es nuestro fútbol. Se genera una atmósfera mágica. Aparte hasta los gurises te saludan. Capaz que vas a las inferiores de un equipo y ni bolilla te dan. Es un temita de respeto y que ahí se respira otra cosa. Es una lástima que no lo podamos replicar en todos los equipos, que se mamen esos valores y se trabaje fuerte en ellos.

Más allá de su agradecimiento eterno al Maestro, ¿qué enseñanzas le dejó?

Mucho a nivel humano, de cómo manejarse. Más allá del cariño y del afecto que tiene con los jugadores, siempre supo separar las cosas. No mezclar. Cuando alguien tuvo que quedar afuera, siempre la prioridad era la selección. Quieras o no está representando a un país. Nosotros hablábamos y decíamos: "¿Cómo no va a llamar o decirle a fulano tal cosa?". Y él siempre dijo: "Si alguien quiere una explicación, que venga y se la voy a dar. Pero nunca va a haber una explicación que lo conforme. Cuando alguien creo que debe estar, lo convoco y cuando a alguien no lo llamo, no es que no esté, capaz que hay otro que está mejor. Qué feo que si alguno viene a pedirme una explicación y le voy a decir: '¿Sabés lo que pasa? El otro anda mejor'. No lo voy a conformar porque para cada uno de ustedes, ustedes son los mejores". Siempre fue claro en eso. Yo no quería explicaciones. Siempre le rescato la forma, el respeto, el tratar a todo el mundo por igual y eso me dejó una enseñanza en la parte humana de cómo manejarse. Si sos claro, transparente, no hay grandes misterios.

Normalmente en la vida uno cosecha lo que siembra. ¿Qué sembró el Maestro?

Mucho respeto. Si me preguntan dónde está el cimiento del proceso, es en el respeto. A todo: al compromiso, a la adhesión. El proceso celeste se basa en ese valor, el respeto que hoy nos cuesta horrores mantenerlo latente en la sociedad. Faltamos el respeto constantemente a las normas, al habla, las normas de convivencia las transgredimos. Hoy la selección en el mundo es respetada, como también es respetada a nivel interno.

Los uruguayos, ¿disfrutamos o la sufrimos a la selección?

Los uruguayos no escapamos a las reglas de la sociedad. Estamos muy exitistas. Tenemos una historia muy exitosa y pensamos que con eso ya competimos, y ya no existe más eso. Disfrutar que tenemos una selección que está a la altura de cualquiera, vale muchísimo, cuesta horrores tenerla. Nos cuesta valorar y disfrutar. El día que aprendamos a valorar ese simple hecho, después ganar y perder, va y viene, pero estar a la altura y durante tanto tiempo, no es changa.

¿Cómo recuerda a Walter Ferreira?

(Se emociona). Con Alberto (Pan) fue uno de los que nos empujó a hacer este proyecto del centro deportivo. Antes de irse (de morir) lo acompañé porque se quería comprar una casita en Bella Vista. Estuvimos un día entero y recorrimos todo. Vivió todo el tiempo para el laburo, ayudando gente. Una persona increíble. Vocacional 100%. Su lugar de rehabilitación era su casa. Estaba desayunando y estaba curando a alguien. Tenía vocación y sabía mucho. Nadie te agilizaba más una recuperación que Walter a nivel mundial, porque venían consultas de todos lados.

Andrés Scotti
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Dentro de la selección, ¿cómo vio evolucionar a Luis Suárez con el paso de los años?

Lo que es hoy Luis a nivel mundial, es increíble. Lo vi evolucionar mucho a nivel físico y profesional en su cuidado. Desde que se fue al exterior aprendió a educarse de cómo alimentarse, erradicar gaseosa, pasarse al agua, pequeños detalles que veías que mejoraba en su físico. Se profesionalizó. Lo vio en su rendimiento y aparte tiene una mentalidad muy ganadora, muy competitiva todo el tiempo. Por algo está ahí.

¿Cómo se enteró que no iba al Mundial de Brasil?

Fue raro. Pensé que iba. Igual no me amargó ni nada porque me puse como meta que Uruguay fuera al Mundial. Quería terminar la Eliminatoria. Por edad calculaba que estaba medio justo. Fui a jugar el Repechaje. En parte pensé que iba a Brasil, pero después se hizo un amistoso y no me convocaron y pensé: "Pinta que no, me parece". Me dio pena porque ese semestre en Nacional me sentí espectacular, pero Nacional fue un desastre. Esa es la importancia del equipo y de cómo te ven de afuera. A veces no va cómo estés vos, sino que el que te hace ver si estás bien es el equipo. Si estás volando y el equipo anda mal, no resalta nadie. Si vos andás mal y el equipo vuela, andás bien.

¿Pero lo llamó alguien para decirle que no iba?

No. Quedé fuera de la lista final naturalmente. Agradecí y se cumplió lo que yo quería: que clasificara Uruguay.

¿Cómo vivió desde acá como excompañero, lo que sucedió con Suárez en ese Mundial?

Te da bronca. Me puse en el lugar de ellos y me imaginé que iban a acumular bronca y eso los desgastó ante Colombia. Si jugaban enseguida de la suspensión, le ganaba Uruguay. Se quiso hacer justicia ejemplarizante y no es así. Suspendelo, dale algunos partidos. Yo viví algo similar que no me gustó nada en un clásico de verano cuando el Lolo Estoyanoff le pegó una piña a Pablo Álvarez que los querían meter presos como si hubieran asesinado a alguien con 40 mil tipos arengando para que se mataran. Y quedó ahí, en dos piñas. Y salió alarma pública. En este país hay cosas mucho más jodidas que una piña en una cancha. ¿Que no estuvo bien eso? No estuvo bien. Pero juzgalo de otra manera, no quieras poner medidas ejemplarizantes porque el problema es de la sociedad, no es del fútbol.

¿Le dolió que sacaran a Sebastián Bauzá de la AUF?

Lo que me molesta es ver manejos corruptos o irreales cuando llega una propuesta económica por seis veces más y va a votación y se vota lo opuesto. Que la corrupción o el poder de decisión estén condicionados a acuerdos comerciales me molesta porque no deja crecer a nuestro fútbol o la libre competencia. Ojalá que vuelva a la cancha la libre competencia. Pero no es fácil. Acá hay muchos favores que van y vienen. No funcionan como empresas y hasta a nivel de elecciones de los clubes muchas veces complican el crecimiento de las instituciones. Me pasó de verlo en Nacional, cuando vienen períodos electorales, no dejan crecer al club porque el otro no quiere dejarle algo para que el que viene inaugure algo. Se olvidan de la institución y cada uno procura hacer su carrera política o tener su ego, y el club siempre queda en segundo plano.

¿Piensa que los dirigentes deberían profesionalizarse?

Sin duda, deberían ser rentados y responder. Hay muy buenos dirigentes, muy pasionales, me encanta. Pero siento que hay presupuestos, números y nadie se hace responsable de nada porque no es de nadie. Los clubes se endeudan, nadie se hace cargo de nada y ahí está nuestro fútbol a la deriva. No hay controles.

¿Cómo vio desde afuera la lucha del Movimiento Más Unidos Que Nunca?

Bien. Tiene sustento la lucha, tienen razón. Las instalaciones son un desastre, las canchas también. Ver que blanquean algunas cosas y que los fondos que llegan al fútbol se distribuyan de buena manera, es bueno. Siempre digo que a veces tenemos muchos clubes para un país tan chico y pienso: "Estamos dando muchas migas de pan, para después pasar hambre. Mejor da un buen refuerzo y no des tantas migas de pan". Es complicado. A veces se habla de la pérdida de fuentes laborales y eso es relativo. Prefiero que haya en vez de 20 equipos más o menos en lo económico, 10 realmente profesionales.

¿Cómo le gustaría que lo recordaran sus hijos?

Simple, buena gente y nada más. No me importa que sean grandes académicos, sino buenas personas. Así me crió mi vieja. Que recuerden que fui un papá simple que me gustó vivir intenso, con buenos valores y respetuoso.




"DELY VALDÉS FUE MI ÍDOLO"

¿Tuvo algún ídolo?
(Julio César) Dely Valdés. Cuando entraba a la cancha yo era "Dely". Cuando me fui a jugar a México, Dely volvió a Nacional y jugó con mi hermano Diego. Lo llamaba a Diego: "Decile que es mi ídolo", le decía.

¿Cómo fue ganar dos veces el Uruguayo con Nacional?
Lo disfruté a pleno. El primer título en 2002 debuté con dos goles y en la final con Danubio me fui con un gol también. El segundo, fue distinto, me agarró más maduro y por desgracia ya había perdido esa pasión, esa irracionalidad de gurí.

¿Cómo era Marcelo Gallardo como técnico en sus inicios?
Muy bien. Fuimos campeones y me encantó la claridad en sus conceptos, lo simple y lo concreto en sus mensajes. Fue un aprendizaje para él también. Es más chico que yo. Un día le dije: "¡Pará, guacho!". Fue cómico tener a un técnico más joven. Fue interesante y una buena experiencia.



LOS PENALES ANTE GHANA Y ARGENTINA

¿Cómo fue patear aquel penal en aquella definición ante Ghana en Sudáfrica?

Utilicé una estrategia que me dio Carreño: no pensar mucho ni en cosas positivas ni en negativas. Enfocarme en lo que iba a hacer. Pensé que fuera fuerte al medio y que la pelota no se levantara porque era la Jabulani que volaba mucho.

Contra Argentina en la Copa América 2011 fue distinto.

Sí, porque tuve que entrar enseguida por Mauricio (Victorino), se habían puesto recién 1-1 y a los pocos minutos echaron al Ruso (Pérez). Pero veníamos tranquilos con el Mundial arriba, el equipo estaba muy aplomado.

¿Y ese penal cómo lo vivió?

Tiene similitudes con el de Ghana. Fueron importantes los dos. Esa para nosotros era la final. Sabíamos en la interna –respetando al resto– que sorteando ese partido, iba a ser difícil que nos sacaran la copa.

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