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¿Neo Guerra Fría? Los intereses que Rusia, China y EEUU tienen en Venezuela

La crisis en Venezuela plantea un desafío político y económico para las tres naciones que están fuertemente involucradas
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30 de enero de 2019 a las 05:03

Por Camila Silvera

Tres países que son potencias internacionales, con sus respectivos intereses, reaccionaron de manera diferente ante una misma crisis estatal.

Desde que Juan Guaidó se autoproclamó presidente interino de Venezuela, recibió el apoyo instantáneo del gobierno de Estados Unidos que ya especificó que no descarta ninguna opción en caso que Nicolás Maduro siga aferrado al poder. 

Por otra parte, China y Rusia reconocen a Maduro como el presidente "constitucional y legítimo" de Venezuela, y califican el accionar de la oposición como un "golpe de Estado".

Mientras que China defiende a rajatabla el principio de no intervención, el gobierno ruso alertó sobre la posibilidad de que Estados Unidos intervenga militarmente en Venezuela. Por eso, en los últimos días, una empresa privada de seguridad rusa vinculada al Kremlin envió 400 hombres para reforzar los primeros anillos de seguridad del chavismo.

De igual manera, Maduro expresó que las Fuerzas Armadas se están preparando para defender al país "de cualquier invasión". De ser así, China y Rusia serían los más importantes aliados de Venezuela en un conflicto armado.

Pero lo cierto es que los tres países tienen serios intereses en el país caribeño, sobre todo en la cuenca del Orinoco.

Estados Unidos: un socio comercial relevante

Por un lado, Estados Unidos ha jugado un rol clave en el reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela, además de incitar a otras naciones a que lo hagan.

Acusado por Maduro y otros mandatarios de ser quien impulsa y financia este "golpe de Estado", el gobierno estadounidense redobló las apuestas y tomó duras medidas como pedirle a sus ciudadanos que no viajen a Venezuela, aplicarle sanciones a Pdvsa y solicitar a los militares venezolanos que apoyen a Guaidó.

La administración de Trump le pegó a Venezuela donde más le duele: las ventas de petróleo. La presión se concretó pidiéndole a las firmas petroleras con sede en Estados Unidos que negocien el crudo solo con la nueva administración que, según los norteamericanos, es la única que tiene legitimidad para hacerlo.

En general, el petróleo y sus productos derivados representan 93% de las exportaciones venezolanas y, en consecuencia, son la actividad que más divisas le genera. Las ventas a Estados Unidos son el 20% del total de las ventas de crudo. Y Estados Unidos paga cada litro de petróleo que le compra a Venezuela, a diferencia de los aliados del régimen que tienen cuenta corriente para descontar sus favores.

La actividad comercial entre ambos países, a octubre de 2018, fue de US$ 15 mil millones, de los cuales US$ 11 mil millones fueron compras de Estados Unidos a Venezuela. 

A esto hay que sumarle otra relación problemática: Estados Unidos es sede de uno de los más importantes activos petroleros de Venezuela. Se trata de la refinería Citgo, ubicada en Houston, que ha estado en la mira no solo de empresas estadounidenses sino también canadienses, que quieren cobrarse las deudas que tiene el gobierno venezolano con ellas.

La ruptura de relaciones entre los dos países puede marcar un punto de quiebre en la situación de Venezuela: si Estados Unidos presiona, dejaría a Venezuela sin varios millones en exportaciones y en riesgo el mayor de los activos de refinación.

Rusia: el aliado de las armas

En el caso de Rusia, la preocupación se centra en que si Maduro tuviera que dejar el poder, se quedarían sin su único aliado en la región y sin poder recuperar varias de las inversiones que ha hecho. La alianza entre estos países comenzó con el gobierno de Hugo Chávez y desde entonces Rusia se convirtió en el segundo acreedor de Caracas, por detrás de China.

En un principio, los acuerdos entre ambos países eran sobre todo en materia de compras militares.Desde 2005, Venezuela compró un total de US$ 11 mil millones en armas rusas, según los cálculos de varios medios del país, lo que convierte a Moscú en el primer proveedor de armas del país sudamericano.

Pero luego, el país presidido por Vladimir Putin también inició importantes inversiones en el sector petrolero y minero de Venezuela.

Estas inversiones fueron de miles de millones de dólares, principalmente a través de la petrolera semipública Rosneft, dirigida por el influyente Igor Sechin, muy cercano a Vladimir Putin, que visita Caracas con frecuencia.

Rosneft participa en varios proyectos de exploración y de producción de petróleo y gas en Venezuela junta a la petrolera nacional venezolana Pdvsa, ahora bajo sanciones de Washington

Una parte de la deuda de Venezuela con Rusia se reembolsa con hidrocarburos en virtud de acuerdos entre Pdvsa y Rosneft. Rusia aceptó además reestructurar esa deuda en varias ocasiones.

El principal foco de atención del gobierno ruso está en que las deudas sean saldadas y que los contratos que mantiene con Venezuela no se rompan.

China: la billetera venezolana

Por otra parte, la participación de China en Venezuela se deriva del plan del presidente Xi Jinping para extender la influencia de Pekín a nivel internacional. A raíz de las ambiciones globales de China, tanto Hugo Chávez como Nicolás Maduro recibieron el apoyo financiero de este país.

A pesar de que otros países se han retirado de hacer negocios con Venezuela, China duplicó su apoyo. Durante la última década, Venezuela recibió más de US$ 62 mil millones de China, principalmente en créditos, lo que representa el 53% de todo el dinero prestado por China en América Latina. 

El gigante asiático posee actualmente un valor de US$ 23 mil millones de la deuda externa de Venezuela, por lo que es el mayor acreedor del país y, hasta hace poco, era esencialmente el único proveedor de efectivo para ayudar al gobierno de Maduro a pagar su deuda.

Las inversiones se centran en la extracción de recursos naturales y el comercio de manufacturas de alto valor agregado de China para productos básicos de América Latina. Si bien China puede apuntalar estas economías ahora, un cambio en sus demandas de productos básicos o el descubrimiento de productos más baratos en otros lugares podría dejar a la región devastada.

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