Las realidades de los miles de presos sin condena quedaba plasmada en escritos judiciales que iban y venían entre los despachos de los jueces y los fiscales. Muchas veces, reposaban allí por meses —o incluso años— en medio de extensísimos procesos penales que no eran fluidos. El sufrimiento de las víctimas no era un elemento considerado en ninguna de las etapas del proceso, del que casi no tenían información. Ni las víctimas ni la opinión pública, a quien se le vedaba información por la reserva de los casos.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá