La Justicia de Tacuarembó condenó a 30 años de prisión al tío de Esmeralda Ferraz, la adolescente de 14 años que fue violada y asesinada en agosto del año pasado.
El hombre de 36 años fue condenado como autor de un delito de homicidio muy especialmente agravado por femicidio y además de la cárcel se impuso el cumplimiento de medidas de seguridad eliminativas, entre uno y diez años, que comenzarán a regir luego de la pena, informó la Fiscalía General de la Nación.
El homicidio ocurrió el 31 de agosto de 2019 durante la madrugada, cuando la adolescente estaba acostada en su dormitorio, una pieza en el exterior de la casa que fue acondicionada para ella 15 días antes de su muerte. Su tío entró, abuso sexualmente de ella, la tomó por el cuello y la asfixió para que no contara lo que sucedió.
Luego de la muerte de la adolescente, el hombre la vistió y trasladó su cuerpo hasta un invernadero, ubicado en el mismo predio, y limpió la escena del crimen. Luego cargó el cuerpo de la víctima, tomó una pala y caminó una cuadra aproximadamente para sepultarlo en un terreno baldío en el fondo de la casa.
En el dormitorio de Esmeralda la policía encontró signos de pelea, como un espejo que estaba roto en el suelo, por lo que se dedujo que la adolescente intentó defenderse.
La familia, amigos y vecinos de la joven la buscaron durante cinco días, e incluso el femicida participó del rastrillaje. Luego de un intento de suicidio, el hombre confesó que había asesinado a su sobrina y aportó datos que permitieron encontrar el cuerpo.
El femicida permaneció en prisión preventiva desde que fue imputado después de confesar el crimen. La fiscal del caso, Claudia Lete, dijo a El Observador en ese momento que "nunca se quebró en la confesión ni en la audiencia de formalización” y detalló cada uno de los pasos que realizó con exactitud, incluso el lugar donde enterró a la adolescente en el medio del bosque. “Estaba más preocupado por él que por lo que realmente había hecho”, explicó Lete.
Además, en un momento de su declaración dijo que las relaciones sexuales fueron consensuadas, pero cuando la fiscal lo interrogó por las marcas de uñas en su piel, producto de la defensa de la joven, no supo qué responder.
La psiquiatra forense determinó que el hombre es “totalmente” imputable, no tiene patologías y “es capaz de entender sus actos”. En tanto, los vecinos del barrio lo definieron como una persona solitaria, sin demasiada interacción con los vecinos.
La joven se había mudado a la pieza exterior de la casa para no tener interrupciones mientras estudiaba –iba al liceo N° 5 de la capital departamental–, ya que compartía la habitación con sus dos hermanos más chicos.
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