Desde el 7 de marzo cuando se produjo la primera muerte en América Latina por la pandemia de coronavirus —un ciudadano de 64 años en Argentina— los países de la región han declarado, y profundizado, en las semanas siguientes las medidas de restricción para contener la propagación y dar tiempo a sus capacidades sanitarias de prepararse para el pico de la enfermedad.
Cada país, cada gobierno, siguiendo su propia hoja de ruta en la mayoría de los casos con evaluaciones y medidas similares, salvo Brasil y México, los dos países, vaya paradoja, más poblados de la región.
El cálculo de cuándo se producirá ese pico es aún impreciso. El presidente de Argentina, Alberto Fernández, lo estimó para la primera quincena de mayo. En Chile, el país junto con Uruguay con la menor tasa de mortalidad (0,33%), el director ejecutivo del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello , Héctor Sánchez Rodríguez, apunta hacia un período similar de unas cinco semanas.
Lo que sí es posible prever, de acuerdo a Sánchez, es que ese pico requería de "muchas más camas críticas", de Unidades de Cuidado Intensivo (UCI) y respiradores para asegurar mantener bajas las tasas de mortalidad. Y ese es el objetivo de las cuarentenas: aislar los focos y enlentecer la contagiosidad de la enfermedad y garantizar la mejor atención posible a los enfermos en su punto culminante.
Argentina, en simultáneo con el anuncio del primer fallecimiento, adoptó el 7 de marzo sus primeras medidas: suspensión de vuelos por 30 días de los países afectados (todos los europeos, más Estados Unidos, China, Japón, Corea del Sur e Irán); cuarentena obligatoria de 14 días para quienes tuvieran uno o más síntomas del Covid-19 o hubieran viajado a países afectados o estado en contacto con casos probables o confirmados. También se decidió el cierre de espacios públicos y la cancelación de eventos masivos
Fernández también informó sobre las responsabilidades penales a las que se expondrían quienes desobedecieran tales indicaciones.
Ecuador, que este lunes llegó a los 60 muertes por el coronavirus, la cantidad más alta de la región después de Brasil, decretó las primeras medidas de aislamiento social el miércoles 11 de marzo, dos días antes del primer fallecimiento: una mujer de 71 años.
Para ese viernes 13 había tan solo 23 contagios en el país, una cifra que se ha multiplicado por ocho desde entonces y que ha obligado al gobierno de Lenín Moreno a añadir medidas más restrictivas, de circulación vehícular y toque de queda de 15 horas entre las 14 horas y las 05 horas del día siguiente
Este lunes la ministra de gobierno, María Paula Romo, extendió el teletrabajo hasta el 5 de abril. Esta nación sudamericana, de 17.5 millones de habitantes, cumple ya tres semanas de confinamiento.
Perú registró la primera de sus 18 muertes el jueves 19 de marzo, cuando los contagios superaron los dos centenares de casos. Para entonces, el país llevaba cuatro días en "estado de emergencia nacional".
El gobierno de Martín Vizcarra produjo un "decreto supremo" que estableció el aislamiento social obligatorio de la población, el cierre de las fronteras, la suspensión de actividades laborales del sector público y privado con algunas excepciones. Además de una bonificación extraordinaria para el personal de salud y la entrega excepcional de recursos a familias de bajos recursos, entre otras
El despliegue de fuerzas militares y policiales por las calles ha vigilado el cumplimiento de las medidas, extendidas hasta el 12 de abril, con miles de detenciones.
Este lunes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)" advirtió a Perú por la promulgación de una ley que exime de responsabilidad penal a las fuerzas del orden en el marco de su patrullaje por la emergencia del COVID-19.
"La CIDH recuerda a Perú que el uso de la fuerza debe ser excepcional y satisfacer los principios de legalidad, absoluta necesidad y proporcionalidad, persiguiendo en todo momento reducir al mínimo los daños y lesiones que pudieran causarse", según un despacho de la AFP.
El número de casos de contagio en Perú se acerca al millar, la gran mayoría de ellos en Lima, hasta la tarde de este lunes.
En Venezuela, cuyo número de contagios apenas pasaba de los 100 casos, se registró el primer deceso el jueves 26 de marzo: un hombre de 47 años. Dos días después, el gobierno de Nicolás Maduro ordenó una cuarentena obligatoria para evitar la propagación del virus.
En medio de la crisis social, económica y política que padece desde hace años esta nación caribeña, se temen escenarios más graves que hasta los ahora reportados de tan solo tres fallecimientos.
En Brasil, donde aterrizó por primera vez el virus en la región el pasado 26 de febrero, informó del primer fallecimiento el martes 17 de marzo en la ciudad de San Pablo. Había ese momento 291 contagios que en menos de 15 días han trepado por encima de los 4.300 y más de 140 muertes: 40% del total de decesos en la región.
El gobierno de Jair Bolsonaro anunció ese 17 de marzo una paquete de ayuda económica por 30 mil millones de dólares, junto con normas para el funcionamiento de la administración pública: trabajo a distancia en horarios flexibles para funcionarios mayores de 60 años o con enfermedades graves o crónicas o cuiden a alguna persona de la que se sospeche que tiene coronavirus.
Los funcionarios con hijos en edad escolar debían presentar un certificado para poder trabajar a distancia y si ambos cónyuges eran funcionarios públicos el permiso seria solo para uno.
Sin embargo, el alcalde de San Pablo decretó el estado de emergencia en la ciudad, suspendió todos los eventos y y el tráfico de vehículos particulares desde el 16 de marzo. Al día siguiente, lo imitó el gobernador del estado de Río de Janeiro que suspendió clases, las visitas a cárceles y hospitales y ordenó la reducción de 30% del aforo de bares y restaurantes..
Chile a pesar de ser el segundo país con el mayor número de contagios, más de 2.400 hasta este lunes, tuvo su primer deceso el 21 de marzo. Hasta el momento registra 8.
El presidente Sebastián Pilñera había anunciado días antes, el miércoles 18, un "estado excepcional de catástrofe" con el objetivo de "anticiparnos, prepararnos, para las etapas que vienen en esta pandemia "
El director ejecutivo del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, Héctor Sánchez, explicó a El Observador que la baja tasa de mortalidad de su país en esta etapa de la curva epidémica se puede deber principalmente a dos razones: "la primera es que comparativamente con otros países de la región tenemos un mejor diagnóstico de positivos ( mayor número y más oportuno) y, en segundo lugar, es que aún no hemos llegado al pik de la epidemia y la capacidad instalada en el país de camas críticas y de UCI aun es suficiente para atender bien a los enfermos".
Más de 2,5 millones de chilenos permanecen en cuarentena, principalmente en comunas de Santiago de Chile. "Hemos establecido una estrategia de cuarentenas y restricciones progresivas", dijo, a la vez que advirtió que aún "es muy difícil sacar conclusiones respecto de que las cifras de un país puedan reflejar diferencias en el comportamiento de la epidemia en ese país o por el diferente manejo que cada país esté realizando".
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