Cuando Luis Suárez tenía aún dos hijos, su festejo tradicional cuando convertía un gol, siempre era besarse sus tres dedos, por sus dos hijos y su esposa.
Al nacer el tercero, se besa sus tres dedos y la mano.
Pero este domingo, cuando convirtió el golazo en una definición de tres dedos para el 1-0 de Atlético de Madrid ante Real Madrid en el clásico madrileño, le agregó otros gestos.
La celebración de Suárez sorprendió porque nunca se sale de esa especie de cábala.
Buscó a la cámara a nivel del césped y regaló el siguiente festejo: