En el fútbol suele ocurrir que quien no está es el mejor, y que los escenarios hipotéticos (frente a la derrota, la eliminación o una mala actuación) aparecen como perfectos. ¿A qué viene esto? La actuación de Uruguay en el partido amistoso que igualó 1-1 ante Japón en Tokio este viernes dejó en la superficie algunos elementos que terminan de sepultar la gestión de Diego Alonso en el Mundial Qatar 2022.
En 90 minutos de fútbol, el primer partido después del torneo de diciembre que jugó la selección, el entrenador interino Marcelo Broli demostró su capacidad para leer el fútbol y conseguir la mejor integración de la selección uruguaya, incluso desmembrada por las tres ausencias de último momento por lesión (y de tres titulares): Ronald Araujo, Giorgian De Arrascaeta y Darwin Núñez.
Broli puso en la cancha lo que debió hacer Alonso en Qatar 2022 en el debut ante Corea del Sur.
Podrán esgrimir que para el entrenador interino fue muy fácil tomar la decisión de no llevar a los jugadores históricos, porque así se lo planteó la AUF y, a partir de ello, armar el equipo sin la presión de no a los jugadores de mayor recorrido hizo más liviana su tarea.
De lo que no hay dudas es que la actuación de Uruguay en el encuentro de este viernes dejó dos conclusiones:
1) Federico Valverde tiene que jugar en la posición en la que lo utilizó Broli, o en esa zona de acción, en donde sacó lo mejor del futbolista de Real Madrid.
2) Que Sebastián Coates debió jugar desde el primer partido en el Mundial, ante la ausencia de Araujo lesionado y del capitán Diego Godín fuera del tono que precisaba la selección para ser protagonista y no recostado en su campo.
Broli lo hizo bien simple y práctico este viernes ante Japón.
Valverde jugó un partidazo y fue el verdadero líder de la selección, porque el entrenador le dio al de Real Madrid el lugar indicado en la cancha.
Al volante formado en Peñarol no necesitan cambiarle el apodo de Pajarito por Halcón para que pueda entender su rol en la cancha.
Porque no pasa por motivar a estos jugadores, ya lo dejó planteado como enseñanza Tabárez: los jugadores se motivan solos al vestir la celeste, simplemente necesitan que los acompañen con buenas decisiones estratégicas de juego y definiciones tácticas, con herramientas que le permitan en el campo rendir en el 100% de sus rendimientos.
Valverde es Valverde en todas las circunstancias y, lo más importante, mostró todo eso que le enseñaron los históricos Godín, Suárez, Cavani, de inmolarse por la camiseta de Uruguay adentro del campo si es necesario. Ir a trancar y pelear cada pelota como si fuera la última. El resto: la calidad, la despliega naturalmente.
Ese esfuerzo de ir a trancar y festejar como si fuera un gol, lo hizo en el Mundial, pero jugando en desventaja en el lugar en el campo en donde se desgastó en una tarea que no brindó todo lo que debía para el equipo.
Este viernes Valverde jugó con libertad a las espaldas del 9, y ahí estuvo el acierto del entrenador interino.
También Broli colocó a Vecino en donde debe jugar (y no como hizo Alonso en el estreno del Mundial cuando lo colocó como el primer volante a las espaldas del delantero).
Y porque le dio la oportunidad a Manuel Ugarte, el volante uruguayo de mayor proyección en el fútbol europeo.
Los ensayos de Broli ante Japón dejaron en falsa escuadra y aún más comprometida la gestión de Alonso en el Mundial 2022 (aunque no se necesitaba mucho para ello), y a casi cuatro meses de la eliminación del torneo, sin haber escuchado ninguna explicación del entrenador que fracasó en Qatar 2022, el entrenador interino dio una señal sobre el nuevo Uruguay, que, lamentablemente, llegó tarde en su ejecución porque si la selección hubiese recorrido las canchas de Doha con un plan diferente, como el del entrenador de la sub 20, la historia hubiera sido otra.