Gary Slutkin1 tuvo su primer contacto real con el control de enfermedades contagiosas en la década de 1980, cuando trabajaba como médico epidemiólogo en el Hospital General de San Francisco. Por aquel entonces no existía el coronavirus, pero la inmigración había traído de vuelta la tuberculosis a Estados Unidos y a él le tocó estar al frente de los esfuerzos de prevención. Esa experiencia lo llevaría a buscar nuevos desafíos y Slutkin no se anduvo con medias tintas. En 1985 aterrizaba en un campo de refugiados en Somalia y era uno de los seis médicos encargados de cuidar la salud de más de un millón de personas.
Esta nota es exclusiva para suscriptores.
Accedé ahora y sin límites a toda la información.
¿Ya sos suscriptor?
iniciá sesión aquí
Inicio de sesión
¿Todavía no tenés cuenta? Registrate ahora.
Para continuar con tu compra,
es necesario loguearse.
o iniciá sesión con tu cuenta de:
Disfrutá El Observador. Accedé a noticias desde cualquier dispositivo y recibí titulares por e-mail según los intereses que elijas.
Crear Cuenta
¿Ya tenés una cuenta? Iniciá sesión.
Gracias por registrarte.
Nombre
Contenido exclusivo de
Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.
Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá