Todos los domingos se repite el ritual, que para los jueces tiene adosada una carga especial. Cuando al cierre de cada fecha del torneo local la televisión a través de su programa Pasión muestra las mejores jugadas, los goles y las “polémicas”, los árbitros se enfrentan al peor momento del día: mirarse en la pantalla y confirmar una buena actuación o descubrir en qué se equivocaron. Luego, la semana sigue con polémicas o no después de haber atravesado el instante más incómodo.
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