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Con o sin el “Chapo” Guzmán, el lucrativo negocio de la droga es imparable

Así como aumenta la incautación de cocaína, hay más producción y consumo
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28 de julio de 2019 a las 05:00

En octubre de 2015, en la cuspide de la fama, en una controvertida entrevista del actor Sean Penn para la revista Rolling Stone, Joaquín “Chapo” Guzmán dijo: “el día que yo no exista, no va a mermar el tráfico de drogas”. Y así fue.

El “Chapo” está encerrado en una prisión de máxima seguridad en Estados Unidos (EEUU) y el millonario negocio de la droga en México no se ha visto afectado en lo más mínimo. 

La experiencia y los números fríos muestran que mientras exista una alta demanda de drogas y consumidores dispuestos a pagar lo que sea, al narcotráfico le espera una larga vida. 

Eso no le quita el mérito a la Policía ni la Justicia por haber encerrado de por vida al narcotraficante más famoso de la historia de México. Pero la salud de este negocio ilícito muestra a las claras que el negocio del narcotráfico es un gran pulpo y no alcanza con apresar a los capos, por muy importantes que sean, para que el emporio ilegal se desmorone. 

Como dice el refrán, “A rey muerto, rey puesto”. El “Chapo” ha sido reemplazado rápidamente por su socio Ismael “El Mayo” Zambada García quien coordina operaciones del Cártel de Sinaloa con los hijos del del narcotráfico vivo más famoso, según información de agentes federales estadounidenses.

De acuerdo a un informe de la Agencia Antidrogas de EEUU (DEA), las drogas nunca han dejado de moverse por la frontera, ni disminuyeron. Por el contrario, entre 2016 y 2017, cuando se tramitó la extradición del “Chapo” para ser enjuiciado en Nueva York, la producción de heroína en territorio mexicano aumentó 37% y las incautaciones de fentanilo (fuerte opioide sintético similar a la morfina) en sitios como Nogales, México, creció más del doble, según la DEA. 

Lo cierto es que las organizaciones criminales saben adaptarse con gran velocidad a la caída de sus cabecillas y son hábiles en la creación de sofisticados sistemas financieros y de comunicación, que les permite profundizar el negocio del narcotráfico.

“Este quizás sea el fin de uno de los líderes criminales más importantes del mundo, pero no es el fin de su organización criminal”, dijo en estos días Amalia Pulido Gómez, PhD en Ciencia Política de la Universidad del Norte de Texas e investigadora de temas de frontera México-Estados Unidos.  

Pulido realizó un estudio en 60 municipios de México sobre las redes de influencia de los narcotraficantes y específicamente, cómo los candidatos y políticos son absorbidos por el crimen organizado, cómo los amedrentan, financian sus campañas y dominan cuando están en el poder .

Según el Observatorio Nacional Ciudadano, el proceso electoral de 2018 fue el más violento en la historia en México, por la actuación de células del narco que buscaban la victoria de sus candidatos y se confrontaban con los opositores. 

Expertos en seguridad señalan que últimamente en México han surgido nuevos grupos fragmentados que se enfrentan por el control de las rutas del narcotráfico entre México y EEUU, según una investigación del diario The New York Times. 

La violencia refleja una de las caras más sombrías del narcotráfico. En 2018 México rompió el récord de violencia con 36 mil asesinatos, muchos de ellos producto del crimen organizado, dicen informes oficiales.

En este contexto de guerra contra el narcotráfico, han sido muy criticadas actividades de lavado de dinero en instituciones financieras por parte de los cárteles de la droga. Un caso famoso se dio en 2012 cuando la Oficina del Fiscal Federal de Brooklyn llegó a un acuerdo con el banco británico HSBC que le permitió evitar cargos penales pese a las pruebas de que había movido más de US$ 800 millones en ganancias por el narcotráfico, la mayor parte del Cártel de Sinaloa. Con el pacto, a HSBC se le decomisaron más de US$1.200 millones, además de multas y el establecimiento de cambios estructurales en sus operaciones globales. 

La droga en EEUU

El Departamento de Estado estadounidense indica que 90% de la cocaína contrabandeada hacia EEUU ingresa desde territorio mexicano. El presidente Donald Trump amenazó con cerrar la frontera varias veces, pero su preocupación parece ser mayor por los inmigrantes que por los mercados de narcóticos. 

En 2017, en EEUU se contabilizaron 70.000 muertes ocasionadas por sobredosis y las cifras van en aumento. Ese año Trump declaró estado de emergencia sanitaria. Su gobierno invierte miles de millones en terapias, educación, investigación y campañas contra la venta de opiáceos, pero evidentemente no es suficiente. 

Por lo menos desde la Administración de Richard Nixon, de fines de la década de 1960 y principios de 1970, las políticas antidrogas se basan en el combate duro al narcotráfico y al consumo –aunque en drogas como la marihuana hay una tendencia a la legalización para fines recreativos y medicinales-, la estrategia predominante en el mundo. Pero en general han sido un fracaso y por cada zar de la droga que se cae, se levanta otro.

Ahora en México se advierte un enfoque un poco diferente, respecto a administraciones  anteriores, particularmente desde la de Felipe Calderón que inició una  guerra sin cuartel contra el narcotráfico con escasos resultados. 

En ese sentido, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dicho con insistencia de que “la función principal del gobierno es garantizar la seguridad pública y no la estrategia de los operativos para detener a capos”.

Una leyenda que se repite

El “Chapo” ha sido un capo de la droga tristemente espectacular, cuyo periplo de vida supera ampliamente la ficción. Desde su Cártel de Sinaloa, uno de los más poderosos y sangrientos de México, surgido en la década de 1980, lideró el negocio ilegal de la droga, dominando el escenario tras fronteras, con una flotilla de aviones, camiones, botes y submarinos e ingresando la droga hasta por túneles subterráneos. Mantuvo relaciones con figuras importantes del mundo de la política y del estrellato. Muchas veces se lo vio rodeado de mexicanos que lo idolatran, que no creen en su culpabilidad y que lo han convertido en un mito; dicen que ayudó a la gente de los barrios pobres, que les entregó dinero para la construcción de escuelas, iglesias y caminos, “que los comprendía”.  

Este famoso narcotraficante se fugó varias veces de las cárceles mexicanas por sus vínculos, sobornos y manipulaciones de los guardias y autoridades policiales y judiciales. Finalmente, en 2016 fue recapturado y se tramitó su extradición para ser enjuiciado en Nueva York. El 17 de julio de 2019 una Corte Federal de EEUU lo halló culpable de diez cargos, que incluyen traficar a EEUU más de 1,2 millones de kilos de cocaína y otras drogas a lo largo de 25 años, liderazgo de una empresa criminal, lavado de dinero y uso de armas de fuego. También se presentaron pruebas de que ordenó la muerte, o mató él mismo, por lo menos a 26 personas. La condena es cadena perpetua, más 30  años adicionales. 

Hoy en día, El Chapo se encuentra en ADX Florence, la cárcel más segura de EEUU, llamada “el Alcatraz de las montañas rocosas”, en pleno desierto de Colorado.  

Raymond Donovan, el agente especial a cargo de la DEA en Nueva York e involucrado en la última captura, declaró: “Antes del juicio, la gente conocía la leyenda del ‘Chapo ‘y ahora conocen la realidad: la violencia, las manipulaciones, el tráfico de narcóticos”.

Pero es una historia algo repetida. Una veintena de líderes del Cártel de Sinaloa también han sido convertidos en mitos como el “Chapo”, así como jefes de temibles cárteles como Jalisco Nueva Generación, el del Golfo y Los Zetas. 

En Colombia ha ocurrido un fenómeno similar. La adoración por “el benefactor” Pablo Escobar quien se convirtió en leyenda y hasta en un atractivo turístico en su natal Medellín, una popularidad inmortalizó en series y películas. 

La desaparición de Escobar, como la salida del mexicano Guzmán, tampoco provocó una caída de un  negocio que empieza en Colombia – que produce cerca del 70% de la cocaína mundial, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito- y termina predominantemente en las calles de las grandes ciudades estadounidenses.  

La realidad es que en los últimos años aumentó la cantidad de cocaína incautada a nivel mundial, pero también la producción y el consumo.

Es por eso que el “Chapo” ha logrado sumar una fortuna estimada en US$ 12.600 millones en activos. 

Y es por eso que es  cuestión de tiempo para que alguien ocupe su mismo sitial.

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