La sensatez de los maestros contrasta con la tozudez del sindicato de Secundaria que ha dejado a todos los profesores del país sin recuperación del salario real, posible augurio de nuevos conflictos y seguro adelanto de la continuada pulverización de la enseñanza pública en el nivel medio. El gobierno ofreció a los docentes un aumento del salario real del 3,53% por encima de la inflación en los próximos dos años, además de otras mejoras, a cambio de paz sindical durante ese período. El sindicato de Primaria lo aceptó, reconociendo que las limitaciones creadas por el débil estado actual de las finanzas públicas no permitían avanzar más. Pero la Federación Nacional de Profesores (Fenapes) lo rechazó en una votación dividida de sus propios dirigentes, aferrada a su inamovible política de mantener la educación pública en el atraso.
La decisión de Fenapes, aprobada por una magra mayoría en una asamblea con asistencia escasa, excede el ciego desconocimiento de la realidad económica. Se agrava con los argumentos adicionales explicados a El Observador por su dirigente Mario Bango. Además de protestar por el nivel de aumentos ofrecidos por el gobierno, que incluyeron llevar el salario base a $ 25 mil para 2019 en vez de los $ 30 mil que exigía el sindicato, rechazó también dos condiciones esenciales para atenuar algo el desastre en que se ha convertido Secundaria. Una era la cláusula de paz por dos años, para evitar al menos la oleada de paros que ha desmenuzado el actual año lectivo, sin perspectiva alguna de recuperación y cuyo resultado inevitable será aumentar los niveles, ya abrumadores, de repetición y deserción. La otra era introducir la evaluación de gestión docente, reforma mínima que naufraga año tras año por el temor sindical a que se controle la eficiencia del trabajo de los educadores.
Lo absurdo de la situación creada por Fenapes es que esta organización gremial apenas representa a una pequeña minoría de los profesores. Ya había quedado en evidencia durante los paros de los últimos meses, cuando gran número de docentes, tanto en el interior como en Montevideo, concurrieron igualmente a los liceos. Y lo confirmó el resultado de las recientes elecciones de delegados de docentes en la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y sus consejos. La mitad de los profesores votaron en blanco o nulo, en tanto 21% apoyó a las listas opuestas a los candidatos oficiales del sindicato. Esto significa que menos del 30% apoyó el curso confrontativo con que Fenapes, aprovechando la inacción e incompetencia de las autoridades educativas, frena todos los intentos de reformas que son indispensables pero que naufragan una y otra vez desde hace más de cinco años.
Es posible que el hartazgo de la mayoría de los profesores con la conducción sindical los induzca eventualmente a convertir su oposición en acciones concretas y efectivas para desalojarla, haciendo valer el peso de su número para reemplazar el control del sindicato con dirigentes más en línea con lo que el país necesita y con lo que es posible en los momentos actuales. Pero mientras esto no ocurra, todos los docentes de Secundaria, a diferencia de los de Primaria, solo recibirán como aumento la variación de la inflación, por obra y gracia de la recalcitrante falta de visión de los dirigentes actuales de Fenapes.
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