Fútbol > TATUAJE

Creció en Nacional y a los 40 años se tatuó a Polenta en la pierna

El capitán acompañó a una hincha que se tatuó su rostro y, al final, le firmó la piel
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02 de marzo de 2018 a las 05:00
La puerta del estudio se abre. A Monserrat se le ilumina el rostro. Nacho Debia deja de tatuar. El capitán de Nacional mira sorprendido. Los ojos grandotes. "Pah... Negra, ¡cómo quedó! ¡Increíble!", dice Diego Polenta mientras Monserrat luce orgullosa el tatuaje que llevará para toda la vida. Ahí, en su pierna izquierda, quedó el rostro de Diego.

Un tatuaje que nació producto de la rebeldía. Las críticas que recibió en los últimos tiempos y el gesto de no irse del club rechazando mucho dinero, impulsaron a la hincha de Nacional a tatuarse la cara de Polenta.

A Monse o La Bolso, como la conocen en la barra de Nacional, no le pueden hablar de amor al club. Nació y se crió entre las enormes paredes del Parque Central. La cancha fue su fondo. El Molino su casita de muñecas.

"Mi madre se vino de Chile para trabajar en Nacional. Nosotros nacimos en el Parque porque mi madre vivía dentro del Parque. Luego nos mudamos al estacionamiento de la sede y vivimos ahí hasta los 15 años. Nacional es mi padre. Somos tres hermanos que vivíamos solos con mi mamá", comenzó contando a Referí sobre su historia personal.

"La casita estaba en la entrada al Parque, había un lavadero y enseguida la casa. Era un cuarto porque nosotros almorzábamos y cenábamos con los jugadores en el comedor general. Aquello era como una casa gigante. Nos bañábamos en los vestuarios, el patio grande era el Parque. Jugaba en el Molino. Luego vivimos atrás de la sede, en el estacionamiento. Mi padre hacía de sereno o seguridad, porque era boxeador. Se separaron y mi madre quedó en el club".

Monse revela datos increíbles de su historia con Nacional.

"Carrasco es el padrino de mi hermana (Marta) y para Hugo De León soy su sobrina. Tío le decíamos. Un día apareció Juan Ramón y le dijo a mi madre si había bautizado a mi hermana, y cuando le respondió que no, le dijo: "Yo quiero ser el padrino". Me acuerdo que los jugadores nos daban $ 1.000, que en aquel entonces era un platal, y comprábamos jugolín".

Su primer camiseta se la regaló Alberto Bica. "Me vio llorando luego de perder un partido y me la pasó por la ventanita del vestuario". No olvida la generación de 1988. "Los fuimos a buscar al aeropuerto, subimos al ómnibus cuando recorrieron la rambla".

A pesar de haber convivido con tantas glorias, Monserrat tenía una deuda pendiente en su corazón. En los últimos tiempos reparó en lo que pocos miraron: los gestos de Diego Polenta.

Fue así como decidió tatuarse su rostro para llevarlo para siempre en la piel. "Un día le dije que tenía previsto hacerme un tatuaje del Orejita (Diego Rodríguez, que falleció en un accidente de tránsito). Y me dijo hacete uno mío. Sí, pero lo quiero con tú firma".

Grabado a sangre

El primer día de marzo de 2018, a las 8.30 de la mañana, Monse estaba sentada en la silla del estudio Dimensión Tato con Nacho Debia, que seleccionó la foto.

"Le mandé un par de fotos pero esta tiene un gesto particular, tipo prócer que me parecía que iba de la mano con el concepto porque lo tiene como un Dios".

"¿Por qué decidí hacerme el tatuaje de Polenta? Primero que nada, es mI capitán. Polenta hizo lo que nadie hizo. Yo no he visto a jugadores que renunciaran a pases como renunció él por quedarse acá. Inclusive me queda la duda si perdió el pasaporte. Vinieron de Boca, los brasileños, un cuadro italiano, y no se quiere ir. Perdió plata por quedarse acá. Renunció a mucha plata. ¿Han visto a algún jugador hacerlo? Es mi capitán. Los capitanes surgen una vez cada tanto. Siempre que necesitamos pone. Y como tengo memoria, le agradezco, cosa que no pasa con muchos que lo han criticado. Poca gente nace para caudillo y es un chiquilín". Monserrat reveló: "Me generó bronca cuando lo criticaron. No tienen memoria".

Pero quedaba algo más para completar la obra. La firma del capitán. Polenta sorprendió a Monse. "Yo no te voy a dar la firma, te voy a tatuar mi firma".

Pasadas las 11 de la mañana el capitán cumplió con su palabra. Apareció en el estudio de Debia. Remera blanca, bermuda de jean y gorrito.

"Vos te tenés que sentar acá", le explicó Debia. "Ahora pisá el botón y repasá la firma. Despacio, sin afirmarte", le sugirió. Polenta lo hizo con la mano temblorosa.

De pronto mira y dice: "No está quedando, ¿qué pasa?". "Ahora lo repasamos, tranquilo", le dice el tatuador. Polenta moja la máquina en tinta y vuelve a repasar su firma. "Tengo temor porque nunca había agarrado una máquina para tatuar", acota.

Termina. Monserrat mira. Nacho pregunta: "¿Querés que te lo repase?". Monse se niega. "No, ya está, es su firma".

"Para mí es una emoción. Me llena de orgullo. Jamás había visto una tatuaje de un retrato mío", dijo Polenta a Referí.

Orgullosa, Monse se para de la silla. Se mira al espejo. Le brillan los ojos. Por su mente pasan mil recuerdos. Navidad y Fin de Año en Los Céspedes. Ver a su mamá lavar la ropa de los jugadores a mano. Comer con los jugadores. Jugar en el Molino del Parque. "Que me van a hablar de amor... Mi madre ha hecho tantas cosas por el club. Ama Nacional. Para nosotros Nacional es nuestro padre, nos crió y ayudó a mi madre. Nos vestía, nos calzaba y nos daba de comer. Como no voy a amar a Nacional. Y esto lo voy a llevar por el resto de la vida en la piel. Es mi jugador. Quiero a muchos, pero este es mi capitán".


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