Fora Temer" ("Fuera Temer") es probablemente la frase más sonada en Brasil en estos momentos. El presidente brasileño lleva varios días en el centro de la tormenta en su país desde que el pasado miércoles el diario O Globo reveló una grabación en la que se lo escucha avalar la compra del silencio del expresidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, preso por corrupción.
Con manifestaciones en al menos 15 de los 27 estados brasileños, dos ministros de su gobierno que dimitieron y 13 pedidos de juicio político en su contra, Temer continúa luchando por su supervivencia política y sigue sin dar el brazo a torcer en el poder.
La mayoría de las solicitudes de impeachment surgen desde filas de enemigos políticos del actual mandatario, como el de los miembros del Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece la expresidenta Dilma Rousseff, quien dejó el poder a Temer –que era su vicepresidente– a causa precisamente de un juicio político en su contra.
Sin embargo, el último de los pedidos fue promovido por la Orden (colegio) de Abogados de Brasil (OAB), que por 25 votos a 1 aprobó un informe que recomienda el proceso contra Temer al considerar que cometió un "crimen de responsabilidades".
Esta prestigiosa organización independiente –que también fue clave en el impeachment a Rousseff– afirmó en su informe que hay pruebas suficientes de que Temer actuó de forma "incompatible con su cargo", contrariando la Constitución y la Ley.
La tramitación de esos pedidos ahora depende del presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia (DEM), que hasta el momento es un aliado de Temer, aunque no pertenece a su mismo partido.
Búsqueda de apoyo
Las alianzas políticas estratégicas tejidas por el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), con Michel Temer a la cabeza, penden de un hilo en estas instancias, sobre todo con su principal aliado, el Partido Social Demócrata Brasileño (PSDB), que cuenta con 53 diputados y 12 senadores en el actual parlamento brasileño.
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E SA AFP
El Partido Socialista Brasileño (PSB) decidió en la víspera pasar a las filas de la oposición y otros importantes socios de gobierno, como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y Demócratas (DEM), al cierre de esta edición aún evaluaban su postura. Esta cautela parece responder a la incertidumbre sobre los nuevos episodios del culebrón político y judicial dirigido por Joesley Batista.
El jefe de Estado tuvo un fin de semana de intenso cabildeo y convocó varias reuniones en su casa para intentar reconstruir el apoyo de sus aliados y, en una demostración de fuerza, llevar adelante las reformas económicas propuestas por su Ejecutivo.
El impulso de Lula
La situación de debilidad de Michel Temer fue aprovechada por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, el pasado domingo. "¡Lo que queremos es una elección directa!", proclamó durante manifestaciones Lula, quien, según todas las encuestas, era el favorito hace unas semanas para ganar los comicios presidenciales previstos para octubre de 2018, pese a estar acechado por varias investigaciones por corrupción.
En el caso hipotético de que Temer salga del gobierno la Constitución brasileña prevé actualmente que el Congreso designe en una elección indirecta a su sucesor, quien gobernaría entonces hasta el 1 de enero de 2019, cuando asumiría el ganador de los comicios del próximo año.
Lula dijo que "el golpe" que acabó en 2016 con el mandato de su sucesora Dilma Rousseff, destituida por manipular las cuentas públicas, demostró haber sido "una mentira" y llevó al país a la crisis actual.
Las marchas fueron convocadas por movimientos de izquierda y sindicatos y congregaron menos personas de lo acostumbrado, incluso en Sao Paulo, la
más poblada de Brasil y donde la insistente lluvia acabó desanimando a algunos manifestantes.
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AFP
En Río de Janeiro un grupo de personas marchó hasta la casa de Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de los Diputados.
Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais (sureste de Brasil), reunió a miles de personas -50.000 según los organizadores- para presionar al presidente brasileño, mientras que en Brasilia, la capital del país, unas 300 personas se congregaron en una de las principales vías de la ciudad.