Goleador con la sub 20

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De la Cruz: de su lucha solidaria por brindar un plato de comida a la gente, a la selección

Toleró críticas y silbidos, se cayó y se levantó, fue defendido por Suárez y Gallardo, y ahora llega por primera vez a la celeste mayor dispuesto a escribir su propia historia
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02 de octubre de 2020 a las 05:04

Con las mismas manos que levantó la Copa Libertadores de América destapó la olla, tomó la cuchara, y llenó un táper de helados con comida. Ahí estaba, como uno más. Ayudando. Pasó de la fiesta de gala en el Bernabéu de Madrid al delantal negro en un rincón de la sede de Liverpool. No se le cayó ninguna estrella. Sintió el mismo orgullo que cuando ayudaba a los niños del Cahomi a tener su plato de comida.

La vida de Nicolás De la Cruz está marcada a fuego por una lucha constante para ganarle a las adversidades. Siempre. Por eso no llamó la atención verlo en la olla popular de Liverpool, en plena pandemia, sirviendo comida para los más necesitados.

En la olla popular, de movida solidaria

Para Nico, el Bolita como lo conocen en el barrio, nada fue sencillo. Primero los insultos por un penal marrado que dejó a Uruguay afuera de la final del Mundial sub 20 de 2017. Luego el murmullo y los silbidos de un Monumental que no entendía el dinero invertido en un jugador que no daba la talla para jugar en River Plate. Y ahora un nuevo reto: su primera convocatoria a la selección mayor. Dicen que fácil es llegar, pero que la verdadera tarea pasa por mantenerse. De la Cruz empieza a recorrer el camino. Pero con un detalle: su piel está curtida. A pesar de su corta edad, la lucha ha sido una constante en su carrera.

Tenía tres años cuando comenzó a correr atrás de la pelota en el club de las viviendas de Millán y Lecocq, el Cahomi. Jugaba contra chiquilines más grandes. Aquella fue su primera batalla.

Era un niño cuando se fue reclutado a la Escuelita de Defensor Sporting. Otra vez a remarla contra botijas más grandes, en edad y físico.

Fue por el año 2011 cuando su hermano -por parte de madre- Carlos Sánchez le empezó a hacer cabeza para que fuera un club que le quedara más cerca de su casa. Y no dudó en recomendarle el equipo de su pasado: Liverpool.

Con 14 años fue a jugar en Séptima división donde lo recibió Diego Demarco. A los pocos partidos el citado entrenador fue removido para que se hiciera cargo del plantel principal y los más chiquitos del club quedaron en manos de Gabriel Oroza.

“Cuando tomé contacto con Nico De la Cruz tenía 14 años. Jugaba de volante externo. Recuerdo tener que andar luchando para que fuera a la sala de musculación porque no le gustaba mucho. Él quería la pelota”, comenzó diciendo Oroza en charla con Referí.

Pero aquella no fue la única lucha del entrenador. Con De la Cruz se daba una curiosidad que el propio Oroza reveló: “Contra los rivales en los papeles más accesibles me jugaba a media máquina. Resulta que contra Nacional, Peñarol, Defensor o Danubio siempre aparecía y era la figura, pero con los otros cuadros jugaba como sobrado. Entonces yo lo amenazaba con que lo iba a sacar del equipo”, recordó entre risas.

Con Fabián Coito, en juveniles

Por esos tiempos al popular Bolita ya le habían echado el ojo de las selecciones juveniles de Uruguay. A pesar de tener 14 años, Fabián Coito lo convocó a entrenar con la sub 17.

Paralelamente Nico De la Cruz fue subiendo la escalera en Liverpool. En Sexta lo dirigió Julio Loustau, en sub 16 su entrenador fue Aldo Correa, en Quinta estuvo con Gonzalo Cigliuti y en Cuarta volvió con Oroza, según reveló el coordinador deportivo negriazul, Gustavo Ferrín a Referí.

Este pibe no tiene techo

En Liverpool junto a Papelito Fernández

Corría el año 2015 cuando Oroza se volvió a reencontrar con el Bolita. No dudó un instante en soltarle marras. Lo mandó unos metros más arriba, por detrás de los delanteros. Libre. Y Nico explotó. “Se cansaba de meter pases de gol y generaba muchas faltas a favor cerca del área”, dijo el DT.

Cierto día, el entrenador del primer equipo, Juan Verzeri, llamó a Oroza. “Gabriel, ¿cómo lo ves a este pibe?", preguntó Verzeri. Su colega respondió: “Yo lo veo bien, pero miralo vos. Solo una cosa Juan, para mí no tiene techo este pibe”.

A los pocos días Verzeri se fue a ver un partido de juveniles donde Liverpool goleó a Cerro 5 a 2. El Bolita De la Cruz metió cuatro asistencias de gol. “Ahí lo perdí…”, dijo resignado Oroza.

Contra Juanfran de São Paulo, el miércoles por Libertadores

De La Cruz fue ascendido al primer equipo y ese fin de semana debutó.

A partir de ahí todo fue a ritmo de vértigo. Dos años después Nico se coronaba campeón Sudamericano con la selección sub 20 en Ecuador, como capitán del grupo.

Campeón del Sudamericano sub 20 en 2017

Su nombre empezó a sonar por todos lados y hasta el propio Pep Guardiola le echó el ojo para llevárselo. Las ofertas comenzaron a sobrevolar la sede de la Avenida Agraciada. El presidente José Luis Palma resistió.

El Mundial sub 20 resultó un trago duro de digerir. En las semifinales contra Venezuela el partido terminó igualado. Se fue a la definición por penales. El último le tocó a Nico De la Cruz. Marró. Durísimo. Otra vez a prueba. A levantarse y seguir.

Esta vez costó más. Las redes sociales jugaron su rol. Las críticas le llegaron y lo lastimaron. Pero había respaldo. Luis Suárez salió al cruce con un mensaje en su cuenta de twitter.

“Nico la responsabilidad ya la asumiste cuando te pusiste esa hermosa camiseta. Somos un equipo, una familia, y cuando se erre, erramos todos. Ahora toca seguir trabajando y estar orgulloso de cómo dejaron al país. Vamo' arriba Nico”. El Bolita se puso de pie.

El pase a River

Y cuando todos daban por hecho su pase al fútbol europeo, por los palos, como el caballo que atropella y gana, apareció River Plate de Argentina para llevarse a la joya a su alhajero.

El 15 de agosto de 2017 firmó contrato por cuatro años con los millonarios. El acuerdo fue récord en Liverpool. Es que River pagó US$ 4 millones por el 30% del pase.

La adaptación no fue sencilla. El mundo River no es fácil. La caja de resonancia se multiplica. Su primer gol lo marcó recién un año después de haber sido fichado.

Y las primeras voces en contra se empezaron a escuchar por Núñez. Cuando el técnico Marcelo Gallardo lo sacaba se escuchaba un murmullo y hasta algunos silbidos.

Marcelo Gallardo, clave por bancarlo

“La exigencia de la gente siempre existió en este club y siempre va a estar y va a depender de cada futbolista. Intentaré darle confianza para que pueda explotar sus virtudes, que son muchas, porque todavía le cuesta. Es un jugador muy joven y es muy relativo el tema de los murmullos”, expresó Marcelo Gallardo.

Con el tiempo De la Cruz comenzó a rendir. El 4 de mayo de 2019, Gallardo expuso en una conferencia: “Dentro de lo que es la exigencia de una institución como River, que muchas veces no suele esperar, hay mucha impaciencia, mucho deseo de que las cosas salgan inmediatamente y a veces las cosas no pasan. De mi parte tengo que estar convencido de que algunos futbolistas que trabajan con nosotros hay que esperarlos más que otros y con Nicolás viene sucediendo eso. Yo prefiero seguir equivocándome y teniendo esa paciencia para seguir apostando a los jugadores que yo considero que tienen condiciones como para darle buenos resultados a River”.

El Bolita De la Cruz, apodo que heredó de su padre, terminó levantando copas con la banda roja en el pecho. Hoy su titularidad no se discute. Y como consecuencia del rendimiento en su club, le llega su primera oportunidad en la selección mayor.

Ahora se podrá sacar uno de los gustos más grandes de su vida: jugar con algunos de los jugadores que admiró, como reveló en una nota en el ciclo Mateando con Nelson que se emitió en vivo a través de Instagram.

“Crecí admirando a los futbolistas brasileños, pero justamente en estos días miré un especial de los mundiales y vi el partido de Uruguay ante Ghana, por los cuartos de final de Sudáfrica. Yo tenía 12 años y recuerdo ese Mundial como si fuera ayer. Forlán que estaba en su esplendor, Suárez, Cavani, el Ruso y el Cacha en el medio… Esa selección marcó una era, sin dudas. Yo creo que luego de ese Mundial comencé a admirar más a Forlán, y me parece que eso nos pasó a todos los uruguayos. Un enorme jugador…”.

Hoy, muchos años después, su técnico Oroza siente una especie de orgullo de padre. “Es como si le pasara a un hijo mío porque conozco a su familia. Me acuerdo cuando su mamá venía a decirme que le insistiera para que estudiara. ‘Gabriel háblele usted porque a usted le hace más caso que a nosotros’, me decía la mamá. Después de verlo de chiquito, bien de abajo y que ahora esté en el primer nivel y llegue a la selección mayor es una satisfacción como la de un padre”.

Hoy, como ayer, el Bolita mantiene intactas sus raíces. No olvida cuando fue vicepresidente del Cahomi. Pero no por el fútbol, sino para cumplir con un rol social. “Desde el lugar en el que estaba yo trataba de ayudar para que los más de 120 niños del club tuvieran su comida y sus materiales para desarrollar un deporte que es tan lindo. A veces no es posible por la escasez de dinero de sus familias. Uno vivió todo eso, entonces quiere que los niños del club tengan su comida diaria. Después me tocó salir y se me hizo más difícil, pero uno tratar de aportar desde donde pueda”, explicó a La Página Millonaria.

Por eso en abril de 2020, cuando estalló la pandemia, Nico De la Cruz no dudo un instante en ponerse el delantal, destapar la olla, tomar la cuchara, y llenar un táper de helados con comida para los más necesitados.

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