Rusia 2018 > ANÁLISIS / JUAN JOSÉ DÍAZ

De la fiebre mundialista a la realidad que mostró la cancha

Hubo técnicos que pronosticaron un triunfo de Uruguay por tres goles, pero claro, no jugaban sus equipos
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20 de junio de 2018 a las 14:26

El entusiasmo que genera la selección nacional es fenomenal. Uruguay es celeste por donde se lo mire. Los negocios están embanderados, los automóviles, la gente en las calles. Los niños en las escuelas esperan como nunca a que juegue la Celeste y no solo para no tener clases. Este miércoles parecía un día feriado en Montevideo. A la hora del partido no había nadie afuera.

El partido contra Arabia Saudita generó una fiebre inusitada porque Uruguay iba a enfrentar al equipo más débil de todos, al que fue goleado por Rusia en el partido inaugural. Se descontaba de antemano una goleada. En los debates previos de los canales de televisión que contaron con la participación de destacados entrenadores del fútbol uruguayo, el triunfo celeste era seguro. Escuché a Juan Ramón Carrasco y Álvaro Gutiérrez vaticinar que Uruguay estaba tres goles por encima de Arabia. La diferencia de estar charlando en una mesa a estar al frente de un plantel planificando un partido de Mundial.

Tener un equipo con Diego Godín, Josema Giménez, Luis Suárez y Edinson Cavani, que triunfan en las mejores ligas futbolísticas del mundo, ilusiona. Que desde todas partes del mundo elogien el juego de Uruguay, el manejo del grupo que hace el Maestro Tabárez, también ayuda para que a los uruguayos se les infle el pecho de orgullo y esperen ansiosos los partidos.

Porque además en los últimos meses se integraron al plantel futbolistas jóvenes que modernizaron el juego del mediocampo, como Rodrigo Bentancur, Nahitan Nández y Matías Vecino. Por todo eso, el hincha celeste se ilusiona con llegar bien lejos en este Mundial de Rusia.

En el debut Uruguay le ganó a Egipto con un gol en los últimos minutos. Pese a la justeza del marcador, la Celeste fue superior, dominó a un rival que se metió atrás y consiguió abrir la muralla egipcia con una pelota quieta.

Este miércoles, sin embargo, todas las teorías fueron dinamitadas en la cancha. Uruguay le ganó a duras penas a Arabia con un gol de Luis Suárez tras un tiro de esquina de Carlos Sánchez y un fallo majestuoso del golero árabe. Nada más. Salvo el juego de Sánchez por derecha y algunos toques de Bentancur, la selección volvió a jugar poco.

Viendo los cambios que hizo Tabárez en ambos partidos, el mediocampo es el que le genera mayores preocupaciones, sobre todo por la escasa recuperación. Matías Vecino no funcionó y en ambas oportunidades fue reemplazado por Lucas Torreira, un jugador con mayor despliegue en la marca. Por izquierda el técnico ya probó con De Arrascaeta, Cebolla Rodríguez y Laxalt. Es otro de los sectores para corregir. Quizá con un cambio en el plan táctico de acuerdo a los futuros rivales.

Arriba están las bestias. Este miércoles marcó Suárez. Cavani todavía no pudo. Pero son irreemplazables. Solo les falta que el equipo les genere más juego para que no vayan siempre a la pelea y tengan aire y el arco adelante para definir.

La fiebre mundialista mermó un poquito después de este partido, por más que el triunfo clasificó a Uruguay a octavos de final. La cancha mostró otra realidad. No todo es tan celeste como se lo pinta.

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