Las vacaciones de julio de los escolares le trajeron al Codicen más dolores de cabeza que vacaciones. Porque la “exigencia” de las autoridades sanitarias de que se adelantara el receso, el ida y vuelta en la toma de decisión del máximo órgano rector de la enseñanza pública, y una comunicación errante llevó a la queja de padres, reclamos de institutos privados y el pedido de licencia —con posibilidad de renuncia— de uno de los consejeros políticos.
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