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Denuncian por estafa y apropiación indebida a corredora de bolsa que usaba “cuenta global” y generó pérdidas millonarias

Custodia de Valores Mobiliarios ocultó a sus clientes información mientras sus cuentas se vaciaban en 90%; adujo una supuesta intervención del BCU que aún no ocurrió
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05 de julio de 2022 a las 05:02

Por Martín Natalevich y Martín Tocar

Sara Goldring de Cukier tenía una reputación construida durante años de ser una mujer que sabía mover la plata. Sus múltiples propiedades millonarias en Montevideo, Buenos Aires, Punta del Este, Miami y Nueva York, sus autos y su barco daban cuenta de una persona que tenía una posición consolidada. En algunos círculos de élite, su nombre era garantía de operaciones exitosas en la bolsa de valores. Y su compañía Custodia de Valores Mobiliarios (CVM) –que también tiene como accionistas minoritarios a sus hijos Daniel Cukier y Martín Cukier– era la corredora a la que muchos acudían para que tuvieran rendimiento los ahorros de toda una vida. 

Pero eso fue hasta hace unas semanas. De un momento para el otro, entre 300 y 400 personas que integraban parte de su cartera de clientes en Uruguay vieron cómo se desplomaba su dinero con una pérdida del orden del 90%, aunque no entendían cómo eso había sucedido ni por qué. 

Así ocurrió por igual con clientes que habían invertido algunos millones de dólares de su fortuna, y que eventualmente tenían la posibilidad de asumir posiciones de riesgo, y con clientes que abrieron cuentas en CVM para cuidar desde una posición conservadora unos pocos miles de dólares (en algún caso no llegaban a 10 mil). Para estos últimos la novedad fue una sorpresa mayúscula ya que habían mandatado a Goldring mantener su dinero en efectivo y disponible para el retiro cuando fuera necesario. 

Ese es el caso de Gustavo (35), que fue padre por primera vez hace poco y pronto tendrá a su segunda hija. Tenía US$ 100 mil de ahorro con los que pretendía comprar un techo para su familia. En setiembre de 2021 abrió una cuenta en CVM con la intención de poner el dinero a resguardo hasta que decidiera dar el paso de comprar su casa.

Sus padres, Nelson y Camila, tenían otros US$ 100 mil que venían apretando para el día que bajaran la cortina de su comercio. Ellos mantenían un vínculo con CVM desde el 2012 y jamás había surgido una señal que los hiciera dudar de la solvencia y seriedad de la empresa. 

Lo mismo sucede con Fernando, que es un jugador de fútbol en actividad. Tenía colocados US$ 600 mil que necesitaba usar para capitalizar su nueva empresa. En tanto, Horacio tenía más de US$ 200 mil para costear a futuro el residencial de sus padres ancianos.

El nombre de ninguna de estas personas es real, pero sus historias sí lo son y están unidas al destino de cientos de damnificados por las operaciones de CVM.

Hasta fines de mayo, ellos y una veintena de personas con las que se comunicó El Observador, ingresaban con su usuario a su cuenta en la página de CVM y veían su saldo tal como lo habían invertido. Algunos tenían vínculos de casi dos décadas con la familia Cukier. Otros habían ingresado al negocio hace menos de un año. Lo cierto es que todos los meses se les enviaba el estado de cuenta. Sin embargo, en los primeros días de junio la página “cayó” y quedaron a ciegas. Alguno pensó que podía ser un error normal de un servidor, o una actualización de la web. Pero en esa oscuridad, sus cuentas se vinieron a pique. 

Dos semanas después creció el rumor de que algo sucedía con Goldring, quien ya no le atendía el teléfono a los clientes con quienes había mantenido un trato fluido, los había invitado a navegar en su barco en Punta del Este o les había ofrecido hospedaje en su apartamento de lujo en Miami. 

El 17 de junio, Goldring elevó una nota al Banco Central del Uruguay advirtiendo un problema en su cartera de inversiones. 

A los pocos días, varios clientes recibieron un mail desolador en el que se les informaba el saldo en sus cuentas, que en muchos casos registraba un descenso de hasta 90%. Se añadía que la caída podía ser peor.

En sus comunicaciones, CVM insistía en que había recibido un mandato de “libre administración” para inversiones de “perfil agresivo” y se anunciaba que Goldring había puesto US$ 25,7 millones para tratar de salvar las pérdidas. 

La misma caracterización se hizo en una nota publicada en Búsqueda el jueves 30 en la que una fuente de la empresa daba cuenta de las pérdidas que acumuló CVM desde fines de 2021 por la coyuntura internacional y se mencionaba que Goldring había hecho frente a esa situación con su propio capital, además de decir que los clientes eran "debidamente informados sobre el alcance de esa estrategia" de riesgo. 

Pero a muchos clientes no les cerraban las explicaciones. Algunos porque tenían muy claro que en sus conversaciones presenciales, telefónicas, de Whatsapp o mail le habían dicho a Goldring –o intermediarios– que querían que les cuidaran su plata o que la querían en efectivo para cuando la necesidad tocara su puerta de forma inminente. Otros porque entendían que el riesgo que ahora aducía la compañía no se ajustaba a su perfil y nunca había sido puesto de manifiesto. Otros porque simplemente no aceptaban que se les hubiera ocultado información sobre sus ahorros.

Las reuniones 

Con sus cuentas vaciadas en casi un 90%, decenas de clientes se pusieron en comunicación con la compañía para obtener alguna respuesta. Varios de ellos habían insistido en que no querían tener un perfil agresivo, o al menos habían dejado expresamente escrito que no buscaban un rendimiento extraordinario.

La primera persona a la que intentaron acudir fue a Goldring, que hasta ese entonces les había inspirado una confianza absoluta. 

Pocos pudieron dar con ella. A quienes lograron contactarse, ella les dijo que no podía darle información porque estaban “intervenidos por el Banco Central” y les pidió dos semanas para resolver el asunto. Pero nunca más apareció.

De hecho, en los días posteriores, la empresa les dijo a varios de sus clientes que estaban intervenidos por el BCU y también se lo hicieron saber funcionarios de CVM a abogados de los damnificados. Sin embargo, hasta este lunes la Superintendencia de Servicios Financieros no había notificado sobre una intervención. Este lunes El Observador consultó al BCU –específicamente– si había decretado una intervención y obtuvo la siguiente respuesta: “La SSF está dando seguimiento de lo comprometido por CVM según el hecho relevante publicado en el sitio web del Banco” y copiaron el link de la comunicación de la empresa que notifica el quebranto de la cartera. 

Ante preguntas de El Observador, desde el BCU también se informó que “la Superintendencia recibió denuncias de clientes de CVM” y que hay un familiar de Goldring que trabaja en el banco (una nuera), aunque “no se desempeña en el área de supervisión de empresas como CVM”.  

La semana pasada, los damnificados empezaron a ser convocados a reuniones particulares con CVM, pero en ellas se presentó Marcos Cukier, otro de sus hijos, con un representante legal. 

El Observador accedió a dos grabaciones de esos encuentros en los que se escucha a Marcos Cukier decirles a distintos clientes que tenían un “perfil agresivo” porque así lo habían “firmado” en los “papeles” (ver más abajo), que “lo que se hizo fue invertir en opciones” –en concreto, venta de puts–, que el dinero se “manejaba en una cuenta global”, que “la pérdida se generó en la ejecución de esas opciones” y que el “Banco Central estaba al tanto” de todo lo que estaba sucediendo. 

A pesar de la insistencia de los clientes, en ningún momento dio un detalle de lo que había sucedido y en ningún caso pudo explicar cómo se había perdido el dinero de gente que tenía la inversión mayoritariamente en efectivo

En esos encuentros manifestaron que Goldring estaba “indispuesta” o que estaba “en otras reuniones” y ofrecieron a los damnificados un acuerdo por el cual se buscaba validar su versión de los hechos que llevaron al derrumbe financiero.

Por ejemplo, en el contrato ofrecido el inversor debía declarar que actuó “a nombre propio” y a su “riesgo”, que conoce los “hechos extraordinarios” que precipitaron el desplome de los activos, que “aprueba la gestión de CVM ante la caída del mercado accionario” así como “la asistencia financiera a la cartera brindado por Sara Goldring” y, por sobre todo, que “reconoce, acepta y valida la imputación de las pérdidas del portafolio de libre administración y perfil de inversión agresivo del portafolio de CVM y el saldo de su cuenta al 23 de junio de 2022” –eso sí, también se aclara que el saldo todavía puede ser peor–.

Como contrapartida a la renuncia del inversor a realizar “cualquier acción administrativa, judicial, arbitral” o denuncias ante el BCU, la bolsa o “cualquier otra institución”, la compañía “renuncia” a reclamar por los US$ 25,7 millones que dice haber desembolsado para asistir financieramente el portafolio.

Consultados por El Observador acerca de por qué se bloqueó la información a los clientes, desde la empresa dijeron que "el resultado de la imputación de las pérdidas a las cuentas individuales de los clientes" –lo cual no es igual a los movimientos que generaron dichas pérdidas– "fue informado por CVM a cada cliente, por correo electrónico". "Las dudas que pueda tener cada cliente están siendo evacuadas en las entrevistas individuales que se están manteniendo con cada uno, de acuerdo con una agenda pre acordada", respondió CVM ante la consulta. En las reuniones, sin embargo, los representantes de la empresa se negaron a dar mayor información. 

La maniobra 

El argumento de defensa de la compañía es que "los clientes que integran la cartera de libre administración y perfil de riesgo agresivo son, en todos los casos, clientes que otorgaron previamente, por escrito, bajo su firma, un mandato de que se realizaran este tipo de inversiones", y que "en muchos casos son clientes que obtuvieron, en el pasado, rentabilidades muy importantes por la colocación de sus fondos en este tipo de inversiones".

Sin embargo, varios de los damnificados cuentan un panorama totalmente distinto.

Básicamente, lo que asumen o denuncian es que CVM se amparaba en la “libre administración” –otorgada por algunos de ellos en su buena fe– y el “perfil agresivo” –que la propia compañía otorgaba por defecto para firmar a la gran mayoría– para licuar todas sus cuentas en un mismo “fondo común”, algo que constituiría un delito penal.

Si bien las “cuentas ómnibus” –que implican que una corredora abra una cuenta por ejemplo en la bolsa de Estados Unidos y realice allí las operaciones en nombre de sus clientes, a quienes luego les traslada los resultados en sus cuentas individuales– son una práctica extendida y legítima entre las corredores de bolsa, lo que no está permitido es que vuelquen las cuentas de sus clientes en una especie de “fondo común” y utilicen recursos de unos como garantía para solventar las pérdidas de otros.

El perfil agresivo describe a clientes que “buscan la apreciación del capital a largo plazo y puede aceptar pérdidas potencialmente grandes en la cartera durante el cercano a mediano plazo, para maximizar el rendimiento a largo plazo”.

De todos modos, fuentes de la industria dijeron a El Observador que lo usual y recomendado es que el perfil agresivo se aplique solo para una parte minoritaria de los activos –y no, por ejemplo, en todos los ahorros de una familia– y que además se mantenga al tanto a los clientes de toda la operativa y los movimientos.

En el caso de CVM no ocurrió ninguna de estas dos cosas. A los clientes se los instaba a firmar un formulario completado de antemano por la compañía en el que se los designaba como de perfil agresivo, más allá de sus particularidades y sin mayores explicaciones. De esa forma, en esa categoría entraron por igual desde jóvenes treinteañeros hasta mayores de 90 años, por nombrar algunos de los casos que constató El Observador

Ese formulario lo comenzaron a trabajar a partir de 2019. Mediante una serie de preguntas se generaba un puntaje que calificaba el perfil del inversionista. Algunos damnificados entienden que pudieron haber firmado el papel en blanco, en virtud de la confianza y de las conversaciones que habían venían manteniendo con Goldring desde hacía años, pero afirman que fue la empresa la que los llenó de forma antojadiza y discordante con su voluntad manifiesta, además de no dárselos para cotejar. De hecho, algunos de ellos afirman que de haberlo visto hubieran reaccionado ante el ítem que consideraba la posibilidad de la pérdida de todo el capital. 

Otros directamente creen que la firma que aparece en el documento no es la suya. O al menos no la reconocen como tal. 

Consultados sobre por qué mandaban formularios de perfil de inversor ya completados de antemano y sin distinguir lo que requería cada cliente, desde CVM contestaron que "esa aseveración no se ajusta a la realidad". "En cada caso, se pedía al cliente completar un formulario a los efectos de determinar el tipo de riesgo que deseaba asumir. Este iba unido a la rentabilidad esperada por su inversión. En ningún caso se engañó al cliente respecto al tipo de riesgo que estaba asumiendo", afirmaron desde la empresa.

De todos modos, El Observador constató que en algunos casos ese formulario se envió completo de antemano y que solo se solicitó la firma.

Abogados consultados por El Observador señalaron que hay distintas interpretaciones jurídicas respecto a los casos en los que el cliente firmó la “libre administración” y el “perfil agresivo”, pero que ello no impide que –por lo menos– haya irregularidades, desde la falta de información hasta la inducción al error de los damnificados. 

Sobre el uso de la "cuenta global", las fuentes de CVM dijeron a El Observador que "en esas cuentas se registran las opciones de venta contratadas y se perciben las primas que reciben los clientes, como contrapartida del riesgo asumido". "Los bancos a través de los cuales se contratan los puts imponen además la constitución de garantías de cumplimiento de la obligación de comprar, en caso de que el beneficiario opte por ejecutar la opción de venta adquirida (...) La circunstancia de que CVM opere a través de cuentas globales determina que, en los hechos, la cartera de inversiones realizada por cuenta de los clientes funciones en forma similar a un fondo de inversión. Esta circunstancia determina que no se apliquen los activos de algunos clientes para cubrir pérdidas de otros, sino que todo el portafolio sufre pérdidas (por los puts ejecutados) y obtiene ganancias (por las primas cobradas). Las pérdidas extraordinarias experimentadas por los puts ejecutados masivamente en el mes de mayo pasado determinó que se generara una pérdida de gran magnitud que fue necesario imputar a las cuentas de los clientes", argumentaron desde la compañía. 

Denuncias 

Este martes la Fiscalía de Delitos Económicos recibirá la primera denuncia penal por este asunto. El abogado Nicolás Ghizzo, que representa a dos damnificados por US$ 500 mil y US$ 300 mil, dijo a El Observador que presentará una denuncia por apropiación indebida y estafa contra los accionistas de CVM. También hará un pedido de medidas cautelares. Además dijo que denunciará la situación a la Bolsa de Valores de Montevideo y el Banco Central. 

Uno de sus clientes es un hombre de 90 años que pasó de tener US$ 500 mil a US$ 27 mil de un día para otro. Lo llamativo es que su otro cliente que tenía US$ 300 mil también quedó con la misma suma. Desde CVM le dijeron que era una extraña coincidencia. 

En tanto, el abogado Pablo Donangelo, que a través del Estudio Donnangelo, Durán y Sasson representa a más de 20 damnificados por varios millones de dólares, dijo a El Observador que esta semana presentará una denuncia penal por apropiación indebida y estafa contra los accionistas de CVM. Solicitará medidas cautelares. 

También pretende examinar el comportamiento del Banco Central del Uruguay en este caso para saber si dicha institución actuó conforme a sus responsabilidades y obligaciones ante la hipótesis de que la crisis se hubiera podido frenar a tiempo.

Finalmente dijo que hay otra línea de trabajo vinculada al lavado de activos y por eso, en las últimas horas, estuvo en contacto con funcionarios de Interpol.

La operativa de venta de puts

Las principales pérdidas se dieron en la operativa de venta de puts, que en resumen da a los compradores el derecho –pero no la obligación– de vender un activo a un precio determinado, antes de una fecha de vencimiento concreta. Si el mercado baja, el comprador puede vender el activo a ese precio más alto.  El vendedor, en tanto, asume la obligación de comprar el activo subyacente, si la opción se ejerce. El gran riesgo se genera en momentos de baja del mercado y alta volatilidad. 

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