Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > ENTREVISTA

El combativo grupo ruso Pussy Riot sale de la ilegalidad y llega a Uruguay en abril

Nadya Tolokonnikova, líder del colectivo artístico ruso, habló sobre su activismo antes de su visita a Montevideo en abril
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25 de febrero de 2019 a las 05:00

Nadya Tolokonnikova tuvo que sacarse la máscara. La activista y artista rusa de 29 años nacida en Siberia fue primero estudiante de filosofía, luego integrante del colectivo Voila, y después fundadora y líder de Pussy Riot, el grupo punk feminista célebre por sus máscaras y vestidos coloridos, sus críticas al gobierno de Vladimir Putin (y, más recientemente, al de Donald Trump) así como por sus shows ilegales en puntos destacados de su país, como la Plaza Roja de Moscú o la Catedral de Cristo Salvador, el centro de la iglesia ortodoxa donde, en 2012, cantaron durante 40 segundos antes de ser detenidos.

También realizaron intervenciones en los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi 2014 y, en 2018, algunos miembros del colectivo entraron a la cancha vestidos de policías, nada menos que en la final del Mundial de fútbol. La imagen de una de las integrantes chocando las manos con la estrella francesa Kylian Mbappé fue una de las más recordadas del partido. 

Tolokonnikova no fue una de las que estuvo en el estadio ese día, pero si una de las tres detenidas por la actuación en la catedral, y una de las dos encarceladas por el hecho, bajo el cargo de vandalismo. Estuvo dos años en un campo de trabajo, desde donde denunció los maltratos a los que las mujeres eran sometidas allí dentro: jornadas laborales de 16 horas, casi sin descanso, torturas y palizas. Todo el proceso legal, desde su detención hasta su salida, se hizo bajo un intenso escrutinio social y mediático: artistas como Madonna dieron su apoyo, así como organizaciones como Amnistía Internacional. Y cuando salió, sufrió ataques y agresiones. Todo eso reveló ante el mundo el rostro bajo la máscara. Y no tuvo más remedio que aceptarlo. 

Desde 2018, Pussy Riot cambió los espectáculos ilegales por escenarios profesionales. Dentro de esas primeras giras, el 13 de abril llegarán a Montevideo, para presentarse en La Trastienda. Antes de esa visita, Tolokonnikova dialogó vía telefónica con El Observador. 

¿La decisión de realizar giras y visitar nuevos puntos del planeta para ustedes parte de una necesidad de trascender las fronteras rusas y dar un mensaje más global?

Nunca nos quisimos enfocar particularmente en Rusia, incluso nuestra mayor inspiración fue el movimiento Riot Grrrl, que nació en Estados Unidos en los años 1990, así que ya desde el nombre no es ruso, incluso muchos rusos nos preguntan por qué no tenemos un nombre en nuestro idioma. Así que siempre apuntamos a lo global. Vemos que a nivel mundial se genera un movimiento, un orden neo-liberal, y creemos que podemos reemplazarlo con algo mucho más útil. Estamos buscando concretar esta alternativa, y colaboramos con activistas de todo el mundo, tenemos muchos amigos. Y es interesante lo que está pasando en su parte del mundo, están tan lejos de lo que pasa en Rusia que parece otro planeta.

En ese sentido, ¿es diferente ser feminista en Rusia que en cualquier otra parte del mundo, específicamente el occidental, donde en los últimos años la presencia y la lucha del movimiento se ha intensificado?

Si, pero también es diferente dentro de las distintas regiones de Rusia, porque es un país gigante. Si vas al sur del país, es peligroso, ya no ser feminista, sino ser mujer. No podés usar otra cosa que no sea un velo y no podés sonreirle a los hombres, o tener tu vida propia en lugar de pertenecer a tu marido o de tu padre. Es una locura, todavía tenemos todo esto, también mutilaciones, y no veo al gobierno haciendo nada para ayudar a las mujeres a independizarse y tener derechos para hacer lo que quieren con sus vidas y sus cuerpos. Es muy difícil ahora en Rusia conformar un partido o una organización grande porque hay una ley reciente para las organizaciones no gubernamentales que permite al gobierno decir que reciben fondos de Occidente o de donde sea fuera de Rusia, lo que quiere decir que es ilegal y que podés ir a la cárcel solo por ser miembro. Entonces el feminismo está concentrado en pequeñas comunidades en internet. En las ciudades estás más a salvo siendo feminista, pero en las ciudades más chicas o en el campo es peligroso, porque son familias y sociedades más tradicionalistas. 

Su juicio y su paso por la cárcel la convirtieron en una figura pública, ¿cómo fue pasar del anonimato a esa posición?

Es medio gracioso, porque no queríamos que nuestras caras fueran conocidas, para nada. Por eso usamos las máscaras. Pero después nos pasó de estar en la corte y que, contra nuestra voluntad, nos sacaran muchas fotos. Así fue como inspiramos a la gente. Cuando salimos de la cárcel nos dimos cuenta de que no podíamos volver a ponernos las máscaras y pretender que nadie nos reconociera, era idiota pensar eso. Decidimos usar nuestras voces. Entonces empezamos un medio propio, MediaZona, que cubre los temas políticos más importantes de Rusia, los juicios políticos, la tortura en las prisiones y en las comisarías, las condiciones en las cárceles, que –después de que pasamos por la prisión– se convirtió en un gran tema. Fue una presión grande en su momento y sentía que no le estaba dando suficiente a los que nos habían apoyado, pero con el tiempo me fui sintiendo más cómoda y ahora estoy bien en esta posición. 

En diciembre de 2018 el gobierno ruso reconoció los maltratos y las condiciones de trabajo en las cárceles femeninas, algo que denunció desde que ingresó a prisión ¿lo siente como una victoria personal?

No creo en Dios, pero sentí como si hubiera sido un milagro. Empecé una huelga de hambre en 2013 para llamar la atención sobre esto y estaba muy devastada. No creía en la posibilidad de la victoria. Después de cinco años ganamos y el que dirigía las prisiones está bajo arresto domiciliario. Y para mi fue significativo que el servicio penitenciario federal ruso dijera que yo tenía razón. Yo todavía les pregunto "¿Dónde estuvieron todos esos años?". Espero que ahora las condiciones cambien.

Tiene una hija de 10 años, ¿cree que su futuro, siendo mujer en Rusia, así como para todos a quienes el colectivo defiende, será mejor?

Si, veo un mejor futuro,  y veo cambios en las mujeres jóvenes, en cómo se ven a si mismas. En los conciertos veo a muchas adolescentes, de 14 a 17 años, que se me acercan a mí o a mis colegas, y se emocionan hasta las lágrimas, nos dicen que les cambiamos las vidas. Y es algo que significa mucho para mi. Ver que las adolescentes son feministas fuertes, que valoran lo que hizo Pussy Riot. Creo que las próximas generaciones van a mantener esta tendencia feminista, porque aprenden a pelear en el día a día. Y vemos que en Rusia los más jóvenes ya no se piensan en los géneros binarios. Sé que no es un logro mío, pero espero haber aportado algo. 

¿Cómo fue para Pussy Riot pasar de los shows ilegales de unos pocos minutos a las presentaciones en escenarios formales?

Es un gran esfuerzo. Pero logramos mantener el toque radical de los shows, difiere mucho de lo que ves habitualmente en un escenario. Trabajamos mucho para salir de lo común y volarte la mente. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

am i a matriarch, dear mommy?

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En 2012, una de sus compañeras afirmó en una entrevista que "Los únicos shows que haremos son los ilegales. Nos negamos a tocar como parte del sistema capitalista, en conciertos en los que se venden entradas". ¿Por qué cambiaron esa postura?

Decidimos hacer los shows y las giras para usar el dinero para la organización y para MediaZona. Nos financiamos nosotros mismos porque no tenemos alternativa por la ley que mencionaba antes, si no lo hacemos así, vamos presos. Entonces acordamos hacerlo para eso. Y nos empezó a gustar, porque genera una mejor comunicación con el público, y nos ayuda a lograr un mejor ambiente. 

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