Bronca se puede ver en Netflix
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Estilo de vida > COMPORTAMIENTO

"El enojo tiene mala prensa": Bronca, la nueva serie de Netflix, y el derecho a sentir ira

Bronca, estrenada en la plataforma, refleja cómo nos llevamos con las emociones negativas y la posibilidad de explotar en cualquier momento
Tiempo de lectura: -'
15 de abril de 2023 a las 05:03

Un Whatsapp del jefe fuera del horario laboral. El nene que llora. La factura sin pagar. Qué cocinar para esta noche. El pelotudo que se tiró con amarilla y casi me choca. Cobran fortunas y no dan dos pases seguidos. La cola del super que no avanza. Los bocinazos. Llego tarde. Mi madre me llamó tres veces. Se me rompió la heladera.

Como en la tortura de la gota china, las presiones, el estrés y la tensión nos rondan de forma constante y se van apilando sin parar. Una sociedad que empuja a la sobreexigencia, a estar siempre disponible y a vivir al borde de quemarse el cerebro, un ritmo de vida frenético e  inmediato, calles caóticas y estímulos permanentes hacen que de forma más notoria que en otros tiempos haya una sensación de que estamos siempre a punto de explotar.

Y contener esa explosión no siempre es fácil, aunque por lo general solemos tragar el veneno y ejecutar en nuestro cerebro las secuencias imaginadas de catarsis. A veces a esas ideas los creativos las convierten en ficciones, que imaginan qué pasaría si cayéramos en brazos de esas pulsiones más agresivas y cediéramos a la reacción más violenta posible ante una discusión, un problema, una agresión.

Piense, por ejemplo, en los seis segmentos que componen la película argentina Relatos Salvajes, donde la burocracia, el engaño o el tránsito llevan a debacles más o menos públicas. Incluso en la historia de Hulk, el superhéroe que es el amable y apocado Bruce Banner pero al que el estrés lo transforma en la rabia encarnada, en una bestia impulsiva que se lleva todo puesto. O en el reciente estreno de Netflix, Bronca, donde es, de nuevo, un incidente vehicular el que lleva a una rosca de furia y violencia entre los dos protagonistas.

A su vez, ese incidente es apenas el catalizador para purgar la rabia acumulada por vidas cargadas de infortunios y estrés motivado por sus vidas familiares, profesionales y económicas. Si bien además la serie tiene una segunda lectura que responde a estereotipos y particularidades de la experiencia vital de los descendientes de inmigrantes del este asiático (coreanos, japoneses, chinos, vietnamitas) en Estados Unidos, hay cuestiones tan universales como la ira y la manera en que las frustraciones cotidianas se van apilando y pueden explotar de forma más o menos desmedida en cualquier momento.

Porque Danny y Amy, los protagonistas de este relato (encarnados por Steven Yeun y Ali Wong, respectivamente), están como tantos otros en este mundo moderno al borde de la explosión. Una vida de mecha corta que encuentra algunas rendijas para salir: la calle, la cancha, Facebook o Twitter.

No te calientes

Si vamos al caso, estos impulsos no son patrimonio exclusivo de la era moderna. El enojo es algo primario, estuvo ahí siempre, se produjo por (en esencia) las mismas razones, y provocó los mismos desenlaces.

El psicólogo social y docente de esa disciplina en la Facultad de Psicología de la Udelar, Juan Fernández Romar, explica que el enojo, la ira y demás impulsos son en realidad emociones naturales que manifestamos continuamente. Son una forma de tratar conflictos. Tienen una función adaptativa, para evitar peligros y comunicarnos. Un modo de regular emociones, que además a nivel cultural se usa para enmascarar otras, como la tristeza.

Y desde hace tiempo tenemos ya mecanismos sociales para lidiar con el enojo, agrega el psicólogo. “En las sociedades complejas, que para occidente implica remontarse a las primeras ciudades estado griegas en la Antigüedad, ya aparecen algunas normas y conceptos como la ataraxia, que es el control de los impulsos en la vida cotidiana, que sigue incluso perdurando hasta hoy, ese “be cool, man”, que escuchamos en tantas series y películas. Porque si con cada impulso violento actuamos en consecuencia, sería invivible”.

Ali Wong y Steven Yeun, los protagonistas de Bronca

Los griegos tenían también la idea de la sophrosyne, la moderación, templanza y prudencia para llevar una vida equilibrada y exitosa, otra noción que hoy, quizás más que en otros tiempos, se ha intensificado y hasta corrido al otro lado del espectro.

Eso también está presente en Bronca, donde tanto Amy como Danny se topan con conversaciones donde se habla sobre la necesidad de tranquilizarse, disfrutar, enfocarse en lo bueno y lo positivo de la vida, obligándolos a esconder y ocultar sus impulsos más tensos.

La psicoanalista Gabriela Calvo explica que en la sociedad moderna “los enojos tienen mala prensa”, una situación que obliga a reprimir algo que tiene una función expresiva, de corte con las instancias negativas, que cuando se desborda y genera una agresión es en realidad algo que falla, pero que tiene utilidad.

“Los dos personajes están sumidos en la angustia, pero se les dice directa o indirectamente que sean positivos, porque hay un mandato social de ser felices y productivos, pero lo otro también forma parte de la vida, aunque se lo reprima”, agrega Calvo. “Los protagonistas de la serie se enfrentan a demandas imposibles, tanto impuestas por otros como por ellos mismos, aunque esa violencia también se junta con lo sexual, esas vidas frustradas tienen de repente este encuentro que tiene también algo de juego, porque las pulsiones de vida y muerte siempre se dan juntas, intrincadas”.

Aunque haya ámbitos más propensos a la rabia, no hay lugares delimitados para que explote, sino que puede pasar en cualquier lugar, así sea en casa, en el trabajo o con amigos, porque como una olla a presión esas frustraciones que no se trabajan ni se dejan salir llegan a la superficie en algún momento. Bronca, según Calvo, reivindica el poco lugar que le damos actualmente a esas sensaciones y vivencias, que también tienen que ver con el mundo en el que vivimos a esta altura del siglo xxi.

Desigualdad es violencia

Estamos en una era de desigualdad, donde las diferencias se hacen cada vez más patentes y claras. Y el desamparo, la sensación de injusticia y la falta de oportunidades son material para salidas violentas.

Fernández Romar dice que “una sociedad jerárquica, donde hay roles subordinados y una distribución desigual de la riqueza, implica violencia. Y eso dispara el enojo”. En esas sociedad se plantean espacios instituidos para tramitar esa agresividad, como el deporte o el pogo de un recital de rock. “Se escenifican los enojos y se procesan”, comenta. “Ya pasaba en Atenas y en Roma, en el Coliseo, y hasta en las distopías futuristas como Los juegos del hambre, está esa idea”.

Después, esta época tiene sus espacios particulares, donde el enojo también campea. Como en el disparador de la serie de Netflix, está el tránsito. Que es anónimo, en el sentido de que nos topamos con desconocidos y nos despersonalizamos dentro de los vehículos, y donde se dan encuentros fugaces. A eso se suma el peligro y la tensión constante de circular por la calle, sumado al comportamiento egoísta que dispara el vértigo de la vida urbana. En ese sentido, para Fernández Romar el tránsito es democrático, porque los enojos en ese ámbito aplican a todos, sin importar género, edad y demás elementos.

Ese anonimato y fugacidad que propicia la agresión está también, por ejemplo, en las redes sociales (donde también aplica lo de mostrarse siempre positivo y feliz, sobre todo en plataformas como Instagram).

El docente de psicología social agrega que en las redes se adiciona otra capa que también es propia del presente: las grietas en colectivos que se retroalimentan con las plataformas y sus algoritmos que reafirman prejuicios y posturas. “El conflicto adquiere así una centralidad que antes no tenía, y así como antes –hace diez, quince años– tenía más incidencia el barrio, el grupo, ahora el sentido de pertenencia es a una comunidad virtual, deslocalizada”, plantea.

Y agrega: “el cara a cara mediatiza, en redes no está ese filtro y encima se puede manipular al resto con elementos como noticias falsas. En ese vértigo de las redes domina mas la emoción que el razonamiento, que exige más tiempo, más involucramiento y hasta dinero para pagar suscripción a un medio que te da información confiable”.

Esa brecha de acceso a la información es solo una de las desigualdades que genera la sociedad y que hace que la hostilidad tenga una puerta más grande por la que entrar. Como las desigualdades de oportunidades económicas y sociales, del acceso a diversión, a conocimiento, a educación, que también ayuda a entender mejor y procesar el enojo.

El lado bueno del enojo

La ira no es necesariamente algo malo. De hecho, tiene distintas utilidades en aspectos diferentes de la vida, desde lo físico hasta lo emocional. En julio de 2020, el sitio BBC Mundo recopilaba una serie de estudios científicos que analizaban los movimientos, las reacciones y la fuerza de distintos deportistas de varias disciplinas, y detectaron que con el enojo, mejoraban su desempeño. Cuando las cosas no salían, aumentaba su rendimiento, saltaban más alto, tiraban más rápido, acertaban más.

Otro caso, completamente distinto: es una parte clave de la adolescencia enojarse con los padres, y esto tiene un impacto positivo, porque es un proceso necesario para marcar el quiebre generacional, generar su propia identidad y despegarse de los progenitores.

La clave, claro, y lo más difícil, es que esos impulsos no absorban todo y dominen el comportamiento. Ya lo decía el filósofo romano Séneca: lo complejo es "estar enojado con la persona correcta y en el grado correcto, en el momento correcto, con el propósito correcto y de la manera correcta". Pero con eso dominado, la ira puede ser canalizada de forma adecuada.

“Hay que habilitarse sentir el enojo y expresarlo con la palabra, saber decir qué nos pasa y decirlo”, considera Calvo. “El enojo permite darse cuenta lo que no funciona y nos hace mal, es estructurante”.

Comentarios

Registrate gratis y seguí navegando.

¿Ya estás registrado? iniciá sesión aquí.

Pasá de informarte a formar tu opinión.

Suscribite desde US$ 345 / mes

Elegí tu plan

Estás por alcanzar el límite de notas.

Suscribite ahora a

Te quedan 3 notas gratuitas.

Accedé ilimitado desde US$ 345 / mes

Esta es tu última nota gratuita.

Se parte de desde US$ 345 / mes

Alcanzaste el límite de notas gratuitas.

Elegí tu plan y accedé sin límites.

Ver planes

Contenido exclusivo de

Sé parte, pasá de informarte a formar tu opinión.

Si ya sos suscriptor Member, iniciá sesión acá

Cargando...