Fútbol > EL TAPADO DE LA FECHA

El Forlán de La Teja

Leandro Onetto admira al exjugador de la celeste y la hinchada de Progreso lo llama así por su parecido físico; jugó con Torreira en la selección de Río Negro y un psicólogo ayudó a que no dejara el fútbol
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13 de febrero de 2018 a las 05:00

Le gusta mucho cómo juega Edinson Cavani, pero su ídolo futbolístico es Diego Forlán y leyó su biografía. Las vueltas que tiene la vida y el fútbol llevaron a que luego de algunos partidos en Progreso el año pasado en la Segunda División, los propios hinchas empezaran a llamarlo "Forlán" por el parecido físico y su pelo. Él lo toma con una sonrisa, pero también con responsabilidad. Él es Leandro Onetto, el delantero de Progreso quien habló con Referí.

"¡¿Sabés lo que es que me comparen con Forlán?! Aunque sea por el parecido físico. Es un fenómeno. Cuando me gritan, me río. Empezó como una joda, pero me quedó el apodo", explicó el futbolista que en dos partidos lleva dos goles, mientras que el año pasado, en 28 encuentros, solo había podido hacer uno en Segunda y antes de sufrir mucho para ascender.

Hace cinco años, cuando tenía solo 16, se vino de Fray Bentos a la capital para jugar en las inferiores de Defensor Sporting. Estuvo dos temporadas, logró un título y recuerda que Juan Ahuntchain lo guió a él y a varios compañeros.

"En la casita de los juveniles del club vivíamos con Giorgian De Arrascaeta, Mauro Arambarri y Ayrton Cougo que era mi compañero de cuarto. Los dos primeros son mayores y ya se veía que tenían un futuro bárbaro", recuerda.

Pasó luego a Fénix y allí debió alquilar un apartamento en el Buceo. Ya no le cocinaban y afrontó el reto de la soledad.

Ahí recordó sus grandes momentos jugando para Anglo de Fray Bentos, todas las vueltas olímpicas que dio, la selección de Río Negro que también supo defender, las charlas con su padre Jorge y su madre Fabiana, sus tres hermanos y los asados de los domingos con sus abuelas, sus tíos y primos. Era un peso enorme y se sentía solo. Más de una vez quiso dejar el fútbol, pero el amor por la pelota fue más fuerte y se quedó en la capital.

Aunque hubo una decisión que tomó con solo 17 años que fue fundamental: empezó a ir al psicólogo y lo ayudó muchísimo.

Entonces siguió. Como cuando con De Arrascaeta y Arambarri iban en ómnibus hasta Portones para que los levantaran en un auto para ir a Pichincha a entrenar, en Fénix debía viajar en el 494 durante una hora y media de ida y otra de vuelta, solo para entrenar. ¡Tres horas por día de viaje!

Su siguiente destino fue Juventud de Las Piedras. Allí tuvo a Marcelo Broli como técnico y Jorge Giordano, el DT de la Primera de entonces, lo ayudó mucho con sus consejos.

"Broli fue un entrenador muy importante porque me dio confianza", explica. Tan trascendente fue, que decidió llevarlo a Progreso. Broli es el ayudante técnico de Marcelo Méndez.

Allí se sorprendió muchísimo "por cómo se maneja el club. La gente es muy humilde y me empecé a sentir como del interior porque es un club de barrio y me acordé cuando jugaba en Anglo. Nunca me faltó nada".

Jugó junto a Lucas Torreira en la selección juvenil de Río Negro y dos por tres, comían un asado juntos. Gastón Ramírez también es de sus pagos, jugó con su primo y es amigo de la familia. Por eso le regaló la camiseta de Southampton de Inglaterra.

"Lucas es un jugadorazo, humilde, buena persona. Era muy habilidoso cuando jugábamos juntos y lo hacía de delantero, no como ahora. Convertía muchos goles. Hablamos seguido y me alegré mucho cuando surgió la noticia de que lo pueden citar a la selección. Por eso, lo felicité", cuenta.

Luego de hacer hasta segundo de liceo en Río Negro, cuando llegó a Montevideo empezó tercero, pero se le complicó por el fútbol. Pero eso no fue obstáculo para que siguiera estudiando. Este año cursará sexto de Medicina en un liceo de Pocitos en el que realizan tutorías para la gente que trabaja. De mañana entrenará y de tarde estudiará.

Hay una explicación de por qué sigue Medicina. "Quiero ser nutricionista deportivo. Son cuatro años de facultad y es uno de mis sueños. ¿El otro? Es muy obvio: poder llegar a la selección", explica.

No quiere dejar pasar un hecho que lo emociona al hablar: la importancia de su padre Jorge en su carrera.

Así lo comenta: "Siempre confió en mí. Me tenía más confianza él que yo mismo. Fue una pieza fundamental. Lo admiro y lo quiero".

Su papá tiene una distribuidora de bebidas en Fray Bentos y él hace algunos años, cuando viajaba los fines de semana, lo ayudaba.

"Nunca me pidió que trabajara, pero yo trataba de ayudarlo en su empresa. Más que nada, compartía momentos con él y tomábamos mate. Son cosas de las que nunca te olvidás", dice.

Con el paso del tiempo, le gustó Montevideo. Hoy vive con una de sus hermanas, Martina, quien estudia arquitectura. Él cocina "mucha pasta" y como a ella no le gusta cocinar, lava los platos.

El presente le sonríe a Leandro. Está muy feliz en Progreso y quiere seguir haciendo goles para alegrar a La Teja.

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