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El Partido Colorado en caída libre: la crisis económica a la que le faltó un “relato” político

La crisis de 2002 tuvo su impacto electoral más fuerte en filas colorados; 20 años después, la recuperación se hace esperar
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30 de julio de 2022 a las 05:01

Forjador de la historia uruguaya, fuerza inmensa y augural según su himno, hacedor de reformas imprescindibles y nombre que se le ha dado al gobierno durante 150 años, el Partido Colorado encontró su debacle política en la crisis económica de 2002 y, veinte años después, el eco de aquel drama social, que se vio obligado a timonear, aún lo persigue como un obstinado fantasma.

El partido apenas se ha recuperó de aquella brutal circunstancia y los analistas políticos se dividen a la hora de otorgarle beneficios o achacarle culpas en la generación y en la  salida de una corrida bancaria tras la cual se destruyeron empleos, los salarios se desplomaron y se dispararon los suicidios.

Unos dicen que el drama llegó de afuera y que Batlle conjuró lo mejor que pudo la llegada de lo que el propio presidente llamó “las siete plagas” en referencia a las sequías persistentes, las inundaciones tenaces y la epidemia de fiebre aftosa.

Es más, el ministro de Economía de entonces, el fallecido Alejandro Atchugarry, fue posteriormente reconocido por sus adversarios y se le tributaron homenajes diversos por el diálogo político y las medidas adoptadas en medio del vendaval. Otros señalan que el gobierno no se comportó como debía ante la emergencia.

Lo cierto es que el Partido Colorado padeció un golpe brutal pese a que Tabaré Vázquez recibió en el 2005 una economía en franco crecimiento y un mesurado déficit fiscal.

En su último libro La fuerza de las ideas, el ex presidente Julio Sanguinetti recuerda cómo a los colorados se los llevó puestos la crisis pese a su larga historia de sobrevivencias y renacimientos.

“El Partido Colorado sufrió un daño electoral inmenso, perdió las elecciones, pero entregó el país, en 2005, habiendo crecido la economía el año anterior un 4,6%. Hasta estos días se pagan las consecuencias políticas de aquel momento”, escribió Sanguinetti.

Un, por aquello años, allegado al círculo íntimo de Batlle, dijo a El Observador que al Partido Colorado le faltó recrear un “relato” de lo que fue la salida de la crisis. “Jorge nos decía que la gente iba a darse cuenta de que la recuperación económica llegó gracias al partido, pero no hay hechos políticos que valgan si no tienen un relato que los vayan explicando. En el imaginario de la clase media, que fue la más golpeada, quedó estampado que el auto que perdieron en el 2002 lo recuperaron gracias a Vázquez. No supimos contarle que la recuperación del 2005 fue posible gracias a que Batlle pudo navegar la crisis y dejar un país en crecimiento”, dijo el exdirigente que se encuentra alejado de la política.

Mientras el Partido Colorado se hundía, el Frente Amplio reivindicó para sí las banderas de la justicia social tradicionalmente desplegadas por el batllismo

En la crisis del Partido Colorado también supo jugar el azar o, mejor dicho, el infortunio vinculado a decisiones políticas. Porque fue Batlle el principal impulsor de la reforma constitucional que tuvo la clara intención de postergar la llegada de la izquierda al gobierno y que fue aprobado en 1996 con la oposición de la mayoría del Frente Amplio, y con el apoyo de blancos, de colorados y de los frenteamplistas Líber Seregni y Danilo Astori.

La instauración del balotaje en los comicios de 1999 le retaceó al Frente Amplio la posibilidad de llegar al gobierno en esa instancia pese a que fue la más votada de las fuerzas políticas. En la segunda vuelta, Batlle venció a Vázquez y se convirtió en el presidente de la crisis. ¿Qué hubiera pasado si la reforma no prosperaba –fue convalidada por la mínima diferencia del 50,5%- y la crisis del 2022 le explotaba en la cara al Frente Amplio? ¿La izquierda hubiera vadeado el drama con éxito o hubiera quedado marcada a fuego y su permanencia en el poder seriamente comprometida?

En la crisis del Partido Colorado también supo jugar el azar o, mejor dicho, el infortunio vinculado a decisiones políticas.

Ese escenario nunca llegó a concretarse por un puñado de votos reformistas. Y las elecciones de 1999 fueron pan para el Partido Colorado de entonces y hambre para su futuro. Además, el sistema de balotaje lo ha sumido en los últimos tres comicios en el rol de furgón de cola del nacionalismo, y sus candidatos han hecho campaña por postulantes herreristas, corriente que fue la contracara ideológica del batllismo durante décadas.

Los votos.

En las elecciones anteriores a la crisis, las de 1999, el Partido Colorado sacó el 33% de los votos, y Jorge Batlle le ganó el balotaje a Tabaré Vázquez con más del 54% de los sufragios. En los comicios de 2004, el candidato colorado Guillermo Stirling sacó apenas el 10% de los votos, blancos y frenteamplistas se disputaron la segunda, y la izquierda llegó al poder por primera vez en la historia uruguaya. La travesía por el desierto de las urnas del partido de Rivera y de  Batlle y Ordóñez había comenzado.

En 2009 con la candidatura de Pedro Bordaberry, los colorados repecharon a un 17% pero en 2014 cayeron al 12% con el mismo postulante. Bordaberry pasó a cuarteles de invierno y, en 2019, la presencia renovadora de Ernesto Talvi no fue suficiente para que el partido levantara la cabeza y, otra vez, su performance apenas arañó el 12%.

El resto es historia reciente y las noticias no son buenas. Tras la renuncia de Talvi a la actividad política, la mayoría de los dirigentes partidarios depositan su principal esperanza en el retorno de Bordaberry, aquel que no pudo ser solución en dos instancias electorales.

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Las principales figuras del partido son el expresidente y actual secretario general, Julio Sanguinetti (Batllistas), de 86 años, y el ministro de Ambiente, Adrián Peña, quien asumió el liderazgo de Ciudadanos tras la renuncia de Talvi.

El presidente del Codicen, Robert Silva, se perfila como uno de los posibles postulantes para las elecciones de 2024. En realidad, hay que preguntar mucho entre los dirigentes partidarios para encontrar alguno que tenga reales esperanzas cifradas en Silva.

El partido enfrenta varias acechanzas. La idea de “las familias ideológicas”, postulada por Sanguinetti en la década del 90, contribuyó a fortalecer la coalición de blancos y colorados en los balotajes, pero diluyó esas diferencias en beneficio de los nacionalistas.

El batllismo se nutrió tradicionalmente de la clase media, y fue justamente ese sector el más golpeado por aquella crisis que está cumpliendo 20 años. Mientras el Partido Colorado se hundía, el Frente Amplio reivindicó para sí las banderas de la justicia social tradicionalmente desplegadas por el batllismo y, desde entonces, la izquierda y los nacionalistas se disputan el poder.

Sanguinetti suele decir que los gobiernos deben ser evaluados menos por lo que hacen y más por lo que evitan. Si es verdad que Jorge Batlle evitó lo peor, los colorados han sido del todo ineficaces en la tarea de explicarle a la gente que en aquel 2002 hubo un precipicio cercano y que fueron ellos lo que nos salvaron de la caída.

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