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7 de febrero 2013 - 19:23hs

La industria del cuero vacuno y ovino “atraviesa por su peor momento en, yo diría, los últimos 50 años”, afirmó Ricardo Tournier, presidente de la Asociación Uruguaya de Químicos y Técnicos de la Industria del Cuero, quien lleva 42 años trabajando en esta industria.

Explicó que el cuero vacuno, principal subproducto de la industria frigorífica, se comercializa básicamente en cinco estados: fresco, salido del frigorífico, al que se lo debe procesar rápidamente; salado, con un tiempo de almacenaje de unos seis meses; wet blue, con un tiempo de almacenamiento de un año; semiterminado, sin limitación de tiempo; o terminado, pronto para manufacturar los diferentes artículos de cuero (calzado, asientos, muebles, marroquinería, etcétera).

“A medida que avanzamos al cuero terminado el proceso tiene más valor agregado y es más intensivo en mano de obra. Por los años 1900 el cuero salado era el principal ítem de exportación. A lo largo del siglo XX, mediante detracciones a los cueros crudos e incentivos a los semiterminados y terminados y a sus manufacturas, se fue desarrollando la industria, privilegiando al terminado. Este crecimiento se dio hasta la última década del siglo, a partir de ahí comenzó a decaer”, dijo.

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Según un informe realizado por Deloitte para la Cámara de Curtidores, el wet blue pasó de representar el 15% de lo exportado en 2005 a 22% en 2011; el semiterminado pasó de 18% a 32%; y el terminado de 67% a 46%.

De 1997 a 2012 el valor agregado del sector, donde las curtiembres tienen la mayor incidencia, viene bajando en promedio 3% por año, acumulativo. Es decir que en estos 15 años, el valor agregado cayó 45%. En ese período la participación del sector en el PBI industrial cayó de 3% a 0,5% y la productividad de la mano de obra creció hasta 2004 y a partir de allí, hasta 2012, cayó 45%. Los datos fueron extraídos del informe “Caracterización sector cuero y análisis prospectivo a 2020”, del consultor Pedro Barrenechea.

“Las curtiembres hacen cada vez menos cueros terminados y más de los otros estados. La tendencia es a que el valor agregado siga cayendo. Estamos exportando materia prima que da trabajo en otros países”, lamentó.

Esta caída va acompañada de caída en la mano de obra empleada y arrastra al PBI del sector. La caída de la productividad se explica por el aumento del costo de la mano de obra, donde los aumentos de salarios no fueron acompañados por aumentos de la productividad. “Entiendo que esto desanima a los industriales, no les cierran los números. Tengamos en cuenta que el salario promedio de la industria está en unos US$ 1.600, cuando en Sudáfrica está en US$ 900, en México en US$ 500 y en China en US$ 400”, agregó, citando que otro punto que señalan los industriales “es el tema del dólar planchado”.

Las curtiembres lanares casi han desaparecido. A las causas anteriores hay que sumarle la drástica reducción del stock ovino que cayó de 24 a nueve millones. En el sector vacuno, las curtiembres pequeñas y medianas han ido desapareciendo en favor de grandes corporaciones, que por su tamaño vienen teniendo ventajas comparativas, cuando las medianas y chicas emplean más mano de obra, comparativamente.

Las nuevas tendencias en la agropecuaria han incidido poco en esta cadena productiva. Tournier precisó que sí se nota “una tendencia de las empresas brasileñas que han comprado frigoríficos a procesar los cueros resultantes de sus faenas y a exportarlos con poco valor agregado, en wet blue”.

“A pesar de los defectos, la calidd de nuestros cueros es muy superior a la de los brasileños, paraguayos, del norte argentino y de otros países. Los curtidores brasileños siempre tuvieron gran apetito por nuestros cueros, que son de muy buena calidad, pero podrían ser mejores”, admitió.

Sobre si el bienestar animal, exigido por los mercados y por el MGAP, mejoró la calidad de la materia prima, indicó que “lamentablemente por el momento no se nota ninguna mejora, pero debería haberla en la medida que esta práctica se extienda”.

En relación al 18° Congreso Latinoamericano de Técnicos del Cuero organizado en 2012 en Uruguay, “hacía 36 años que no se realizaba un congreso de estas características; tengo el orgullo de decir que el equipo organizador, de nuestra asociación, hizo una excelente labor, llovieron felicitaciones de colegas extranjeros. Enfatizamos en innovaciones en la industria, principalmente en efluentes y residuos, aspecto en el que las curtiembres están muy mal conceptuadas y donde hay avances muy importantes”.

La asociación que preside Tournier se trazó como objetivo superior “colaborar con autoridades y empresas para encontrar caminos que permitan al país usufructuar del enorme capital que tiene en sus cueros, manteniendo y aumentado su procesamiento y, por lo tanto, la ocupación”.

En ese marco, “el año pasado tuvimos una experiencia muy gratificante: participamos en los anteproyectos de producción más limpia que prepararon nueve curtiembres, bajo la iniciativa de Freplata (organismo binacional para el mejoramiento de los vertidos industriales al Río de la Plata) y la Dinama, en un clima de mucha sinergia junto con la Universidad de Montevideo, los institutos de Mecánica e Ingeniería Química de la Udelar y el LATU, un ejemplo de cómo se debe trabajar en forma multidisciplinaria con objetivos superiores y que se puede”.

Hay pérdidas anuales millonarias

Por ser un subproducto de la industria frigorífica “la oferta de cueros baila al son de lo que sucede en el mercado del ganado y de la carne” y “las sequías disminuyen la oferta con un desfasaje de dos años, aproximadamente”, explicó Ricardo Tournier.

La oferta ha venido aumentando, debido no tanto al alza leve que ha tenido el stock vacuno, sino a la baja en la edad de faena de los animales, indicó.

Añadió que al faenarse animales más jóvenes el cuero podría tener un poco menos de defectos naturales, al estar menos tiempo sobre los campos, pero “lamentablemente no es así porque en 1992 llegó la mosca de los cuernos: su picadura produce agujeritos en los cueros y baja la calidad. Esta mosca originaria de África entró en Estados Unidos a fines del siglo XIX, se extendió a la costa oeste, comenzó a bajar por Centroamérica adaptándose a los diferentes climas y luego lo hizo por Sudamérica hasta que llegó a Uruguay”.

Otros factores que bajan la calidad son la garrapata, las marcas de fuego, arañazos de alambres de púas y Espinillo, pinchazos de picanas, etcétera, disminuyendo “la riqueza potencial del país; por los cueros afectados no se logran los precios que se podría”, expresó.

En 1994 Tournier estimó que el monto por esas pérdidas rondaba los US$ 39 millones al año, hasta sugirió medidas correctivas, sin encontrar eco.

“Entre mis debes está volver a calcular la pérdida de riqueza potencial e insistir en nuevas medidas para disminuirla, a la luz de la realidad actual, e intentaré incluir las pérdidas en carne y leche que algunas de estas plagas producen en el rebaño vacuno”, concluyó.

Mercados

El mercado interno es muy pequeño. Se ha mantenido a lo largo de los años oscilando alrededor del 5% de la oferta total de cueros. Se ha obtenido un promedio de 2 millones de cueros anuales (hoy 2,5 millones); el mercado interno consume unos 100.000. El mayor mercado externo es el asiático, hacia donde van nuestros cueros en todos sus estados.

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