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El tambo que transformó un problema en una fortaleza
Por Juan Samuelle, enviado a San José
En un establecimiento productor de leche en San José está en marcha un biodigestor que permitió transformar un problema en una fortaleza, potenciando el concepto de economía circular, aprovechando la bosta que las vacas excretan dos veces al día en el tambo para producir energía eléctrica –también fertilizante natural– y bajar a cero la contaminación.
Rincón de Albano es una empresa que acciona en un predio en la cuenca del río Santa Lucía, sobre el acuífero Raigón. Solo produce leche, que remite a Conaprole, con un rodeo Holando. Su producción equivale a 10.000 litros por hectárea, con cinco a seis millones de litros al año e índices de sólidos mayores por encima del promedio nacional.
La economía circular, se explicó a El Observador en la visita al establecimiento, es un concepto cuyo alcance corresponde a un conjunto de actitudes y manejos que en esta empresa se aplican desde antes del uso de esa definición. Básicamente, se aprovecha todo lo que hay en el entorno productivo y el biodigestor es una parte clave.
Lo que es un problema en muchos tambos, mucho más en uno con 450 a 500 vacas en ordeñe, se tradujo en una fortaleza.
La bosta que van dejando cada vez que pasan por el tambo se junta para capturar el gas metano, por lo tanto automáticamente se deja de contaminar.
Con biogás como combustible funciona un motor que, alternador mediante, produce energía eléctrica.
Es la primera tecnología de ese estilo instalada y en funcionamiento en Uruguay.
En el que es el primer proyecto de biogeneración que posee UTE a pequeña escala, la gran a diferencia de la energía eléctrica con base en fuentes hidráulica, eólica o solar, es que se puede guardar el gas y generar a la hora más adecuada. En ese marco, UTE pidió que en este caso esa generación suceda de 18 a 22 horas, cuando ocurre el pico de consumo. “Descontada” la energía eléctrica que el establecimiento demanda para toda su operativa, el excedente se comercializa a UTE.
Por otro lado, lo que no se utiliza directamente para producir energía eléctrica se lo transforma en compost, abono que se destina para fertilizar 70 hectáreas del establecimiento en las que se produce alimento para el rodeo. Y en el tambo, al colectar la bosta, se acabaron otros problemas, como el de las moscas y patógenos.
Además, existe un circuito totalmente cerrado para que el agua de diversos usos circule con cero deriva a la napa.
La economía circular comprende también la gestión de residuos. Lo que no se composta, se envía al vertedero de la intendencia.
Para el éxito de todo esto fue clave la toma de conciencia correspondiente de parte del equipo de trabajadores del tambo, que accedieron a trabajar en un ambiente de mayor calidad.
En todo esto hubo una participación del Estado, mediante Biovalor –proyecto del gobierno uruguayo articulado y ejecutado por los ministerios de Industria, Energía y Minería; Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente; y Ganadería, Agricultura y Pesca–, que aportó parte de los fondos necesarios para adquirir la tecnología del biodigestor y ponerla en funcionamiento.
El tambo además accedió a otros beneficios, dada la declaración de Interés Nacional por parte del gobierno y de Interés Departamental de la Intendencia de San José. Esos beneficios se están direccionando ahora al repago de la inversión, que se estima se podrá realizar en un tiempo menor al proyectado.
Más allá del ingreso económico real que disponer del biodigestor permitirá cuando el repago se haya cumplido, lo más valioso es el buen impacto en el cuidado ambiental.
Finalmente, en lo estrictamente energético, los buenos resultados de la experiencia han motivado a sus impulsores a presentar este modelo –sucederá en agosto de este mismo año– en el concurso nacional de eficiencia energética.
Un viejo anhelo
Biodigestores: no solo para la lechería
Nicolás Ponce de León integra la empresa Viniguay, representante para Uruguay de la brasileña Sansuy, cuya casa matriz está en San Pablo y es, destacó, “líder regional en la producción de artículos de PVC y, entre ellos, se especializó en biodigestores”.
Explicó que en 2003 Sansuy se asoció al Instituto de Investigación de la Facultad de Ciencias Agrarias y Veterinarias de la Universidad Paulista para desarrollar biodigestores, con estudios orientados a la emisión de certificados de carbono (en el marco del Protocolo de Kyoto).
Desde esa fecha Sansuy ha vendido más de 2.000 para aprovechar estiércol de vacas, cerdos, gallinas, desechos de la producción de almidón, papa, residuos urbanos e industriales y otros, en Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay. Incluso, comentó, se han vendido muchos para feedlots y frigoríficos, considerando que cualquier recurso orgánico puede ser insumo para un biodigestor.
Sobre su funcionamiento, dijo que “requiere muy poca atención, es casi automático”, aspecto clave dado que “en el mundo de hoy no se le puede agregar una tarea al productor”.
El instalado en San José tiene las vacas en piso firme poco tiempo por día, entre cuatro y cinco horas, generando de 140 m3 a 150 m3 de biogás por día.
Ponce de León subrayó el valor, añadido al de la generación de biogás que se transforma en energía eléctrica, de producir biofertilizante “de muy buena calidad”, y que es una tecnología “ambientalmente muy positiva”, ya que el estiércol de las vacas no se vierte a los ríos y cursos de agua, con la generación de biogás en un proceso anaeróbico (cúpula cerrada) que “permite que los gases de efecto invernadero no dañen la capa de ozono”.
También mencionó que, a propósito de la rentabilidad, “los biodigestores puntean muy bien con Inversión Comap, porque el gobierno incentiva proyectos que ayudan a preservar el medio ambiente y desarrollan energías renovables. Citó que es posible que cerca del 55% del total de la inversión (biodigestor, motogenerador y la obra civil que se requiere) esté exonerado de pagar IRAE durante cinco años, además de otras exoneraciones de IVA y patrimonio”.
Un aspecto clave, detalló, es que teniendo en cuenta que “lo más importante para que funcionen estos equipos es disponer de mucha bosta, estos proyectos son rentables en tambos grandes, como mínimo de 500 vacas, y que además las vacas estén un mínimo de unas cuatro horas durante el día en piso firme”.
Es por eso que se entiende que los feedlots de piso de hormigón o materiales similares son una gran oportunidad para usar biodigestores, como lo son a otra escala los criaderos de cerdos y aves, ya que el estiércol de esos animales tiene un muy alto potencial de producción de biogás.
