Ellas hablan llega este jueves a los cines uruguayos
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > RESEÑA

Ellas hablan: la sorpresa del Oscar 2023 que une la voz de las mujeres para denunciar el horror

La película dirigida por Sarah Polley se estrena este jueves 2 en los cines uruguayos
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02 de marzo de 2023 a las 05:04

El pasado 24 de febrero, cuando los actores Riz Ahmed y Allison Williams empezaron a enumerar a las diez películas nominadas a los premios Oscar, la lista incluyó unos cuantos nombres esperados –Los Fabelman, Los espíritus de la isla y, sí, Avatar: el camino del agua– algunos que no eran seguros pero que estaban en la discusión –Top Gun: Maverick, Sin novedad en el frente, Elvis—  y cerrando la lista, porque así lo determina el orden alfabético en inglés, una película que no muchos tenían en su radar de posibles candidatas: Ellas hablan.

Al levantar la tapa y empezar a mirar más de cerca el proyecto, se encontraban algunas pistas del interés generado por este filme: un elenco cargado de actores jóvenes pero de talento probado como Claire Foy, Rooney Mara, Jessie Buckley y Ben Whishaw; la presencia de una figura querida por la Academia como Frances McDormand delante de cámaras y detrás, en el rol de productora, así como la de Brad Pitt, que con su empresa Plan B tuvo tres nominadas a Mejor película en los últimos cuatro años. Y por último, la historia.

Ellas hablan, que este jueves se estrenó en  los cines uruguayos, está basada en una horrorosa historia real ocurrida en 2010 en Bolivia, y que resuena particularmente en estos tiempos donde la violencia contra las mujeres se ha convertido en uno de los problemas centrales de la discusión social, y en un tiempo donde en distintas partes del mundo se desarrollan luchas feministas que tuvieron en la campaña #MeToo contra los abusos sexuales en la industria del entretenimiento estadounidense su pata hollywoodense.

Y eso hace comprensible que la película haya sido bien recibida por el cuerpo votante de los Oscar, porque refleja parte del espíritu de la época así como otras nominadas hacen lo suyo con otros temas: Tár con la cultura de la cancelación y los abusos de poder, El triángulo de la tristeza con la desigualdad y la vida de los millonarios, Sin novedad en el frente con una crítica a la guerra, y hasta si se quiere Avatar con el cuidado del medio ambiente (siendo generosos).

La película lleva la acción de Bolivia a Estados Unidos, pero mantiene su ambientación en una comunidad menonita aislada la década pasada. Los menonitas son un grupo cristiano anabaptista formado en los Países Bajos que abandonó Europa por persecuciones religiosas y se extendió por el mundo. En Uruguay, de hecho, hay una veintena de congregaciones y tres colonias en Río Negro y San José. Hay distintas ramas dentro de esta iglesia, pero la película se ambienta en una de las más radicales, que rechazan ciertos elementos de la tecnología moderna y resuelven conflictos puertas adentro. Hasta que sucede lo que dispara la trama.

En la comunidad, un grupo de mujeres –desde niñas hasta ancianas—  descubren que han sido drogadas y violadas de forma sistemática por un grupo de ocho hombres de la comunidad. Los denuncian, y mientras esperan que vuelvan luego de que los vecinos paguen su fianza, debaten que opción tomar: no hacer nada, quedarse y pelear, o escapar.

Un puñado de mujeres del pueblo se reúne en un granero con un plazo de unas pocas horas antes del regreso de los culpables para debatir al mejor estilo Doce hombres en pugna y resolver en nombre de todas sus familias y vecinas. Lo resuelven, como dice el título, hablando. El guion –también nominado— no da respiro y los diálogos nunca se interrumpen, en una historia que avanza a un ritmo vertiginoso mientras este grupo intenta elaborar algo cada vez menos habitual: un consenso.

Por primera vez en sus vidas, estas mujeres tienen su destino en sus manos y no en el de sus esposos. Por primera vez, pueden hablar libremente, criticar abiertamente el funcionamiento de la comunidad que por ejemplo no les permite aprender a leer y escribir, o cuestionar los preceptos religiosos que dominan sus vidas.

Con la compañía de Augustus, el único hombre adulto cuyo rostro aparece en cámara (los demás son apenas sombras o siluetas) y maestro de la escuela local, que ejerce como escriba de la reunión y como referente por conocer el mundo exterior, este grupo se enfrentará a una situación que les sacude todas las estructuras pero también sirve como una potencial liberación.

Con un guion tan cargado, mucho del peso de la película recae sobre los actores, que cumplen con solvencia y calidad un trabajo en el que nadie destaca porque la fuerza está en el colectivo, no en trabajos puntuales (aunque las contadas apariciones de Frances McDormand a lo largo del metraje tienen un poder particular, con miradas que transmiten toneladas de información).

Las actuaciones están rodeadas por una narrativa que apela a los flashbacks para dar contexto a las discusiones y para reflejar el impacto de este comportamiento predatorio en la comunidad, pero también para las reflexiones que se disparan sobre la inocencia, el perdón, la violencia de género y las causas por la que se repite como una constante en épocas y lugares distintos.

Aunque parte de una historia que estruja el alma, Ellas hablan no merodea en la oscuridad ni expone la herida más de lo necesario. No hay necesidad de golpes bajos ni de regodearse en el crimen, porque la intención y la atención pasan por otro lado.  Apuesta a generar incomodidad y tristeza, pero es también porque es lo que atraviesa a sus protagonistas.

La película está nominada a dos premios Oscar

Porque en definitiva, la historia de Ellas hablan es la que construyen sus protagonistas ante nuestros ojos, y la que una de las debatientes le cuenta a alguien con su voz en off que funciona como marco y guía narrativa. Las emociones –la incertidumbre, la rabia– que estas mujeres atraviesan a medida que determinan su camino es la que va guiando los vaivenes del relato, sin dejar de guardar un lugar para incluso algunos momentos de humor, por aquello del reír para no llorar que se cita directamente.

Hay un instinto animal que se llama la reacción de lucha o huida. Cuando viene la amenaza, el cuerpo reacciona automáticamente para definir si se planta o se va porque no tiene chance. De alguna forma, esa es la discusión a la que se enfrentan estas mujeres. Pero el instinto queda de lado ante lo más humano: la reflexión y el trabajo en comunidad. En este caso, en pos de una liberación que puede estar en casa o fuera de ella.

Y eso es lo que importa en esta película. Sin excesos visuales, lo más memorable de Ellas hablan es su relato y el postulado que hace. Pero con eso ya le alcanza para estar, de forma justa, entre las diez que el próximo domingo 12 buscarán el premio mayor de Hollywood.

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