Eduardo Espina

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Empezó por fin 2019 (con nuevo récord Guinness)

¿Cómo es ver la misma película 116 veces en menos de dos meses? Un quiropráctico con varios récords previos lo sabe
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22 de abril de 2019 a las 05:03

En el liceo tuve un profesor de historia, Monti (no recuerdo su nombre ni tampoco me acuerdo si alguna vez lo supimos pues todos lo llamábamos solamente “Monti”) quien solía ser genial, inspirado y corrosivo en todas sus clases y con el cual –además de otros- aprendí a pensar sin prestarle demasiada atención a la opinión de los demás. Monti se enojaba seguido, por no decir todos los días, con la idiosincrasia de los uruguayos.

Una de las cosas que más detestaba era el largo asueto asociado a la Semana Santa, mal llamada Semana de Turismo, en la cual lo único activo (no sé si algo ha cambiado, ustedes dirán), era una larga carrera ciclística que siempre termina en Montevideo, como casi todas las realidades de este país. Solía decir el gran profesor de historia, que, para colmo del resto del mundo civilizado, en nuestro país el año nuevo comienza de rigurosa manera al día siguiente de Semana Santa. Por lo tanto, es hoy. Feliz año nuevo. Ha llegado (por fin) 2019, en esta ocasión, más tarde que nunca.

En el mundo la semana pasada ocurrieron cosas importantes, entre otras, el incendio más comentado universalmente desde el de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001. Sobre el siniestro parisino escribí un extenso comentario, que fue el primero y último que pienso escribir sobre el tema, aunque me siento tentado a reflexionar sobre las 180 mil abejas que tenían panales en Notre Dame y que han logrado sobrevivir al incendio.

¿Qué tendría para decir San Francisco de Asís sobre esos laboriosos insectos que en ese lugar sagrado producen 75 kilos de miel anualmente? La crónica de hoy, sin embargo, nada tiene que ver con lo ocurrido en Francia la semana pasada, sino de una noticia en particular que me llamó mucho la atención, tanto, que me he aprendido el nombre del protagonista de la misma: Steve Ruppel.

El mundo está lleno de gente rara, y Ruppel integra dicho grupo por decisión propia. El personaje, quiropráctico de profesión, ha entrado con su hazaña el viernes pasado en el Guinness World Récords, aunque no es la primera vez que entra ahí, pues ya tiene otros cuatro récords en su haber.

En esta ocasión, el señor Ruppel vio Capitana Marvel 116 veces, desde el estreno del filme, el 7 de marzo, hasta la semana pasada. En total, fueron 14.268 minutos del mismo filme. ¿Cómo puede ser posible que un ser humano, que un semejante, pueda? Ruppel pudo, y por ahora ocupa el primer lugar en la lista de las noticias más extrañas del año, en la cual seguramente habrá varias informaciones referidas a la venidera elección presidencial uruguaya. La gente de Guinness debe estar atenta al respecto.

Resulta claro que Ruppel tenía un plan bien articulado y lo llevó a cabo, con la finalidad definida de que su nombre pasara a engrosar la ya larguísima lista de personas que tienen el tiempo y el coraje suficiente como para instaurar los más inesperados récords. Pero, la duda persiste, ¿por qué esa película y no cualquier otra? La respuesta: “Me encantan las películas de superhéroes, por lo que esta fue una buena opción. Sabía que iba a estar disponible en salas cinematográficas por un tiempo, y pensé que probablemente sería una buena opción para conseguir este récord en particular. Pensándolo bien ahora, podría haber visto una película de Disney, porque por lo general son más cortas y permanecen en salas cinematográficas por un tiempo, pero esa opción me hubiera vuelto loco”.  Capitana Marvel dura 124 minutos. El récord anterior en este rubro cinematográfico pertenecía a alguien que había visto una película 104 veces.

Con el aplauso de millones de personas cansadas de la rutina, y que celebran a los seres peculiares que desafían a los parámetros de normalidad de la realidad, Ruppel comentó tras completar el récord: “Pensé que era la cosa más loca de todas, pensé que era imposible. Ni siquiera estaba seguro de por qué era un récord, pero pensé que después de un tiempo ‘probablemente debería hacer eso’“.

Lo hizo, y esta semana estamos hablando y escribiendo de él, alguien que la semana pasada no existía en el menú noticioso de ningún medio. Es lo bueno de los incatalogables tiempos en los que vivimos: incluso el ciudadano más común puede por un día convertirse en noticia de la jornada, en todo el mundo.

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