El domingo al mediodía José María Lucas salió de su establecimiento, a 10 kilómetros de Tupambaé, en Cerro Largo, pero tuvo que volver tras el aviso de unos vecinos, quienes le comentaron que unos perros estaban atacando a sus ovejas. Cuando llegó al campo disparó, pero los perros se escaparon. Según contó, el daño no fue mayor porque llegó a tiempo.
Cuatro ovejas murieron y 12 “quedaron destrozadas”. Para el productor, conocido como Joselo, lo que más afecta en estos casos es “el estrago que hacen los perros, porque los animales terminan muriendo por infecciones”.
Este no es el primer ataque de este tipo que sufre este productor, pero según contó a El Observador, últimamente la zona “ha estado tranquila”, hasta que la semana pasada un vecino fue víctima de un caso similar, en el que murieron 20 ovejas. Para Joselo, estas situaciones ya son comunes en varias zonas del interior del país y “están pasando en todos lados”.
Sospecha que los perros son del pueblo y que “no matan por hambre”. La denuncia del caso está hecha y espera que con ella este ataque se tenga en cuenta y se tomen medidas, según indicó, porque “el estrago que se hace es irreparable”.
Los ataques de jaurías a majadas preocupan a los productores rurales, que en muchos casos han expresado su malestar por el daño al que se enfrentan sus producciones y han reclamado una solución de organismos como el instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA), que trabaja en planes de tenencia responsable y esterilización para controlar a la población canina.
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