Lema pone foco en algunas asignaturas pendientes, y en ese sentido enfatiza que Uruguay tiene un problema grave de capital humano, de educación y de lo que resulta de la combinación de ambas, que es la productividad

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Entrevista de Daniel Castro a Aldo Lema: “Uruguay tiene un problema grave de capital humano, educación y productividad”

El economista Aldo Lema dijo que muchas veces los uruguayos se ponen excusas para no competir y que es necesario cambiar esa aversión al riesgo
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01 de enero de 2023 a las 05:00

Pivot o bisagra son las denominaciones que elige el economista Aldo Lema para hablar del inminente año 2023. ¿Por qué elige estas palabras? Porque el director de Vixion Consultores y cofundador de Godelius considera que nos espera un año volátil e imprevisible. Aun en ese marco, estima que la economía “va camino a crecer en los próximos trimestres en torno al 3%, con un mercado laboral probablemente estancado, sin creación muy dinámica de puestos de trabajo, con alguna recuperación de los salarios reales asociado a una moderación inflacionaria”.

Pero en cuestiones más de fondo, Lema pone foco en algunas asignaturas pendientes, y en ese sentido enfatiza que Uruguay tiene un problema grave de capital humano, de educación y de lo que resulta de la combinación de ambas, que es la productividad. Entiende que estos temas, que merecen una atención urgente, difícilmente puedan ser resueltos con un crecimiento potencial pobre. “En una perspectiva de largo plazo, crecer al 2% es un signo de mediocridad. No es posible cumplir con varios de esos objetivos en un contexto de tan poco crecimiento”, sostiene Lema.

Como señales positivas, está convencido de que el mundo le da muchas oportunidades a Uruguay, porque hay una alta demanda de servicios de alta calidad, que se pueden exportar desde nuestro país, con excelentes remuneraciones. Sin embargo, también para eso hay que prepararse bien, con un sistema educativo que mejore, con jóvenes que incorporen el idioma del mundo, que es el inglés, que sepan programar y desarrollen habilidades de networking para integrarse al mundo. Aquí, un fragmento de la entrevista de Luces Largas con el consultor

Llega esta fecha y practicamos el ejercicio de balance y perspectivas. ¿Qué debería esperarse, por ejemplo, en el plano económico, en materia de crecimiento, inflación, tipo de cambio, comercio exterior?

Hay, primero que nada, un contexto detrás de esas proyecciones. Y eso está marcado por un escenario extrarregional que todavía va a ser complejo y negativo para Uruguay al inicio de 2023, pero que podría ir mejorando. Se habla mucho en el mundo de un año pivot en varias cosas. Puede pivotear China hacia mayor crecimiento, puede pivotear Europa hacia una recuperación, puede pivotear la FED a dejar de subir la tasa de interés y, eventualmente, empezar a bajarla. Segundo, el entorno regional.

¿Y ahí qué se ve?

Veo que Brasil no nos va a dar sorpresas, ni negativas ni positivas, Argentina, en esta lenta agonía hacia las elecciones, que puede acelerarse en un desenlace sobre la devaluación de su moneda y problemas económicos más graves, o que puede estirar hasta que se produzca la llegada de una nueva administración. Pero en ese contexto diría que el escenario para Uruguay para principios del nuevo año es, más bien, complicado, que podría ir mejorando en el segundo semestre. También queda explícito que nuestra mayor capacidad de expandirnos como economía está en torno al 2%. Y eso es lo que el 2023 va a mostrar.

¿Qué factores incidirían más notoriamente sobre este comportamiento?

Probablemente, el crecimiento esté ayudado por el inicio de la producción de la nueva planta de UPM, y quizá también dañado por una sequía que se ha prolongado durante los últimos meses. Diríamos que la economía va camino a crecer en los próximos trimestres en torno al 3%, con un mercado laboral probablemente estancado, sin creación muy dinámica de puestos de trabajo, con alguna recuperación de los salarios reales asociada a una moderación inflacionaria. Hemos transitado en los últimos meses desde presiones inflacionarias a presiones desinflacionarias, tanto en el mundo como en Uruguay. En ese contexto, desde el punto de vista monetario, lo más probable es que el Banco Central haga una pausa en el nivel de ajuste de su tasa de interés y tengamos una tasa de interés estable durante el primer semestre, que podría caer durante el segundo semestre si se confirma la menor inflación, que estaría cerca del 7% en el correr del año, y con un tipo de cambio que hoy tiene cierto espacio para recuperarse. El dólar tiene espacio para recuperarse por la menor presión inflacionaria, también por la caída de los precios de las materias primas y por esta misma desaceleración.

Ese es el contexto y, por lo expresado, el futuro parece aún incierto

Diría que Uruguay enfrenta un año bisagra, y la pregunta es si ese pivoteo o esa bisagra es hacia algo definitivamente peor o hacia una cierta recuperación o nuevo despegue. Probablemente eso está definido por el mundo, y el mundo quizá empiece a ayudarnos, pero no en lo inmediato, sino a medida que el año avance.

Para la agenda del 2023 seguirán pendientes temas como la reducción de la pobreza, de las inequidades. Aun considerando la posibilidad de una recuperación del salario real, persistirán algunos de estos problemas y otros, como mejores niveles de empleo y mejor desempeño de algunos sectores que siguen complicados. ¿Lo ve así? 

Hay un tema que es el de fondo para que Uruguay pueda avanzar más rápidamente en términos de desarrollo económico, de oportunidades, de reducción de pobreza y de mejorar la distribución del ingreso, y pasa por el dinamismo del mercado laboral. Ese dinamismo tiene que ver con el crecimiento potencial. En una perspectiva de largo plazo, crecer al 2% es un signo de mediocridad. No es posible cumplir con varios de esos objetivos en un contexto de tan poco crecimiento. Para que ese crecimiento a largo plazo sea más alto, se requiere en lo inmediato tasas de inversión más altas. Uruguay sigue teniendo tasas de inversión de capital físico bajas. Y ya pensando en el mediano plazo, mayor inversión y aumento del capital humano y de productividad. Muchas veces acá se mezclan los temas porque se habla de todo simultáneamente, y no necesariamente los efectos se producen con el mismo timing. En el corto plazo, el crecimiento potencial sube con mayor inversión y por lo tanto es clave la estabilidad macroeconómica, la diferenciación que Uruguay ha tenido en la región, su bajo riesgo país, la estabilidad política…, muchas de esas cosas que a veces no son lo suficientemente destacadas o pasan desapercibidas tienen un impacto sobre la inversión.

¿Qué depara el mediano plazo?

Uruguay tiene un problema grave en términos de capital humano y educación, y ligado a eso, obviamente, en productividad. 

En ese sentido ¿Cuáles son los temas que ya no admiten demora?

Los temas fundamentales, más allá de otros que puedan estar vinculados a la sostenibilidad de las finanzas públicas, como puede ser la reforma de la seguridad social, que nos ayuda en la estabilidad macroeconómica, los temas fundamentales son la inserción externa y mejorar nuestro capital humano para competir en un mundo que a Uruguay hoy le está dando muchísimas oportunidades. Hoy el mundo está demandando servicios de alta calidad que se pueden exportar desde Uruguay, sin la limitante que en el pasado nos hacía pensar en la prestación de estos servicios in situ. Hoy Uruguay puede hacerlo desde miles de kilómetros de distancia. Eso, en esencia, requiere de un capital humano de altísima calidad, requiere adolescentes y jóvenes que hablen el idioma que habla el mundo, que es el inglés. Que además tengan habilidades de programar e insertarse en temas tecnológicos con gran facilidad, de desarrollar habilidades en ciencias duras, tener habilidades blandas en comercialización y tendido de redes para vender esos servicios que Uruguay está facilitando con su marca y con su prestigio a nivel mundial. 

Que adquieran un perfil más de emprendedores que de dependientes…

Sí, pero emprender hacia el mundo. Es decir, no emprender necesariamente hacia el país o a la región, porque sabemos que tanto la región como Uruguay pueden estar sometidos a vaivenes o a volatilidades que a veces hacen que muchos de los negocios se vuelvan mas riesgosos. Hoy uno de los desafíos que no puede postergarse es el de la inserción externa, abrir mercados. Pero abrirlos en servicios, que permitan exportar servicios. Hoy podemos exportar servicios desde cualquier parte de Uruguay sin tener que movilizar personas a los lugares de destino, y por lo tanto la exportación de servicios no tradicionales, lo diferente a turismo por citar un caso, está tomando una dinámica que para Uruguay representa una enorme oportunidad. Pero que no se logra capitalizar si no tenemos un nivel de educación con estas habilidades que mencioné: inglés, programación, comercialización, networking, capacidad de emprender. Esos cinco elementos son fundamentales. Por ahí pasa esencialmente la oportunidad y el desafío de que Uruguay logre un mayor dinamismo en materia de crecimiento, una mayor inserción de sectores de la población que, si no logran esas habilidades, necesariamente van a quedar rezagados y la distribución del ingreso va a empeorar. Podemos transitoriamente, durante algunos años, amortiguar problemas de desigualdades con paliativos, como la provisión de ingresos. Pero a la larga la desigualdad se va a expresar en que haya sectores amplios de la población que logren desarrollar estas habilidades y que puedan venderle al mundo horas de alto precio y, por otro lado, sectores amplios de la población rezagados, que por no tener esas habilidades, por no aprender inglés, por no programar, por no ser expertos en ciencias duras, por no tener capacidad en redes o networking, por no tener posibilidades de emprender, van a quedar rezagados.

Hablando de inserción internacional, vemos que el péndulo varía: de la afirmación de que no hay agenda, por parte de la oposición, hasta estas aparentes dudas de algunos actores sobre la concreción efectiva de acuerdos. Lo que permanece es el reclamo reiterado de flexibilización del Mercosur. ¿Qué debería esperarse en materia de definiciones, cuando se avance con China, pero a la vez se menciona a Europa, al Reino Unido, se habla de los retos para ingresar al Transpacífico y ahora a senadores estadounidenses que piden poner la mira en Uruguay?

En el año 1991, cursaba la materia Economía internacional y se estaba fundando el Mercosur. La conclusión de un trabajo para aquella materia fue que Uruguay iba a terminar en el Mercosur dependiendo esencialmente de países mediocres e inestables. Treinta años después, lamentablemente, esa conclusión sigue siendo la misma. No podemos salirnos de la región: hay algunos sectores y rubros que dependen mucho aún de Argentina y Brasil, pero creo que muchas de esas empresas y de esos rubros están pensando hoy que tienen que diversificarse e ir al resto del mundo a destinos más estables. Esperar por el Mercosur otros 10 o 20 años, nos hará llegar a esta misma conclusión. Y va a estar escrito esto mismo. Porque Argentina y Brasil son definitivamente países de crecimiento: uno mediocre –Brasil, aunque hoy no tal volátil–, y Argentina un país no solo mediocre en términos de crecimiento a lo largo del tiempo, sino con fuertes inestabilidades recurrentes. De manera que la agenda pasa inexorablemente por ir a competir a aquellos países que tienen un nivel de desarrollo muchísimo mayor que el nuestro, con alto nivel de ingresos per cápita, y que hoy ni siquiera tenemos la excusa de que solo les podemos vender bienes o commodities. Hoy la pandemia catalizó la posibilidad de exportar servicios, lo naturalizó. En realidad, hace 10 años esto ya se hacía o se podía hacer. Lo que pasa es que hoy el efecto de la pandemia llevó a naturalizarlo. Y la naturalidad es que una parte importante del mundo demanda servicios que Uruguay podría ofrecer. Tampoco basta con lograr acuerdos si no somos capaces luego de producir esos servicios y contar con las habilidades que demanda el mundo.

Desde su punto de vista, ¿qué está pasando para que sigamos sin avanzar en estos temas? 

A veces nos ponemos algunas excusas para no ir a competir al Mundial, para no ir a competir. Y nosotros mismos nos volvemos aversos al riesgo y somos conservadores. El fútbol nos refleja…

¿De qué manera?

Muchas veces criticamos al fútbol porque es más fácil desde la comodidad del living o del sillón criticar lo que no hace el técnico o los jugadores de la selección cuando no toman riesgos. Pero, en definitiva, nosotros mismos somos el reflejo de eso. Espero que haya más conciencia. Me temo que no necesariamente vayamos a cambiar mucho al ir a buscar acuerdos, por ejemplo con el Transpacífico o con China o con el Reino Unido, Japón, Turquía, Estados Unidos para que eso nos permita estar en el “mundial” siempre. En todo caso nos motiva a una serie de mejoras y capacidad de producir bienes y, sobre todo,servicios. Hay veces que me pregunto si en algunos sectores, ya no tanto en los más dinámicos que están todo el tiempo buscando la mayor cantidad de oportunidades posibles, sino en otros sectores amplios de la sociedad, esto no está chocando con nuestra zona de confort. Porque ir a competir a todos los “mundiales”, digamos, obviamente que nos desafía, nos impone retos. Me parece que lo que hoy falta desde el punto de vista político es un liderazgo más consensuado para entender por qué países como Singapur, Irlanda, Nueva Zelanda, etcétera, pudieron hacerlo en el pasado. Y no fue porque alguien se los regalara o les ofreciera la posibilidad sin que ellos tuvieran que hacer nada. Pero al final estuvo en sus manos, sin excusas, el salir de esa mediocridad en la que todos estuvieron: Singapur, parte del sudeste asíático, Nueva Zelanda en los 80, que tenía problemas muy graves, o Irlanda. En ese sentido, creo que muchas veces el sistema político nos refleja, así como nos refleja el fútbol. 

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