Cuando lo habitual es conocer casos de jaurías que atacan a los ovinos en campos ubicados en distintas zonas del país, esta vez un ataque protagonizado por perros fue más allá y el objetivo de los canes fueron animales de un porte mucho mayor, novillos de unos 300 kilos cada uno.
Carlos De María, productor ganadero en Paysandú, explicó a El Observador que el ataque, según se estima, se produjo en dos momentos, en la noche del sábado y en la del domingo, dado que la aparición de vacunos muertos y/o heridos se constató en la mañana de este lunes.
“Tres novillos aparecieron muertos y de los dos que encontramos heridos por las mordeduras uno seguro se va a morir y el otro tendremos que ver si se puede recuperar”, informó.
Esto sucedió en un campo ubicado a la altura del km 100 de la ruta 26, donde está el poblado El Eucalipto, que tiene el mismo nombre del establecimiento, cuyos propietarios en su momento cedieron las tierras para que se instaure el poblado.
“Ahí lo que llevamos adelante es una explotación ganadera, con recría e invernada”, explicó el productor, notoriamente afectado por lo sucedido.
Contó que tras varias matanzas de ovejas causadas por perros en su momento se decidió cancelar la producción ovina, actitud que muchos productores asumieron. “Por algo había más de 20 millones de ovejas y hoy hay solamente seis millones”, dijo.
Quedan apenas algunas ovejas, para consumo interno en el establecimiento, añadió.
Pero ahora el objetivo del ataque son los novillos.
De María dijo que los agresores son perros sueltos, que llegan desde el pueblo, que sobre todo atacan cuando es de noche, pero que también se los ha visto por el campo durante el día.
Si bien legalmente es posible abatir a esos perros si se los encuentra dentro del campo y atacando a los lanares o vacunos, De María dijo que por un lado le da pena matar a otro animal, aunque lo hará si se presenta la ocasión. Aunque no es sencillo: son perros que se mueven muy rápidamente y apenas se ven en peligro disparan hacia el pueblo, indicó.
El productor agradeció especialmente la actitud de la Policía, que actuó con preocupación y rápidamente, aunque es poco lo que se pueda hacer por parte de los agentes.
Más allá de la pérdida económica, unos US$ 600 a US$ 700 por animal, lo que más afecta “es la enorme desilusión que esto genera, es una impotencia y tristeza tan grande que solo lo puede entender el productor al que le pasó algo similar”, concluyó.
Lo peor, lamentó De María, “es que ahora está todo quieto… pero en 15 días va a volver a pasar si alguien no controla este tema”.
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