Edifico antiguo en el "barrio europeo" de Bruselas

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Europa vuelve a las armas: la reorientación estratégica que rompe el hechizo de la "cenicienta"

La guerra en Ucrania cambió todo para la Unión Europea, que ahora se plantea una nueva orientación estratégica en materia de seguridad y defensa
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14 de junio de 2022 a las 09:20

Desde Bruselas*

"La Unión Europea necesita aprender a usar el lenguaje del poder", dice Josep Borrell, alto representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y enseguida se introduce una cortina musical que sugiere acción dramática, mientras aparecen tropas europeas bajando de un avión, camiones blindados y un helicóptero militar que despega. El video, que constituye una acción de comunicación estratégica y diplomacia pública, apareció en las páginas y redes sociales oficiales de la Unión Europea en marzo de este año cuando aún no se había cumplido un mes de la invasión rusa a Ucrania

Ese audiovisual presenta una iniciativa de Borrell llamada "El Compás Estratégico", que establece una visión y dirección común para la UE en temas de seguridad y defensa. Esta idea implica una sustantiva reorientación estratégica que la organización supranacional de 27 estados se vio obligada a asumir desde que entendió la peligrosidad de la "jungla" que había crecido por fuera de los límites del  "bonito jardín organizado a la francesa" que alguna vez construyó.

Esas palabras son de un diplomático de jerarquía del servicio exterior europeo que, en un encuentro con periodistas uruguayos y argentinos del que participó El Observador, señaló que tras un proceso de desarme de 40 años –probablemente el más grande que dé cuenta la historia– la Unión Europea vuelve a discutir la necesidad invertir en defensa y seguridad, es decir, de rearmarse para proteger sus intereses. El "despertar europeo", en palabras de Borrell, ocurre tras las acciones beligerantes ordenadas por Vladimir Putin en su patio oriental e implica romper el hechizo de la inocencia liberal en el que se fundó y creció la Unión Europea. Por eso en los corrillos del Servicio Europeo de Acción Exterior se habla del "despertar de la cenicienta".

¿Qué es ese "jardín francés"? Un espacio de paz y cooperación que germinó hace más de 70 años luego de que la sangre corriera durante siglos. Los europeos se habían matado tanto que pensaron que ya era suficiente y apostaron a una integración real que rescatara lo mucho que tienen en común. Eso que le llaman "europeidad".

El diplomático usa otro video para ilustrarlo. La música ahora es emotiva. Aparecen monumentos, naturaleza, sitios históricos y culturales. Personas de distintos orígenes conviviendo. Es un video que usó para presentar a la organización en la Expo de Dubai a principios de febrero. El servicio diplomático europeo sabe que la percepción externa que existe sobre el continente es la del "gran museo del planeta". En buena medida ellos son responsables de ello. 

Pero además de una política exterior fundada en el lenguaje del "poder liviano" –la "unión con valores", la protección de los derechos humanos y la democracia, el desarrollo social, el cuidado del medio ambiente, la búsqueda de la equidad de género y la diversidad–, ahora también quieren transmitir que saben hablar el lenguaje del "poder duro", una decisión largamente postergada hasta ahora.

Lo hacen a partir de una autocrítica. Se catalogan a ellos mismos como la "cenicienta" porque no fueron capaces de ver el mundo que se avecinaba: la China desafiante, que avanza sobre cualquier rincón que otras potencias dejen vacíos de poder para proyectar su propia influencia, y la Rusia desbocada. No lo quisieron ver, según dicen, porque creían que la interdependencia comercial y energética con esos dos países eventualmente podría salvar el día.

Por eso ahora buscan una nueva brújula estratégica que eleve en varios miles de millones el presupuesto para armas y tecnología, que sea capaz de crear un cuerpo de 5000 tropas de rápido desplazamiento, que refuerce la ciberseguridad y que logre una mayor presencia para cuidar sus aguas y su cielo. En lo esencial, que reduzca las dependencias con otras potencias.

La OTAN seguirá velando por la protección del territorio de sus miembros europeos y la brújula fue concebida para atender la proyección global de la Unión Europea. Pero además hay una reorientación comercial y energética  que le puede abrir la puerta a socios olvidados e ignorados. Por supuesto que este periodo de transición también tendrá sus costos y, por lo pronto, cortar la dependencia de gas ruso los obligará a que se quemen combustibles fósiles, lo cual entra en contradicción con la política ecológica que defienden como pocos en el planeta.

La guerra lo cambió todo para ellos. Pero también trajo buenas noticias para Bruselas. Hoy no hay un solo estado que dude sobre la importancia de formar parte de la organización y, según creen, el único que se fue ya está arrepentido. Los que han absorbido millones de refugiados, como Polonia, saben que tienen dónde apoyarse. Y el proceso de adhesión de Ucrania que comenzará a discutirse en pocos días en el Consejo Europeo garantiza que en dos o tres años serán 28 en la UE, con un nuevo miembro que sumará 600 mil kilómetros cuadrados y 44 millones de habitantes. 

Para bien o para mal, la guerra lo cambió todo para la Unión Europea. Y ya lo están diciendo. 

*El Observador fue invitado por la Unión Europea para participar de un programa para periodistas.

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