Dirige como vive, buscando ese lugar que le permita llenar de adrenalina lo que su espíritu necesita y su cuerpo le pide. No tiene límites. El único, dice, es la competencia leal.
En pocos meses, la vida de Alejandro Cappuccio tuvo un giro inesperado porque el fútbol le tenía preparada una sorpresa.
En la encuesta de Fútbolx100, en la que participan un centenar de periodistas de todos los medios, la cátedra lo reconoció como el mejor entrenador del Campeonato Uruguayo 2020.
Agradece, cuando recibe la noticia, y lo asume con responsabilidad. La responsabilidad que llegó en ese camino en el que fue recalculando hasta encontrarse en el lugar que quería.
Siempre dice que el deseo de sentir la adrenalina que provocan los deportes colectivos, en particular el fútbol, fue el motor de su vida, y que no existe ninguna otra sensación igual. Algo de eso tiene que haber para explicar cómo ese hombre, que parece un saco de nervios al costado de la cancha, sobrevive a cada partido y saca lo mejor de sus futbolistas.
Por esa razón, cuando a los 18 años, en 1994, le dijeron que su carrera (que quería recorrer el camino del profesionalismo) había llegado a destino cayó en una depresión.
Para no perder el fuego sagrado, decidió estudiar profesorado de educación física. Se recibió y volvió a las canchas para redescubrir aquellas sensaciones. Marcó un ejercicio, dos, tres. Pidió esfuerzo. Planificó una pretemporada. Dos. Los animó a sus jugadores, pero nada de aquello era capaz de llenarlo. No alcanzaba el nivel de adrenalina que quería.
Paralelamente, con 22 años se inició como DT de la sub 20 de Nacional Universitario y luego dirigió durante seis años a San Juan Bautista. Pero quería más.
En el medio de todo eso se recibió de escribano y de abogado, montó su estudio, y de lunes a viernes estuvo sentado durante 20 años atrás de un escritorio y firmando documentos.
Igual seguía sin encontrar el rumbo, hasta que un día ingresó de lleno en el fútbol, en la formación de futbolistas. Estudió. Se preparó. Y desde hace años dice que está listo para recorrer el camino de la elite. Lo soñó. Está donde quería. Desde abril 2021 en Nacional, pero esta carrera vertiginosa de 76 partidos dirigidos en un equipo de primera categoría, que lo puso en la línea de larga en agosto de 2018 en el humilde Rentistas, hoy lo tiene campeón del Apertura (histórico título para los rojos), vicecampeón del Uruguayo, clasificó a los rojos a la Libertadores. Ahora, en este mes de abril desembarcó en Nacional para jugar el torneo continental y buscar el tricampeonato.
“Lo soñé todo esto, y es para mi como una revancha de aquello que se truncó hace casi 30 años como futbolista”, explica a Referí.
Y ahí está, con la sorpresa que le había preparado el fútbol.
“Lo más lindo de 2020 fue todo el proceso que vivimos. ¡Todo! Los triunfos, las derrotas. A lo largo de la temporada estuvimos en todos los picos”, recordó de la inolvidable temporada en la que se consagró con Rentistas y saltó a Nacional.
También asume le velocidad con la que le llegó todo. “Fue todo muy fuerte y muy rápido”, dice. Y se prepara para lo que viene. “Estoy listo para esto”, subraya, y ahora tras la consagración buscará la consolidación.
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