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Gustavo Munúa: “En el fútbol uruguayo debemos animarnos”

A los 41 años sube la escalera como técnico en la Tercera de España, sufre un poco, aprende mucho y mira fijo su futuro: quiere llegar a la elite de Europa
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05 de mayo de 2019 a las 05:00

Cuando a los 37 años, aún en vigencia deportiva para el fútbol uruguayo, decidió retirarse para iniciar su camino en la dirección técnica, generó sorpresa. Cuando enseguida, en la cancha, Gustavo Munúa dibujó un fútbol diferente, de propuesta, con formas que rompían moldes, amplió ese espectro. El asombro se multiplicó dos años después, a los 39, cuando decidió emigrar a Europa para empezar a subir la escalera desde abajo. Desde bien abajo. Su nombre se perdió del radar del hincha. En este 2019, a los 41, en Cartagena, pelea entre 80 equipos en la tercera división de España por uno de los cuatro ascensos a segunda. 

Munúa habla desde lo simple, y en cada frase agradece. “Estoy feliz de estar en Europa, de seguir formándome, viviendo experiencias muy lindas. Sigo aprendiendo y me encontré con una ciudad y un equipo muy bonito, que tiene un proyecto que ilusiona, que es serio, que confió en nuestra propuesta futbolística, por eso nuestro agradecimiento, y por eso avanzamos con objetivos muy ambiciosos”, dice el exgolero. 

En julio de 2015, 20 días después de haber ganado el Uruguayo con Nacional, debutó como entrenador. En una charla informal, el expresidente Eduardo Ache le propuso ser DT. En ese primer año fue vicecampeón. En 2017 dirigió a Liga de Quito. Al final de la temporada llegó el salto a Europa en Deportivo Fabril, el segundo equipo de Deportivo La Coruña, y en 2018 desembarcó en Cartagena. “Es un club que tiene un estadio con capacidad para 15.000 personas, al que asisten entre 8.000 y 10.000 por partido. 

Dice que lo que más extraña de Uruguay son sus hijos de 15 y 17 años, la familia y el país, pero no se frena. Sigue para adelante. “Estoy acá por una decisión personal. Me había propuesto volver a Europa como entrenador, en algún momento, y la oportunidad llegó más rápido de lo que esperaba. Reconozco que llegó bastante rápido en este comienzo como entrenador, pero es importante por la formación, por estas nuevas experiencias, que si son en Europa, es mejor”, subraya. 

¿Por qué quería llegar tan rápido a Europa?
Porque es el mejor fútbol del mundo y España es la liga número uno o número dos del fútbol mundial. Como jugador querés estar ahí, y como entrenador también. Aunque estoy en otra categoría de la que puedo llegar a aspirar para mí futuro, me estoy formando y estar en el día a día en el fútbol europeo es muy importante. 

¿Aquella decisión de dejar el fútbol fue el mejor paso que dio?
Fue el paso que entendí debía dar en ese momento. Todo nació en una charla con Ache. Cuando me lo planteó no fue una decisión fácil. Dejar de jugar nunca es fácil, aunque hay que tener sentido común y saber cuando la etapa del jugador está terminando en el momento que llegás a determinada edad. Podía haber seguido, inclusive quizás me estaría retirando esta temporada. Pero decidí lo que decidí y fue lo mejor. No estoy arrepentido, porque sufrí mucho la última etapa como jugador. Jugué con muchas molestias en los dos hombros. Tuve un problema en una rodilla que me llevó mucho tiempo de recuperación, y nunca llegué a estar bien. Recuerdo que me tuve que recuperar rápido para el clásico de la final, y estuvo todo muy justo. Reconozco, ahora que lo veo en perspectiva, que fue una apuesta arriesgada, pero tenía muchísimas ganas de ejercer como técnico. Estaba lleno de incertidumbre, porque iba a compartir vestuario desde un lugar diferente con quién hasta 20 días antes era compañero. Después, si era posible, que calara tu idea. ¿Sabés qué es lo más lindo para un entrenador? Que el equipo juegue como vos querés. Esa es la satisfacción más grande que te puede pasar como técnico. Y esa incertidumbre estaba planteada. Aquellos compañeros me ayudaron mucho. Les estaré agradecido por siempre. El apoyo del profe Franco, el camino que seguimos recorriendo con Christian Berman. 

¿Su movida futbolística fue grande en ese momento en Nacional, por su estilo?
Tenía ganas que se viera un cambio, porque el jugador uruguayo tiene mucho carácter, personalidad, pero también puede tener un poco más de identidad de juego y tomando la iniciativa del partido, lo que le permitirá tener más alternativas. Intentamos tener un fútbol con un poco más de protagonismo y ese estilo se vio. El público de Nacional se sentía identificado y eso es lo más lindo que te puede pasar como entrenador: que tu público se siente identificado con lo que estás haciendo. Lamentablemente no tuvimos el premio de cristalizarlo con un campeonato y quedó en el debe. Fue una lástima. Fue una lástima porque en Uruguay las ideas se reafirman con campeonatos. Me parece que el fútbol uruguayo es muy rico, con mucha historia, que otros países tienen que aprender, pero también el fútbol uruguayo tiene aspectos para crecer. Por eso cuando asumí en mi etapa como entrenador llegue con esa idea, después de mi pasaje por Europa como jugador, con la intención de cambiar algunas cosas. También le quisimos dar un poquito de todo lo que viví en Europa al fútbol uruguayo.

¿Qué debería aprender el fútbol uruguayo del exterior?
No sé si la palabra es aprender, sino diría, debemos animarnos. El fútbol uruguayo se asocia con la garra, con meter, pero tiene una jerarquía que es espectacular.  Entiendo que se podrían dar más alternativas en el juego, porque el futbolista uruguayo es muy inteligente y debemos darle herramientas para que pueda seguir demostrando no solo que el fútbol uruguayo es meter, sino que también puede explotar su talento, ese talento que después aprovechan otros equipos en el mundo. 

¿En algún momento lo intentaron convencer que cambiara el fútbol de propuesta por el de respuesta?
Tampoco debemos encasillar de un lado o del otro, porque son necesarios los dos. A veces los rivales te llevan a replegar y tenés que saber trabajar defensivamente bien y aprovechar los contragolpes. También entiendo que tenés que saber qué hacer cuando tenés la pelota, o te hacen un gol y tenés que salir a buscar el partido. El asunto es no llegar al extremo de esperar por esperar. 

¿Hoy su equipo juega como usted quiere?
El público de Cartagena se siente identificado con el equipo. Somos un equipo de propuesta.  

Cuando cierra los ojos, lejos de tu país, a los 41 años, ¿dónde se imagina en 15 años?
Voy paso a paso. Estoy feliz de estar aquí. Primero debo conseguir los objetivos cercanos, que son el ascenso con un club que está haciendo las cosas muy en serio. Cuando me permito soñar, me gustaría llegar a la elite del fútbol mundial, en España, Inglaterra o Italia, como me sucedió como futbolista. Y dirigir a Uruguay. Veremos. Eso lo dirá el tiempo,  eso sí: tengo muchas ganas de luchar por lo que te estoy contando.

¿Sigue el fútbol uruguayo? 
Cuando puedo. La diferencia horaria es complicada y, además, todos los traslados se hacen en ómnibus. Solo a Ibiza o Melilla vamos en avión, pero el resto de los viajes son tres, cuatro, cinco y hasta siete horas de ómnibus. 

¿Extraña el confort de la elite?
A veces se hace pesado. La tensión del partido a la que se agrega un viaje de siete horas. Jugás al mediodía y volvés. Esta semana jugamos con San Fernando, en Cádiz, jugamos a las 6 de la tarde, terminó el partido y volvimos a las 5 de la mañana a Cartagena. Se extraña un poco, pero también es parte del aprendizaje y volver a subir la escalera desde abajo. Es el camino que elegí recorrer. Me pude quedar en Sudamérica, porque tuve ofrecimientos, pero preferí dar este paso a Europa. Es parte de mi aprendizaje. Quiero crecer. Vivir experiencias y formarme. 

Ese convencimiento, de querer estar en Europa para crecer y llegar, ¿fue el mismo que tuvo como jugador?
Sí. Fue muy parecido. 
 

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