La atención antiofídica implica un desembolso de, al menos, US$ 1.000. En Venezuela, el salario mensual mínimo es de US$ 4,5

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Ignorancia y escasez de antídotos ante las mordeduras de serpiente en territorio venezolano

Los remedios caseros, la falta de conocimiento sobre los ofidios y la crisis del sistema de salud producto del bloqueo económico, ponen a Venezuela como uno de los peores territorios en materia de envenenamiento por mordedura de serpientes
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07 de agosto de 2023 a las 05:04

La mordida de una serpiente en la pierna de una niña venezolana podría haber sido un desagradable, pero solucionable accidente. Pero en lugar de comprar el antídoto farmacéutico, la familia decidió recurrir a un tradicional “remedio casero”, una inyección de orina de venado. La amputación fue inevitable para salvarle la vida a la menor.

Los “remedios caseros”, además de la orina de venado, son populares el rociar gasolina en la mordedura o succionar la herida, sólo agravan la situación, pero es una muestra del desconocimiento general a la hora de actuar contra el veneno de los ofidios y un llamado de alerta ante la crisis crónica que sufre el sistema de salud venezolano producto del bloqueo económico al que es sometido el país.

La ONG especializada Fundación Vivarium busca “encontrar la solución” y para ello realiza charlas educativas en la comunidad y mantiene una línea telefónica abierta a toda posible víctima de mordeduras.

El voluntario Alexander Puerta, de 53 años, pasa horas pegado al celular respondiendo mensajes y llamadas de varias regiones del país con pedidos de ayuda: “Mordida en pierna izquierda con edema en miembro izquierdo inferior, 6.40 de la mañana”. Puerta solicita los datos del afectado y, si es posible, fotos de la serpiente que lo mordió para identificar la especie y mediante preguntas precisas, descarta falsas alarmas antes de activar el protocolo, en el que sirve de puente con las autoridades sanitarias, consulta a médicos y ubica hospitales con antídotos.

Otro voluntario de Vivarium, Fernando Yanes, señala que en 2022 recibieron más de 700 llamadas. Y mientras destaca que la pequeña organización se mantiene con los aportes de sus integrantes y la autogestión, dice a la agencia d noticias AFP que “el sueño es que podamos costear exámenes, la aplicación del suero y el seguimiento del paciente”.

Hay una pregunta clave de las víctimas, dónde conseguir el suero antiofídico necesario. Es que ese tipo de productos los elabora un solo laboratorio en Caracas y es un bien sumamente escaso en los hospitales públicos.

El kit completo de cinco ampollas puede costar en farmacias hasta US$ 500 y deben suministrarse varios en casos graves, por lo que atender un accidente ofídico puede implicar desembolsos de, al menos, US$ 1.000. En Venezuela, el salario mensual mínimo es de US$ 4,5.

Con esa realidad económica, a las que se suma las cerca de 200 especies de serpientes, un 20% de ellas con veneno potencialmente mortal, Venezuela se convierte en un territorio de alta incidencia en materia de envenenamientos por mordedura. Si bien no hay demasiadas cifras oficiales, se estiman en 10.000 los envenenamientos y en unas 60 las muertes anuales por mordedura de ofidios.

El herpetólogo Luis Fernando Navarrete, encargado del serpentario del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, dice que “es un problema de salud pública porque Venezuela está entre los 10 a 15 países con mayor morbilidad y mortalidad por envenenamiento ofídico”. 

Según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 5,4 millones de personas son mordidas al año por serpientes, causando entre 80.000 y 130.000 muertes, la mayoría en Asia, África y América latina.

Con ese dato, Puerta afirma en una charla en el Parque Municipal Casupo, en la reserva natural de Valencia, que “la escasez de antivenenos es un flagelo mundial”.

La ONG Vivarium busca, además, desmitificar el temor a las víboras, un animal tan “incomprendido como vital en el equilibrio de los ecosistemas”. Navarrete, uno de los miembros de la fundación lo confirma a AFP: “Desgraciadamente, en nuestra cultura, culebra buena es culebra muerta”.

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