Israel en guerra: nada será igual

Aún hay cientos de ciudadanos encerrados, literalmente, en los refugios, porque a ciencia cierta nadie puede corroborar que el Hamás aún no se encuentre en sus barrios, en sus ciudades. En la televisión israelí decenas de familias piden ayuda para encontrar a a sus hijos, a sus padres, de quienes nadie sabe nada. 

Los números de una guerra son siempre duros: al menos 250 muertos, miles de heridos y un número que Israel no estaba acostumbrado a notificar. Una cantidad, aún sin determinar, de rehenes, soldados y civiles, que están en poder de Hamás, en plena ciudad de Gaza. 

Se vendrán días de conclusiones, nunca en momento de guerra, pero se vendrán. La clase política israelí, que tan dividida estuvo a lo largo de este año, se apresta a un gobierno de unidad nacional. Así se lo hicieron saber los líderes de la oposición Iair Lapid y Beni Gantz al primer ministro, Benjamín Netanyahu. 

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El fracaso de la inteligencia israelí en tener información de lo que estaba por ocurrir es clara. Nadie alertó sobre la inminencia del ataque de Hamás y los resultados son una muestra dura del éxito del Hamas. 

Israel vive en los últimos meses una crisis sin precedentes, con una reforma judicial cuestionada y con marchas en repudio todas las semanas. Un país dividido cuya crisis que los debilitó a ojos de sus enemigos. Por eso Hamás se atrevió a tanto. 

Con su ataque sorpresa a Israel, Hamás desvió violentamente la atención mundial hacia los palestinos y asestó un duro golpe al impulso para asegurar un acuerdo entre Israel y Arabia Saudita, mediado por Estados Unidos. 

Nada será igual en Israel después de este sábado negro. Tampoco en Gaza, el repudio internacional fue unánime, esta vez sin medias tintas. Hay legitimidad para una respuesta de Israel, Netanyahu lo dijo sin doble mensaje: llamó a los habitantes de Gaza a abandonar la ciudad.