Juan Manuel Echagüe recuerda cuando iba a la escuela a caballo, no por placer, sí por necesidad. A veces bajo un sol intenso, con lluvias intensas o en días muy fríos. Sus padres trabajaban en una estancia, en el paraje salteño Puntas de Valentín, cuando el pueblo tenía unas 20 casas; “ahora creció bastante, son como 40”, dijo sonriendo.
Aquellas dificultades para algo tan simple en una ciudad, ir a la escuela, fueron el cimiento sobre el cuál (junto a quienes lo han ido ayudando) construyó lo que hoy se conoce como Proyecto Puentes, emprendimiento que permite que muchos escolares, liceales y universitarios dispongan de condiciones más adecuadas para formarse y hasta para vivir.
“Sé del sacrificio en el medio rural para ir a la escuela o al liceo. Ni que hablar del esfuerzo que implica venirse a Montevideo solo. Haberlo vivido hace que uno sienta empatía por quienes hoy pasan por eso”, reflexionó quien está al frente de una movida solidaria que ha ido evolucionando y sumando colaboradores.
Echagüe –trabaja manejando las redes sociales en una organización internacional de la Iglesia Católica– recordó que esta historia comenzó en 2006 con el nombre Fundación Jóvenes Rurales, a iniciativa suya y de otros dos jóvenes (de Paysandú y Tacuarembó), teniendo como espacio de trabajo inicial el local donde funcionaba la licenciatura de comunicaciones de la Universidad de la República, en el Buceo.
En los inicios el objetivo fue armar bibliotecas en escuelas rurales, “unas tres cada año, era para lo que nos daban los recursos”.
Fue fundamental en aquel comienzo el respaldo de Silvana Garrido y Katia Silveira, encargadas de la fotocopiadora en el local de la licenciatura de comunicaciones, consiguiendo el permiso para hacer allí el acopio de los libros que se donaban a escuelas rurales.
Hace tres o cuatro años la movida pasó a llamarse Proyecto Puentes y se apadrina a tres o cuatro escuelas fijas, todo el año, por lo tanto el apoyo llega a decenas de niños, con envío de kits de útiles escolares e insumos nuevos, por ejemplo un calefón si es lo que se precisa.
Al frente del proyecto, que cuenta con personería jurídica, está un conjunto de personas que trabajan con el objetivo de mejorar el acceso a la educación de niños, adolescentes y jóvenes del medio rural, básicamente.
“En total hay unos 20 gurises, casi todos de hogares estudiantiles, que apoyan el trabajo como voluntarios”, indicó.
En lo educativo, se trabaja con escuelas y liceos rurales, también con grupos de mujeres rurales organizados y en Montevideo con quienes llegan a estudiar, sobre todo con los que no consiguen un cupo en las casas de residentes y van a pensiones.
A esos jóvenes se los ayuda con insumos fundamentales, por ejemplo una cama, un colchón, algún otro mueble y electrodomésticos indispensables para que tengan la mejor calidad de vida posible, con entrega de canastas de alimentos en casos puntuales.
Echagüe explicó que es de alto valor el aporte de un grupo de padrinos, casi todos profesionales que nacieron en el interior y están trabajando en la capital o se jubilaron.
“Lo de los padrinos –dijo– fue algo que surgió sin quererlo, estábamos haciendo un té solidario en la Vieja Farmacia Solís, nos hicieron la sugerencia, había gente que quería, se corrió la voz y hoy son muchos dándonos un respaldo enorme”, conluyó.
Más allá del trascendente aporte de esos padrinos, Proyecto Puentes obtiene recursos principalmente por la venta de libros de humor gauchesco cuyo autor es Echagüe.
Uno, detalló, está dirigido a adolescentes, jóvenes y adultos y se llama Cuentos del Pedregal, con mitos y leyendas del medio rural.
Otro, que se llama Bicharracos, también de humor campero, está dirigido a niños.
Los libros se encargan por las redes sociales (buscando por Proyecto Puentes) y se entregan a domicilio, también se piden al teléfono 094 886 914 y al interior se envían por DAC o la agencia que a quien lo pida le convenga más.
Echagüe señaló que si bien hubo alguna gestión, por ahora el proyecto no cuenta con apoyos de instituciones o empresas y que obviamente si eso es propuesto sería de gran utilidad para apuntalar el mencionado emprendimiento solidario.
Añadió que otra ayuda relevante que suele llegar al proyecto es el de muebles o electrodomésticos en buen estado que gente dona cuando se muda, cambia de ciudad o se va del país.
“Hacemos esto porque nos gusta ayudar, nos hace bien y sabemos que es muy necesario, ojalá pudiésemos hacer más”, concluyó en su diálogo con El Observador.
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