La Justicia dispuso que el único imputado con prisión preventiva del caso Operación Océano continúe en la cárcel como medida cautelar durante 60 días más, a la espera del juicio oral de esta invesitgación, que tiene hasta el momento a 32 personas imputadas por distintos delitos sexuales cometidos contra menores.
El acusado es un empresario con ciudadanía paraguaya que fue imputado por proxenetismo, a diferencia del resto de los indagados, la mayoría de los cuales enfrentan investigaciones penales por retribución o promesa de retribución a adolescentes a cambio de sexo, o por haber mantenido comunicaciones de connotación sexual con adolescentes a través de chats.
Según dijo a El Observador el defensor del imputado, Santiago Alonso, en la audiencia planteó que ya no había elementos que justificaran que su defendido permaneciera en prisión, y propuso en cambio que esperara el comienzo del juicio bajo arresto domiciliario. La jueza Adriana de los Santos no aceptó sus argumentos, el abogado apeló la decisión.
Según consta en el dictamen con el que la fiscal Darviña Viera solicitó la formalización, este hombre sometió a una de las 19 víctimas que tiene el caso, y la obligó a mantener relaciones sexuales con él. Conocía a la joven al menos desde noviembre de 2019, cuando pagó la estadía en un hotel de Montevideo a ella y a otra víctima. Asimismo, tras una pericia a su celular, la policía encontró que el hombre –que tiene un antecedente penal por estafa y falsificación de moneda de 2009– tenía imágenes eróticas de ambas.
De acuerdo al relato de Viera, la víctima había aceptado antes llevar a sus clientes a un apartamento del proxeneta en San Carlos, Maldonado, porque él le había indicado que en esa vivienda, "con baño y cocina", podría "trabajar" con "seguridad"
Pero tiempo después se trasladó a Montevideo y la menor le dijo que viviría con él debido a que su "situación personal le impedía quedarse en su casa", describió Viera. Fue entonces que el imputado la obligó a tener sexo con él como forma de pago por el uso de la vivienda, con una frecuencia que "estaba supeditada a la voluntad del indagado".
Además, este hombre se encargó de crearle perfiles en dos páginas para promocionar sus servicios sexuales, y en ocasiones, cuando mantenía encuentros con otros hombres, la llevaba y le cobraba no solo parte del pago sino también el costo del traslado.
La adolescente, dijo Viera, declaró que trabajaba "todos los días y todo el día" y que su proxeneta la perseguía hasta el punto de escuchar "sus conversaciones telefónicas", que no conocía a nadie más y que una vez le pidió "para poder tener a una compañera con ella pero él no se lo permitió".
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