La derrota por 1 a 0 que sufrió Peñarol este sábado frente a Fénix en el Parque Capurro por la primera fecha del Apertura encendió una alarma y generó una serie de dudas para el futuro, en el que además de defender el título local logrado, el objetivo de siempre es cumplir con una buena participación en la Copa Libertadores.
Es evidente que la salida de jugadores como Gary Kagelmacher, Jesús Trindade y especialmente Facundo Torres van a mermar el rendimiento que consiguió el equipo de Mauricio Larriera en la temporada pasada, en la que se consagró campeón uruguayo. Ya se vio todo lo que le costó contra Plaza en la final de la Supercopa.
La seriedad y solidez de Kagelmacher en la línea de cuatro van a ser difícil de reemplazar. El juego de Trindade en la mitad de la cancha también. Y ni hablar de la calidad de Torres, un futbolista desnivelante y segundo goleador del equipo en el año con 10 tantos detrás de Agustín Álvarez Martínez. Peñarol va a extrañar y mucho a los tres.
Pero más allá de echar en falta a los que ya se fueron, el equipo aurinegro necesita de los que están. Por ejemplo Ignacio Laquintana, de muy buenos partidos clásicos en la pretemporada, pero nulo contra Fénix en el Capurro. Él y el juvenil Saravia -jugó de Trindade, al lado de Walter Gargano- fueron los primeros cambios de Larriera, lo que demuestra que tuvieron una baja producción.
Eso lo sintió el equipo porque quedó rengo, solo con la explosión de Agustín Canobbio por la izquierda, pero que se fue apagando con el correr del tiempo. La falta de juego por las bandas la sintió el Canario Martínez en el área. Durante más de 20 minutos no generó ocasiones, después creó un par de oportunidades y en el final del primer tiempo falló un penal. Muy mal rematado, después de discutir con Ceppelini quien lo ejecutaba. En la temporada pasada el encargado era el volante, pero esta vez, quizá para agarrar confianza después de casi tres meses sin goles, quiso rematarlo Martínez.
En su autocrítica posterior al encuentro, Larriera fue sincero. Dijo el técnico que su equipo falló en las dos áreas. En la del rival porque no pudo marcar, ni siquiera de penal. Y en la propia, porque antes de que Gonzalo Vega enviara la pelota a la red en el minuto 82, Ignacio Pereira tuvo dos oportunidades frente a la pasividad de la zaga: el primer remate rebotó en el caño y el segundo en el pie de Neto Volpi.
Ignacio Pallas le planteó el partido que a Peñarol más le duele. Le cerró los circuitos por los costados con una línea de cinco y volantes muy aplicados tácticamente, siempre encima de los futbolistas aurinegros. Canobbio empezó el partido con un par de desbordes por la izquierda, se diluyó y reapareció en el final de la primera parte con la jugada del penal.
Desde la media hora en adelante el juego se desarrolló en la cancha de Fénix, que agrupaba jugadores para defenderse. Álvarez Martínez tuvo una chance clara de cabeza tras centro de Canobbio; después Ceppelini terminó con un remate afuera una recuperación de Gargano en la salida rival y cuando se terminaba el primer tiempo, Leodán González sancionó el penal de Emanuel Carlos contra Canobbio, que el Canario ejecutó afuera.
En el segundo tiempo el que generó más fue Fénix, con la velocidad de Nichele, la habilidad de Ignacio Pereira y la colaboración del Lolo Estoyanoff. Peñarol se quedó, los cambios que realizó Larriera (entraron Olivera, Viatri y Bentancourt) no produjeron grandes transformaciones ofensivas.
La lluvia y el viento desdibujaron el desarrollo del juego y Fénix lo aprovechó para marcar el gol en el tramo final. El aurinegro tuvo tiempo de reaccionar y en una jugada de pelota quieta Bentancourt estuvo a punto de igualar, pero su remate de media vuelta lo sacó el zaguero Barboza de la línea.
Para Fénix fue un triunfazo, en su cancha y frente al último campeón. El año pasado le empató 0-0 en la misma cancha. Peñarol, por su parte, empezó con el pie izquierdo. Le faltó explosión y el fútbol efectivo que desplegó el año pasado y que lo llevó a la cima. Planteó interrogantes que deberá despejar en las próximas fechas. ¿Tiene menos equipo que el año pasado? ¿Perdió calidad en el período de pases? ¿Reemplazó bien a los que se fueron? Solo la cancha y el tiempo tienen las respuestas.
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