Opinión > EDITORIAL

La desaprensión como política

¿Era necesario llevar la improvisación al extremo de lanzar un nombre al ruedo electoral, cuando se trata del de alguien inhabilitado por norma constitucional como Ernesto Murro?
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14 de julio de 2018 a las 05:00
El 12 de julio se conoció que el expresidente José Mujica había ofrecido su respaldo formal al ministro de Trabajo y Seguridad Social, Ernesto Murro, a fin de que este comparezca como candidato presidencial por el Frente Amplio.

No era un rumor. El ministro se apresuró a calificar el ofrecimiento como "un honor", así como a informar que había aceptado la proposición, en atención a su militancia política y la estatura de quien le ofreciera la postulación. Más aun: puso la suerte de este nuevo sendero en manos del partido de gobierno y de "la gente".

Solo que, resulta claro, no lo puso en manos de la Constitución de la República, la que establece en su artículo 195 que un director del Banco de Previsión Social (BPS) –como lo fuera el mismo Murro– no está habilitado para comparecer como candidato a cargo electivo alguno, en tanto no hubiere transcurrido un período de gobierno desde su cese.

A la luz de la forma en que este suceso se desenvolviera ese mismo día, queda claro que el país recaerá en esos tristes y conocidos episodios en los que los empecinados a hacerle decir a la Constitución lo que esta no dice nos vendrán con la monserga de las "dos bibliotecas", cuando no a señalar que el impedimento constitucional se esgrime, en realidad, como un arma política en contra de Murro.

Y ello se lo deberemos, a no dudarlo, a la desaprensión con la que Mujica y el oficialismo en general suelen manejar la cosa pública, forzando situaciones imposibles, abriendo debates inconducentes, y aun exponiendo nombres de personas al debate y al manoseo públicos.

Se afirma con frecuencia que los ciclos electorales no se interrumpen jamás, así como que los cálculos comiciales y los juegos de candidaturas ocupan demasiado tiempo de partidos y jerarcas. ¿Era necesario, llevar la improvisación al extremo de lanzar un nombre al ruedo electoral, cuando se trata del de alguien inhabilitado por norma constitucional? ¿Faltan, acaso, nombres en la larga lista de oficialistas de vieja y nueva data como para tener que exponer un tema tan delicado a un tratamiento tan desprolijo y repentino? El mismo Mujica se ha encargado de lanzar varios al ruedo en los últimos meses y de poner y sacar incluso el suyo propio.

Lo que el episodio expone, por lo demás, es aun más serio: un nerviosismo electoral en ciertos sectores oficialistas, llevados ahora a sondear nombres a granel, convencidos de que cualquier trayectoria es equivalente y funcional a la permanencia en el gobierno, sin atender ya a consideración programática alguna.

Queda ello expuesto en el nombre del principal afectado por este lamentable suceso, el propio ministro Murro.

El ministro, que tuvo una larga trayectoria en el BPS, primero como director y luego como presidente, ve que le cae encima una responsabilidad para la que no se siente capacitado. En efecto, hace un año, preguntado por este diario por una posible candidatura presidencial, declaró: "Creo que no tengo condiciones para eso". Y además su candidatura presidencial emerge cuando el empleo se destruye en términos netos y las finanzas del BPS muestran los efectos de la reforma impulsada por el ministro en 2008, efectos que sorprendieron a los técnicos del MEF.

¿Qué sentido tiene, pues, lanzar nombres y más nombres al ruedo como el del ministro de Trabajo si el propio candidato no se ve con condiciones para ello y la Constitución no lo permite? Es una grave irresponsabilidad que en nada hace bien ni al candidato ni al país.

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