La historia detrás del pase del año

Maximiliano Rodríguez llegó ayer al Aeropuerto Internacional de Carrasco para jugar en Peñarol y se convirtió en la incorporación más importante del fútbol uruguayo en lo que va del mercado de pases.

El rosarino de 36 años firmó ayer el contrato que lo hace la tercera cara nueva del equipo de Leonardo Ramos tras los arribos de Walter Gargano y Fabricio Formiliano, con el aditivo de que revoluciona el mercado de pases doméstico por su trayectoria internacional, su recorrido mundialista con Argentina y su presente.

Cuando su nombre se puso en el radar aurinegro la mayoría de los socios aurinegros lo vieron como una utopía, un nombre más del período de pases donde la ilusión y la realidad corren por carriles separados.

Sin embargo, como informó Referí en la noche del miércoles, su arribo se concretó luego de varios días de negociación para terminar de sacudir un mercado local que ya había tenido el impacto del regreso de Walter Gargano al fútbol uruguayo.

Pero, ¿cómo se gestó su llegada? ¿Cómo convencieron a Rodríguez de armar las valijas y elegir a Montevideo como destino y a Los Aromos como nuevo lugar de residencia?

El jueves 20 de julio a la tarde, Maximiliano Rodríguez se presentó en una conferencia de prensa para dar sus últimas palabras como capitán de Newell's Old Boys de Rosario. ¿El motivo? Quería despedirse cansado del manoseo institucional del presidente leproso Eduardo Bermúdez y cambiar de aire luego de arrastrar deudas con todo el plantel durante varios meses.

Incluso sus tres pilares en el plantel, los también referentes Sebastián Domínguez, Mauro Formica e Ignacio Scocco, habían tomado la decisión de irse del club por la misma situación.

"Les comuniqué a los dirigentes que no voy a seguir en el club, y acto seguido reuní a la prensa porque quería que lo escucharan de mi boca. Vine acá casi en mi mejor momento personal y en el peor del club. A pesar de que conseguí lo más lindo que fue salir campeón, también fue lindo sacarlo del descenso", dijo Rodríguez con lágrimas en los ojos, haciendo a referencia al año 2012, cuando Liverpool de Inglaterra le ofrecía una renovación contractual y él decidió dejar todo para salvar al club de sus amores del descenso.

Al año siguiente ganó el Torneo Final. Esa misma noche, Juan Pedro Damiani y Walter Pereyra activaron un operativo que parecía imposible: seducir a un jugador de trayectoria en medio del duelo.

La primera llamada buscó pisar el acelerador y le transmitieron a Rodríguez la intención de tenerlo en sus filas para luego pedir condiciones por su ficha.

El rosarino pidió un par de días para pensar porque su teléfono no paraba de sonar y eran varios los equipos en la fila de los interesados. Estados Unidos, Medio Oriente, India, Grecia y varios equipos de Argentina hicieron sondeos para tenerlo, pero Rodríguez aplicó el primer filtro.

"No sé qué va a pasar con mi futuro, porque tengo ganas de seguir jugando al fútbol pero no tengo nada arreglado. En el fútbol argentino solo voy a jugar en Newell's. No me imagino con otra camiseta", había dicho Rodríguez horas antes de la llamada de Peñarol. Tanto Damiani como Pereyra sabían que sería imposible competir desde la cifras contra los mercados exóticos.

Sin embargo apelaron a la cercanía geográfica y al reto deportivo para seducirlo. Un equipo sin Copa Libertadores ni Sudamericana era poco atractivo, pero la necesidad de ganar si o si el Torneo Clausura para luchar por el Campeonato Uruguayo fue la vara de exigencia que se marcaron.

A su edad y con una familia armada, Rodríguez no quería hacer las valijas y hacer una mudanza gigantesca hacia otro continente pero tampoco quería perder plata, consciente de que es un jugador vigente y que se fue de Newell's por el desgaste que provocaban las deudas.

Esos días para meditar la respuesta fueron el aire que Rodríguez necesitó para descartar otras ofertas y que Peñarol buscó para confeccionar una propuesta lo suficientemente atractiva para motivarlo. En paralelo, Panathinaikos de Grecia salía como competidor firme con la veta interesante de volver a jugar en Europa pero a una distancia mucho mayor de su Rosario natal.

Dos días antes de la respuesta, Peñarol volvió a acelerar por su contratación y le hizo llegar un pre-contrato que lo hacía el jugador mejor pago del fútbol local. El representante pidió dos premios, uno por goles y otro por objetivos, pero desde Peñarol la respuesta fue que hacían un gran esfuerzo.

Mientras desde el entorno del jugador se negociaba con los griegos un aumento de las condiciones que justificara la mudanza, Rodríguez cruzó mensajes con Diego Forlán y Luis Suárez para pedir referencias. En ese lapso Damiani viajó a Buenos Aires para negociar directamente.

Al otro día Maximiliano Rodríguez desembarcó en Carrasco con un contrato jugoso bajo el brazo, una nueva camiseta en la valija y la obligación de ganar el Campeonato Uruguayo para justificar la inversión.