Jugaba en Montevideo City Torque como zaguero y lo hacía bien. Apuntaba a crecer en el profesionalismo.
Pero con solo 19 años, en la temporada pasada, decidió abandonar el fútbol debido a la depresión y a los ataques de pánico que sufría.
En marzo de 2021 escribió un posteo despidiéndose y en el cual decía mucho: “Después de casi un año que apareció esto en mí, me toca tomar esta decisión. Casi un año sufriendo de un trastorno de pánico, ansiedad y depresión. Solo los que lo viven, saben lo que es (…). Sentía que la muerte se acercaba, pensamientos negativos, en fin, no veía salida. Si conocés a alguna persona que sufre de lo mismo, no la dejes sola. (…) Me duele apartarme de esto que tanto me gusta (el fútbol), de mi supuesto sueño, pero hoy lucho por mi bien”.
La depresión, crisis de pánico o la ansiedad “no es como cualquier enfermedad, no te curás así nomás. Aparece de la nada, en el momento menos esperado, un día estás bien y te querés comer el mundo y al otro no te podés levantar de la cama”.
Nahuel recordó entonces cómo comenzó todo en el inicio de la pandemia: “Había ido a tomar mate y a la vuelta me faltaba el aire, sentía presión en los hombros. Pensé: ‘Ta se me va a pasar, será el mate que me cayó mal’. Empecé a perder la visión, sentí mareos, me faltaba más la respiración, un dolor fuerte en la cabeza, sentía que se me salía el corazón, llegó un punto que no veía, no podía respirar. Fue un segundo, pero fue eterno para mí. Dije: ‘Ta, se acabó todo. Hasta acá llegué, me está dando algo’. Pude abrir los ojos y justo vi venir a mi vieja a dos cuadras y la esperé: ‘Mamá, llevame a emergencia porque me muero’”. Allí le explicaron que lo que padecía era una crisis de pánico.
Según contó entonces a Referí, lo suyo fue “trastorno de pánico y ansiedad y a los seis meses llegó la depresión. La depresión me la diagnosticó una psiquiatra cuando había vuelto a jugar al fútbol en Montevideo. Un día estaba esperando el ómnibus para ir a la práctica y tenía más ganas de tirarme abajo del ómnibus, que de subirme al bondi para ir a practicar. Tenía pensamientos horribles, negativos, no veía salida, no veía luz, no podía, sentía que se me acababa el mundo. Llegué a pensar lo peor, con pensamientos suicidas”.
Luego de que expuso su caso en Instagram, mucha gente se comunicó con él y uno de ellos fue Edinson Cavani, el segundo goleador en la historia de la selección uruguaya.
“Me llamó y no lo podía creer. No podía creer el mensaje de Instagram de Cavani. Me llamó por videollamada, me dio mucho aliento, me dijo no aflojara, que primero me recuperara, que otra oportunidad iba a tener en el fútbol, que buscara ayuda, me rodeara de la familia, que buscara paz, tranquilidad, que fuera por buenos pasos que de esto se sale, me contó anécdotas suyas. Le agradezco de corazón que me haya llamado. Con decirme ‘vamo arriba, Nahuel’ y hubiera cortado, yo ya hubiera quedado súpercontento. Pero no, se tomó todo el tiempo. Él estaba cansado, se le notaba en la cara, pero seguía ayudándome, dándome consejos. La verdad que es un gran tipo”, indicó a Referí.
Poco tiempo después de aquel diálogo con Referí, Cavani retornó de Inglaterra a Uruguay, se encontró con Nahuel y se tomaron una fotografía que este guarda con mucho cariño.
La vida siguió por el mejor camino para el protagonista de esta historia. Si bien no fue de un día para el otro, su estilo de vivir y sus amigos de verdad lo ayudaron a salir de las tinieblas en las que se encontraba.
“Al principio me costó asimilarlo”, comentó este martes Nahuel a Referí.
Y agregó: “Si hubiese tenido la información de hoy, capaz que no hubiera abandonado el fútbol profesional. Hoy, un año después de aquello que me sucedió, sé que esa enfermedad no me iba a matar, a llevarme a hacer nada malo”.
Nahuel entiende que recibió “mucha información” y con ella, “hubiera afrontado mejor aquel momento”.
Sin embargo, admite: “Pero se puede volver a retomar lo que fuera, está en uno, depende de la voluntad que uno pueda”.
Sigue viviendo con sus padres en San José, y si bien abandonó el fútbol profesional, probó suerte en el de su ciudad. “Me costó hasta pisar una cancha del interior luego de haber dejado”.
Nahuel dice: “No me arrepiento de haber dejado el fútbol porque me dejó muchas cosas. Me quedó esa espinita de qué habría pasado si hubiera seguido”.
Sostiene que “el único que me autolimité fui yo. Había dos salidas: medicarme o decir ‘yo puedo’, pero todo lo que sucedía era muy desconocido para mí y para muchas personas. Hoy conozco mucho más”.
Cuenta que lo que sufrió “la depresión, la ansiedad, los ataques de pánico, es una enfermedad que ningún médico o pastillas te van a sacar”.
En su vuelta al fútbol, jugó en Central de San José y en diciembre pasado se proclamó campeón de la Copa Nacional de Clubes del Interior de la Organización del Fútbol del Interior (OFI), la cuarta que consiguió ese club en los últimos nueve años.
“Fui campeón y fue un momento muy lindo dentro de un año complicado. Este año jugué en Oriental de Ciudad Rodríguez acá en San José”, explica.
Y añade: “El poder jugar de nuevo me devolvió cierta parte de mi vida. Más que la copa ganada, está el aprendizaje que uno toma en ese recorrido”.
En el presente, Nahuel toma “mucho menos de la medicación que tomaba antes, no voy al psicólogo o psiquiatra como antes todas las semanas y me siento mucho mejor”.
Trabaja en una empresa distribuidora y cuenta: “Me distraigo y me gano la vida. Reparto a veces en San José y otras veces hasta el delta. A veces manejo el camión y otras soy acompañante”.
Nahuel les da mucha importancia a los amigos de verdad. “Las amistades juegan un papel importante. Este tema me llevó a diferenciar qué amigos están en las difíciles”.
Sus padres lo apoyan “bastante” en sus decisiones “y son insistentes en que no me descuide, que no vuelva a caer en lo mismo. Lo sufrieron conmigo, pero ya no sufren como antes”.
Para Nahuel, “la vida es la misma, uno no vuelve a ser el mismo, pero siento que estoy mejor. Me siento bien, tranquilo, le encontré sentido a la vida, la trato de disfrutar, no me quedo con ganas de nada y trato de lograr las metas que me propongo y cuidar lo que tengo”.
El presente le sonríe y la vida lo ha llevado a sentirse mucho mejor. Le puso mucho el hombro a su situación y hoy todo lo ve con una perspectiva más alentadora.
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