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Las películas que dan vuelta el tablero del género

La gran estafa y Splash son los últimos filmes en unirse a la nueva moda de Hollywood: las remakes con cambios de sexo
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17 de agosto de 2016 a las 05:00

Sandra Bullock. Cate Blanchett. Anne Hathaway. Rihanna. Helena Bonham Carter. Mindy Kaling. Independientes, los nombres tienen sentido, pero uno tras el otro parecen una lista aleatoria de celebridades, confeccionada por azar. Para Hollywood, sin embargo, se trata de una promesa de taquilla y un gran elenco femenino que pretende desafiar la predominancia masculina de la industria.

Según fue anunciado la semana pasada, el reto de las actrices y la cantante será Ocean's Eight, una remake femenina de La gran estafa, filme sobre un robo a un casino de Las Vegas que en 2001 inició una trilogía estelarizada por George Clooney, Brad Pitt, Matt Damon, Don Cheadle, Andy García y Julia Roberts. En sí misma una reversión de un filme de 1960 con Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis Jr, La gran estafa y su remake sustentaron su narrativa y su éxito en la química entre sus partes, y esa, por ahora, es la mayor crítica al ensamble femenino anunciado: la sofisticación de Blanchett no parecería computar, en un primer momento, con el humor de Bullock o el desparpajo de Rihanna.

No obstante, esos reproches no tienen parangón con los que atacaron a otra película que siguió una fórmula similar: Cazafantasmas. Desde que fue anunciado en agosto de 2014, el filme sufrió el desprecio de los fanáticos de la franquicia de culto no solo por pretender adjuntar a nuevas estrellas a la trama, sino porque estas fueran mujeres. Aunque las críticas especializadas no fueron tan duras como se esperaba, la taquilla no perdonó: un rédito de US$ 193 millones, apenas por encima de los 144 de su presupuesto, llevó a descartar una posible secuela y marcó la victoria de legiones de fanáticos enardecidos que promovieron el boicot a la película.

Ocean's Eight
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Diferencias aparte, tanto Cazafantasmas como Ocean's Eight integran lo que podría tildarse como una nueva moda de Hollywood, el gender swap, que consiste, justamente, en realizar remakes o reboots que den vuelta los géneros tanto de protagonistas como de secundarios. En el caso de Cazafantasmas, por ejemplo, no solo se colocó a Kristen Wiig, Melissa McCarthy, Kate McKinnon y Leslie Jones en los roles principales, sino que también se le adjudicó a Chris Hemsworth (Thor) la parte de secretario tonto y atractivo tradicionalmente reservado para mujeres.

Además de Ocean's Eight, otro anuncio de este mes se suma a la tendencia: Splash, responsable de catapultar las carreras de Tom Hanks, Ron Howard y Darryl Hannah. Lanzado en 1984, el filme retrataba el romance entre un hombre y una sirena con un tono decididamente sexista que convertía a Hannah en objeto de deseo, válido solo por su apariencia. El problemático rol ahora será interpretado por el actor Channing Tatum, quien, de la mano de Magic Mike, inauguró la era de la objetificación masculina en Hollywood, en la que los actores pasan a ser juzgados meramente por su apariencia.

La lista de gender swaps continúa con películas de menor porte, como Road House, The Rocketeer y Dirty Rotten Scoundrels, pero la notoriedad de los tres ejemplares anteriores, con o sin éxito, promete experimentos similares a futuro y señala una de las grandes deficiencias estructurales de la industria. La visibilidad que supone colocar a mujeres en roles protagónicos es positivo para el sexo, pero el empuje de esta tendencia demuestra sus propias limitantes, ya que implica darles a mujeres roles reciclados que se sustentan en interpretaciones anteriores realizadas por hombres. El hombre sería la fuente original, y la mujer una mera imitadora.

El sexo masculino también ocupa un lugar importante en el debate, al revivir una discusión que durante los últimos años no ha parecido tener fin: ¿la objetificación masculina es positiva o negativa? ¿Es sano continuar perpetuando los mismos esquemas incluso cuando el minimizado era el que antes estaba ensalzado?

Nutrido de remakes o reboots, el gender swap también deja en evidencia la continua incapacidad de Hollywood de idear narrativas originales lideradas por mujeres. En ese sentido, Bullock y Clooney mismos fueron representantes de otra estrategia que intentó dar vuelta el tablero desde el inicio con una idea fresca: con el guión de Our brand crisis en sus manos, ambos actores decidieron hacer que el protagónico masculino pasara a ser una mujer. El proceso, según comentaron, fue sencillo y podría ayudar a la industria a percatarse de que los personajes complejos pueden tener cualquier sexo. Es cuando estos cambios se hacen necesarios para lograr representatividad femenina en el cine que el sexismo naturalizado devela su verdadero rostro.

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